Persiguiendo la Tormenta Isaias en Flight Simulator
¿Hasta qué punto es realista la climatología en el nuevo juego de Microsoft?
A veces está bien hablar simplemente del tiempo. Durante los últimos dos días un amigo me ha estado comentando, a través de uno de los grupos de WhatsApp que me han mantenido cuerdo estos últimos meses, la tormenta tropical que está azotando la parte del mundo en la que vive. La Tormenta Isaias alcanzó las Carolinas a principios de esta semana, antes de abrirse paso por Virginia, Nueva Jersey y la costa este de Estados Unidos. Es un fenómeno feroz, que ha dejado a millones de personas sin electricidad - a mi amigo, que vive en Connecticut, lo dejó a oscuras - y, lo peor de todo, que se ha cobrado unas cuantas vidas con su violencia. Uno siente curiosidad por ver cómo es de cerca algo así, con lo cual hice lo propio desde la seguridad de mi casa a través del nuevo Microsoft Flight Simulator.
La climatología en tiempo real - o lo más cercana a ello que resulte razonable - es aquí la característica clave, con datos que se extraen del servicio Meteoblue, donde se combina la observación pura y dura con complejas predicciones para obtener unos resultados lo más precisos posibles. No soy meteorólogo, con lo cual no puedo certificar su autenticidad, y me temo que mi metodología a la hora de explorar su precisión no es particularmente científica. Lo que sí puedo decir es que cuando comprobé el progreso de Isaias en la aplicación de visualización meteorológica para móviles Windy y lo comparé con lo que veía en Microsoft Flight Simulator, era todo tan parecido que no me molestó lo más mínimo la diferencia.
Lo primero que hice fue despegar desde el Aeropuerto Internacional de Richmond, dirigiéndome hacia el norte para alcanzar la cola de Isaias. Y es, como te puedes imaginar, totalmente miserable, casi sin visibilidad. Sigo siendo relativamente novato con este tipo de simulador de vuelo, así que aunque debería ceñirme a los instrumentos y las reglas de vuelo, usando para guiarme la intrincada variedad de diales y software del panel, lo que hice fue simplemente ir directo hacia las tinieblas para comprobar qué se siente al volar en condiciones tan extremas.
Una máquina acrobática como el Extra 330LT hizo que todo fuese un poco más ligero, el Cessna 172 se batía hasta las nubes mientras que un breve viaje en un Daher TBM 940 logró que agradezca que en un futuro cercano vaya a estar en tierra firme, perdiendo a menudo cientos de pies de altura a una velocidad aterradora al toparse con turbulencias. No es, y no debe serlo, una experiencia particularmente agradable.
Pero también es una forma bastante efectiva de acostumbrase al control de Microsoft Flight Simulator, así como una forma decente de que la simulación demuestre sus posibilidades. Lo impresionante es que, incluso entre el omnipresente gris y la oscuridad de una enorme tormenta, Microsoft Flight Simulator sigue luciendo de forma espléndida. En la pista de despegue la lluvia cae casi de lado por culpa del viento, y los chorros de agua se deslizan por las ventanas mientras cogemos velocidad en la pista. Su comportamiento se ve además afectado por los limpiaparabrisas, los cuales tratan de retirar el agua de nuestra vista.
A baja altitud puedes ver partes de Virginia, pero es en el cielo donde se encuentra el verdadero espectáculo. A tres mil quinientos pies de altura te elevas sobre las nubes de la cola de Isaias, y ahí encuentras un pequeño remanso de paz mientras ves como la tormenta se mueve y produce destellos, ajeno a su furia. Es uno de los muchos momentos que me han cortado la respiración en Microsoft Flight Simulator, permitiéndome ver las excepcionales condiciones meteorológicas que se están produciendo en la otra punta del mundo. Menudo videojuego más alucinante está resultando ser, la verdad.
Traducción por Josep Maria Sempere.