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Los mejores juegos de este año que no has jugado (XIII) - System Shock Remake

"I rule here, insect".

2023 también ha sido un buen año para los remakes. En enero llegó el remake de Dead Space desarrollado por Motive Studios, una impecable puesta al día para uno de los mejores survival horror de los últimos quince años. Sin abandonar dicho género tenemos también el remake de Resident Evil 4, otro clásico indispensable que recibió en marzo una superlativa versión modernizada. Sin embargo, siendo ambos títulos imprescindibles que recomiendo a todo el mundo (independientemente de haber jugado o no a los originales), el mejor remake de 2023 es otro. El mejor remake de 2023 es el de System Shock.

System Shock es, probablemente, el padre del inmersive sim tal y como lo conocemos hoy en día, el precursor de obras tan importantes como Deus Ex, Arx Fatalis, BioShock, Dishonored o Prey. Es cierto que, siendo puristas, el verdadero origen del género se encuentra en Ultima Underworld: The Stygian Abyss (uno de los videojuegos más importantes de todos los tiempos, dicho sea de paso), pero es en el juego de ciencia-ficción de Looking Glass Technologies donde podemos encontrar todos los elementos que, más adelante, definirán no solo a todos los simuladores inmersivos, sino que influenciarán a una infinidad de títulos posteriores. Es ese impresionante legado, y las muchísimas particulares y matices a nivel de diseño que tiene System Shock, lo que hace que desarrollar un remake de él sea una tarea titánica, en la que muchas - demasiadas - cosas podían salir mal.

Y, afortunadamente, no es el caso. El trato reverencial que hace Nightdive Studios de la obra original diseñada por Doug Church y Warren Spector respeta todo cuanto había que respetar, pero no impide que también se revisen por completo algunos sistemas que a día de hoy habían quedado anticuados y resultaban innecesariamente arcaicos. El remake logra que un título que en 2023 podía resultar tosco y arisco para los paladares modernos sea más accesible que nunca, pero sin sacrificar jamás sus elementos identitarios fundamentales. La interfaz de usuario es quizás lo que más se ha modificado, y también lo que más necesitaba un cambio; System Shock se diseñó en una época en la que los esquemas de control con el teclado y el ratón todavía no se habían acabado de refinar en PC, y ese es quizás el aspecto que más tiranteces provocaba cuando se intentaba jugar en la actualidad. Nightdive respeta su esencia, pero logra con su renovación que muchos usuarios no se vean tentados a abandonar la aventura a las primeras de cambio. También se ha modificado el movimiento (especialmente en las secciones en el ciberespacio) y el gunplay, con idénticos resultados: es fiel, pero a la vez moderno. Son cambios que no alteran los cimientos, sino que los dotan de una mayor solidez.

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Incluso a nivel visual, con una completa capa de chapa y pintura, el remake consigue rememorar a la perfección el look & feel que tenía System Shock cuando se publicó en 1994, con una Estación Citadel que se muestra tal y como la recordamos, pero con un aspecto que no desentona con lo esperable en 2023. Lo verdaderamente importante, sin embargo, es que nos movemos igual por ella que hace tres décadas. Resultaba tentador (y comercialmente quizás más adecuado) para Nightdive llevar de la mano al jugador, pero no cae en ese error: el remake de System Shock sigue sin guiarte con nada que no sea su propia narrativa ambiental (quizás su mayor contribución al medio), porque en el fondo quiere que te pierdas para llegar a conocer todos los recovecos del mapeado. Y tampoco hace concesiones con su combate, por cierto; aquí sobrevivir sigue siendo un verdadero reto. Como debe ser.

Pulir aristas y potenciar virtudes; ese parece ser el mantra del remake de System Shock, un título que es puro juego de PC de hace tres décadas (difícil, exigente e incluso un poco correoso), pero que al mismo tiempo se siente moderno y fresco. Es así porque el diseño de System Shock siempre fue sublime, y porque su atmósfera no ha perdido ni un ápice de fuerza en estos treinta años; que todo haya aguantado tan bien el paso del tiempo es la prueba incontestable de la brillantez del trabajo de Looking Glass. System Shock es una mezcla de ciencia-ficción, cyberpunk y terror equilibrada y atractiva, que cuenta además con una de las mejores villanas que ha tenido jamás un videojuego: la inteligencia artificial SHODAN (¿GLaDOS? Una aprendiz a su lado, creedme). Oh, y aunque soy consciente de que hubo cierta polémica al respecto, quiero romper una lanza a favor de la nueva banda sonora compuesta por Jonathan Peros; creo que se ajusta como un guante al remake y que no hace sino potenciar la increíble y opresiva ambientación.

Es cierto que la industria ha caído en la molesta costumbre de abusar del remake y la remasterización, con un propósito meramente comercial en la mayoría de casos, pero también que este tipo de producto es en ocasiones necesario para que algunas obras seminales sean descubiertas y disfrutadas por un nuevo público. Ese es, sin duda, el caso de System Shock, una obra de culto extremadamente influyente que había sido injustamente relegada al oscurantismo, recordada apenas por aquellos que jugábamos en PC en la primera mitad de la década de los noventa. Su remake es la mejor manera de jugarlo y (re)descubrirlo hoy, para así entender la razón por la cual siempre tendrá un lugar en los libros de historia y por la cual algunos deseamos ferviertemente que su secuela también reciba un trato similar en el futuro.

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