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Análisis de Teenage Mutant Ninja Turtles: Shredder’s Revenge - El juego de las Tortugas Ninja que pedíamos

Verde, que te quiero verde.

Eurogamer.es - Recomendado sello
Una carta de amor a una serie de televisión y a un género cuya mayor virtud es ser condenadamente divertido.

Cuando hablo de las Tortugas Ninja, me resulta difícil ser objetivo. Leonardo, Michelangelo, Raphael y Donatello son, para mí, mucho más que unos dibujos animados que veía en la televisión de crío. También son los seres grotescos y demenciales que protagonizaban la película en imagen real que compré en VHS hace más de veinticinco años - hablo, para mi desgracia, de la tercera -, con aquella portada roja que imitaba pobremente las películas clásicas de samuráis. O los libros de dibujos en los cuales Leonardo me enseñaba cómo ser un líder justo, a la par que inspirador. O, más importante aún, los muñecos desperdigados por el suelo de la habitación, muchos de ellos secundarios de capítulos que ni siquiera había visto, pero que servían igual a mi vecino y a mí para completar nuestro teatrillo diario jugando en la buhardilla.

Si tienes, como yo, más de treinta años, es muy difícil que esta situación no te suene. Ya sea por haber nacido en un lugar con televisión autonómica, por ser un habitual del cine los días que no tenías colegio, o por haber tenido la suerte de poseer una Super Nintendo y unos padres que, sin duda, te querían mucho; las Tortugas han formado, seguro, parte de tu vida y de tu historia. Curioso que de un humilde cómic underground, radicalmente distinto en tono a todo lo que vendría después, surgiera semejante fenómeno infantil y juvenil en los años noventa, hasta el punto de tener en mi mente la imagen del cuarteto principal y Splinter como parte fundamental de una de las atracciones de la feria a la que iba de pequeño.

Quizás Turtles In Time no sea el mayor culpable a la hora de intentar entender el porqué de este boom desmedido, pero sin duda contribuyó a alimentar su éxito. El juego de Konami es de esos títulos que supieron estar en el lugar adecuado y en el momento perfecto, aprovechando el éxito de la serie de animación con un representante de uno de los géneros más populares de aquel momento: el yo contra el barrio. Un matrimonio perfectamente avenido que se convirtió, como es lógico, en uno de los juegos más vendidos de la historia de la compañía, y en un título que todavía hoy se recuerda como uno de los mejores exponentes de la consola a la hora de invitar a gente a jugar a casa.

Saltamos a 2021, y ya nada es como era antes. Vale, sí, las Tortugas siguen siendo más o menos populares, gracias sobre todo a las últimas series de animación emitidas en Nickelodeon; pero un par de deslices producidos por Michael Bay y el peso de los años han convertido a nuestros reptilianos amigos en algo o para los más pequeños, o exclusivamente para nostálgicos. Y qué decir del beat’em up: un género del que prácticamente ya solo hablamos para decir, de vez en cuando, que ha salido uno “imitando a los juegos clásicos”.

A riesgo de que pueda jugarse luego en mi contra, eso es lo primero que destacaría de este TMNT: Shredder’s Revenge: su intención de imitar y homenajear a los juegos de antaño. El título publicado por Dotemu no se esconde ni lo más mínimo a la hora de dejar claros sus referentes, y el cariño de sus desarrolladores al juego de Super Nintendo es claro y manifiesto. Como arqueólogos británicos cuando visitan suelo extranjero, Tribute Games ha realizado una labor finísima de latrocinio, rescatando multitud de enemigos y situaciones del título de Konami y poniéndolas directamente en su juego, adaptándolo lo justo y necesario para que no chirríe. La línea entre la admiración y el robo es aquí muy fina, pero por suerte, no todo es imitar como si lo que valía hace treinta años siguiera valiendo ahora.

