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BioShock Infinite

El shock de lo antiguo.

Cuando las luchas empiezan, sin embargo, son grandes. Artillería pesada ataca desde el cielo de una isla a otra. Utilizamos nuestros poderes telequinéticos para detener un proyectil de un cañón, en el aire, para devolverlo a su origen. Nos deslizamos por una cuerda colgada en el aire con un gancho, utilizamos una llave inglesa para machacar a un enemigo que viene por la otra dirección, con su chaqueta ondeando en el viento, y lo estampamos en una pared. Cogemos la shotgun de un enemigo con telequinesis, la giramos hacia él y la disparamos en el aire.

Las cosas se ponen incluso más dramáticas cuando se nos une Elizabeth, de grandes ojos, cabello negro y vestido eduardiano. Una pandilla de autóctonos nos ataca -y vienen en manadas más grandes que en BioShock- y ella invoca una ventisca y unas nubes negras. Combinado con el poder de electroshock de DeWitt, los freímos a todos. En otro punto, ella moldea una bola metálica y DeWitt la puede lanzar contra sus asaltantes. La pareja habla mucho, hablan de sus estrategias para derrotar a los rivales -en beneficio del jugador- aunque Levine dice que los puedes ignorar y seguir tu camino.

Levine dice que el desarrollo de los poderes en Infinite será similar al del primer juego, aunque no hemos escuchado nada similar al Adam. Tus opciones se expandirán, principalmente, por la interacción con Elizabeth y por la amplia gama de escenarios que hay en Columbia. Quizás no sea tan abierto como parece, pero todavía hay un montón de cosas inexploradas, y DeWitt puede utilizar su rifle de francotirador para eliminar enemigos de "islas" vecinas.

El clímax de la demo llega cuando la pareja es atacada por un hombre-máquina, un monstruo de Frankenstein robótico con un corazón latiendo tras un cristal en su torso metálico. Tiene una cabeza pálida, gigante y humana, y lleva bigote. No es tan siniestro como los Big Daddy -como muchas cosas en Infinite, hay, de hecho, algo vagamente cómico en él- pero se asemejan.

DeWitt y Elizabeth lo derrotan cargándose el puente en el que está... pero sólo por un segundo, porque luego aparece algo mucho más terrorífico: una especie de águila alada, que va de edificio en edificio, como una negra silueta, excepto por un detalle: sus ojos brillan como tras el mismo casco de los Big Daddy.

Es la única referencial visual a BioShock en toda la demo; eso y la figura que está en el océano al principio del tráiler. En realidad, BioShock Infinite no necesita más de su herencia. La demo que hemos presenciado quizás sea muy teatrera, y las preguntas abundan mucho más que las respuestas, pero Infinite claramente posee ese intelecto, intensidad, artesanía, alegría y maravilla de su predecesor, pero sin repetirse. Ojalá todas las secuelas pudieran decir lo mismo.

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