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Impresiones de la campaña de Call Of Duty: Modern Warfare II (2022)

Soaprendente.

A estas alturas del campeonato resulta innegable que Call Of Duty 4: Modern Warfare es uno de los videojuegos con mayor impacto en la historia del medio. Y para llegar a esta conclusión ni siquiera es necesario profundizar demasiado en sus logros artísticos o jugables; la mera convivencia de una serie de factores como su preciso modo multijugador, la modernización de su ambientación y el asentamiento definitivo de una adecuada infraestructura online en el ámbito de las consolas hicieron del primer Modern Warfare un éxito de ventas incontestable.

Y, le pese a quien le pese, los éxitos comerciales piden, no, demandan continuaciones. Si bien la saga Modern Warfare finalizó su andadura en su tercera entrega, la franquicia Call of Duty siguió adelante con nuevas historias y ambientaciones hasta que, algo escasa de ideas, recurrió en 2019 a Infinity Ward para que la saga volviera a una de sus raíces. El reboot de Modern Warfare fue, en términos generales, bien recibido y como buen éxito comercial que fue se pidió, no, se demandó una continuación.

Nos referimos, claro, a Call Of Duty: Modern Warfare 2 (2022), un título del cual, por ahora, solo hemos podido completar la campaña y que, más adelante, nos ofrecerá la posibilidad de explorar sus modos multijugador, a los que dedicaremos cumplida revisión en otro texto. No nos queda más remedio, entonces, que separar ambas facetas en una saga en la que, tradicionalmente, estas se han retroalimentado de forma más que evidente.

Ahora bien, esto no significa que la campaña de este Modern Warfare 2 no sea capaz de sostenerse, más que de sobra, por sí misma. Si apuntamos un buen puñado de matices, eso sí.

El más importante de ellos, con toda seguridad, es que la historia de este reboot de Modern Warfare 2 es una suerte de reimaginación que muy poco, o casi nada, tiene que ver con los acontecimientos que se narraron en la entrega original. En esta ocasión, la trama arranca cuando, durante una de las operaciones de la Task Force 141, esta descubre que la organización terrorista Al-Qatala tiene en posesión misiles de largo alcance que podrían poner en jaque la seguridad de los Estados Unidos. La CIA y el General Shepherd recurrirán a, cómo no, Ghost, Soap, Price y Gaz para que localicen la ubicación de dichos misiles y, por el camino, neutralicen a los terroristas que amenazan la paz mundial. Esta premisa, al fin y al cabo, no es más que una excusa para que nosotros y nuestros protagonistas favoritos recorramos las más variadas localizaciones -siguiendo la estela de la entrega original- pegando tiros, infiltrándonos en fortalezas enemigas y dejando tras nuestro paso un inacabable reguero de explosiones, casquillos y enemigos abatidos.

Sin embargo, Modern Warfare 2 dedica una mayor atención al desarrollo narrativo que el título en el que se basa. Allí donde la entrega original nos llevaba de un lado al otro del globo con parcas justificaciones argumentales planteadas en breves instantes, este Modern Warfare 2 se toma su tiempo en, por ejemplo, establecer creíbles vínculos entre diferentes organizaciones y personajes -como, por ejemplo, Al-Qatala y el cártel Las Almas- que darán pie a que la Task Force 141 opere en distintos países. Así, sobrevivir en las calles de México, pasar desapercibido en Ámsterdam o, incluso, infiltrarnos en la costa española dejan a un lado aquél avispero que eran las favelas brasileñas o la invasión rusa del territorio norteamericano. Pero, a cambio de perder esas clásicas localizaciones, nuevos personajes se incorporarán a la 141 -como el fantástico Coronel Vargas y el Sargento Parra- y otros, como Lanswell o Ghost, recibirán un mayor protagonismo y espacio para que podamos entender sus alianzas, motivaciones y decisiones.

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Ahora bien, Modern Warfare 2 no deja de ser, en última instancia, un FPS y, como tal, vivirá o morirá según los tiroteos y las situaciones que nos plantee. De ahí que convenga señalar que su gameplay y su gunplay son continuistas, en grado sumo, con lo planteado en la entrega de 2019. Este hecho, claro, aterrará a quienes prefieran contiendas más vertiginosas y apasionará a aquellos que favorezcan una mayor pesadez de las armas, el apabullante apartado técnico del que hace gala o esa abrumadora cantidad de detalles que le otorgan cierta pátina de verosimilitud. Así, se sigue prestando una especial atención a las animaciones y sonidos durante las recargas, el impacto jugable que tienen la infinidad de accesorios que descansan sobre nuestro armamento o el retroceso de nuestros disparos.

Pero es a la hora de recorrer sus niveles cuando se perciben las mayores diferencias respecto a su antecesor. Pese a que no desaparecen las sempiternas llamadas a “Todos camuflados” - la icónica misión del Modern Warfare original -, en esta ocasión uno de los puntos de referencia es “Clean House”, la espectacular misión ambientada en Camden del reboot de 2019. De este modo, esta entrega parece obsesionada en plantear situaciones que recuerdan a la manera en la que debíamos asaltar y despejar los apartamentos de aquella zona. No obstante, los mapeados de este Modern Warfare 2 gozan, en términos generales, de una mayor amplitud, libertad de movimientos y variedad de situaciones, lo que choca frontalmente con el desarrollo de la misión original, un despliegue técnico y de diseño espectacular pero cuya linealidad es de difícil discusión. De ahí que, por lo tanto, percibamos la intencionalidad de generar las mismas dinámicas, pero como resultado recibamos sensaciones diferentes.

En otras ocasiones, no obstante, sí agradeceremos los cambios de ritmo que ofrecen las distintas misiones. Pasar de perseguidores a perseguidos, alternar sigilo y supervivencia - pudiendo fabricar, improvisadamente, nuestros propios suministros - con tiroteos adrenalínicos o protagonizar escenas que nada tendrían que envidiar al espíritu más hollywoodiense de la saga, consiguen que gran parte de sus niveles fluyan con una agilidad más que notable. Ahora bien, este logro no impide que tengan lugar ciertos tropiezos como, por ejemplo, plantear un enfrentamiento a cara descubierta con un tanque como si de una batalla contra el jefe de un arcade se tratase o que la mecánica para desescalar los encuentros con civiles sea encañonarles con nuestra arma.

Pero al margen de todo esto, la campaña de Call Of Duty: Modern Warfare 2 (2022) es un segmento capaz de ofrecer una experiencia que tiene valor por sí misma, más allá de ser un mero acompañamiento al modo multijugador. Reimaginando los términos de su título de referencia y permitiéndose no pocos homenajes a la saga que le sirve de apoyo, su imponente apartado técnico y su obsesión con el detalle sirven como entramado para construir, a partir de ahí, una jugabilidad de gran solidez. Nada que no hubiéramos visto en el reboot de 2019, cierto, pero si a estos mimbres le sumamos la apuesta por la variedad de sus niveles y la difícil papeleta de estar a la altura de uno de los FPS más exitosos de todos los tiempos, podemos estar más que satisfechos con el resultado.

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Pablo Casado

Contributor

Licenciado en Derecho, compagina sus (des)venturas laborales con las videojuerguistas. Sus pasiones son el hardcore-punk y el heavy metal, su perro Karl Max, el cómic, el cine y los videojuegos. Hace el zángano en el podcast Ocho sobre Diez y en Twitter como @PabCasado.

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