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Quienes hayáis jugado mucho a beat’em ups sabéis que uno de los grandes problemas del género, especialmente a la hora de jugarlo en casa, suele ser lo tramposo de sus mecánicas. Siendo juegos, en su mayoría, diseñados con la idea de quemar rápido nuestros créditos para sacarnos a nosotros o a nuestros padres las monedas del bolsillo; no es raro ver grupos de enemigos imposibles de esquivar, ataques especiales que nos cuestan parte de la vida o situaciones que resultarían difíciles incluso para las mentes más rápidas y ágiles del mundo. Esto, y es uno de los principales triunfos del juego, no sucede aquí: Tribute Games ha tenido a bien crear un sistema de combate sencillo pero completo, que cuenta con golpes efectivos en todas las direcciones del espacio, un demoledor ataque especial fácilmente recargable, y un botón para esquivar que merece una estatua en la plaza del pueblo. Rara vez os vais a quedar sin respuesta ante un ataque enemigo, y en las pocas ocasiones en las que una fase os cueste especialmente -como, por ejemplo, las imprecisas fases de los patinetes voladores-, es cuestión de repetirla un par de veces hasta interiorizar qué tenemos que hacer en cada momento.

Si acaso, contar con un abanico tan amplio de opciones para afrontar los combates contra Kang, Shredder y sus esbirros hace que el juego a veces sea demasiado sencillo. Teniendo en cuenta que existe la posibilidad de jugar hasta seis personas simultáneamente, resulta difícil ver un reto incluso en el nivel de dificultad más alto. Y que conste que no lo digo como algo totalmente negativo: el valor de Shredder’s Revenge está, creo, en ser un juego divertido, de esos que puedes pasártelo de una sentada con amigos o echarte un par de fases en solitario y ver si eres capaz de desbloquear los objetivos adicionales de cada misión o descubrir todos los huevos de pascua y objetos coleccionables dispersos por el mapa. Si tuviera que comparar este título con un juego, y excluyéramos el más evidente, mi cabeza se iría inmediatamente a algo tipo Castle Crashers, porque lo importante aquí no es necesariamente convertirnos en una máquina de hacer combos sin que nos toquen, si no dejarnos sorprender por su sentido del humor y sus ganas de hacernos pasar un buen rato. Los guiños constantes a personajes de la serie de dibujos original, las animaciones de nuestros protagonistas o los enemigos genéricos del Clan del Pie jugando a la consola o atendiendo un puesto de comida rápida callejero antes de saltar el mostrador para intentar partirnos la cara son solo una pequeñísima muestra de las muchas veces que el juego quiere, y consigue, sorprendernos y sacarnos una sonrisa.

Para ello se ayuda también de un estilo artístico precioso, y un apartado sonoro que sabe perfectamente cuándo y cómo tocarnos la patata. Salta a la vista que el juego es un auténtico caramelo en lo técnico, y aunque algún escéptico podría pensar que el uso del pixel art o la tonadilla clásica de las Tortugas es una trampa especialmente diseñada para cazarnos a los fans con el cebo de la nostalgia, creo que es imposible negar que estamos ante uno de los juegos en 2D más bonitos que han salido últimamente. Si a eso le sumamos un mapa de selección de fases como el de los juegos clásicos de Mario, y una canción de Wu-Tang Clan (¡en serio!) compuesta expresamente para la banda sonora, comprenderéis que pocas pegas puedo ponerle.

Las hay, igualmente, pero casi ninguna va exenta de su “pero”. Quizás la más evidente, la más rotunda, sea decir que el juego se nos puede quedar escaso: la duración, ya sea en el modo Historia - donde se guarda el progreso al superar cada fase - o en el modo Arcade - donde tenemos que intentar acabar todos los niveles del tirón con un número limitado de vidas - es de aproximadamente tres horas; y aunque Turtles in Time superaba por poco la hora de duración, habrá sin duda quien pida más. También entendería que haya a quien se le haga repetitivo: los combates contra los jefes finales no derrochan originalidad en cuanto a mecánicas, que digamos, y las diferencias entre los enemigos que vencemos en los niveles suelen ser más estéticas que funcionales.

Independientemente de estos pequeños defectos, hoy por fin puedo cerrar uno de los capítulos más tristes de mi trayectoria profesional. Hace seis años, Platinum Games me rompió el corazón con un juego de las Tortugas Ninja indigno de llevar el nombre y la imagen de mis cuatro héroes de la infancia. Hoy, pego los pedacitos con cinta aislante y vuelvo a sonreír como un niño. TMNT: Shredder’s Revenge es todo lo que debería ser un juego de las Tortugas Ninja: un título divertido, fresco, ligeramente gamberro y con muchísimo encanto. Una carta de amor a un género y a una serie que nos cautivó de pequeños, con el añadido potencial de servir como explicación para que generaciones más jóvenes sepan por qué nos gusta tanto la pizza de pepperoni. Qué más se puede pedir.

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