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Los mejores juegos de este año que no has jugado (X) - American Arcadia

El show de Trevor.

Que 2023 ha sido globalmente un año increíble para el sector a nivel de lanzamientos es algo más que obvio. Lo que no se destaca tanto como debería es lo estupendo que ha sido este año también para la industria española del videojuego, la cual sigue creciendo y ha presentado varios títulos potentísimos, que tal vez no han hecho el ruido que merecen debido al estruendo de las grandes producciones. Pero para eso están secciones como esta, porque tanto Laika: Aged Through Blood como este American Arcadia merecen ser parte del relato por ser sorpresas tan agradables y valientes.

La inspiración de American Arcadia es evidente y no la disimula, porque una de sus principales intenciones es la de ser un satírico tributo de El Show de Truman. La premisa nos lleva a tomar el control de Trevor, en unos primeros minutos que ya presentan bajo una aparente simpleza una trama compleja en la que tenemos que huir de un idílico y gigantesco plató de televisión en forma de ciudad, con habitantes que, obviamente, no saben que están siendo grabados y juzgados las veinticuatro horas del día. Desde Out of the Blue, responsables también del genial Call of the Sea, presentan esta mordaz crítica a la sociedad retratando un entorno actual, con una sociedad deshumanizada en rostros caricaturescos. Un estilo que no parece escogido por casualidad y que representa así, de alguna forma, que una gran parte de la masa social da más importancia al entretenimiento baladí que a valores sobre los que todos deberíamos oscilar. Basta con encender la televisión para comprobar lo que aportan - nada - los reality shows.

American Arcadia va más allá y no se conforma solo con lanzar un mensaje poco arriesgado de una crítica social que reconocen incluso las personas implicadas. El juego lanza también preguntas y dilemas morales a través de una trama muy bien escrita y con giros que consiguen que arqueemos la ceja con admiración. Su principal as bajo la manga es la presencia de Kovacs, una suerte de hacker que habita en el mundo exterior, fuera del gigantesco recinto de Arcadia, y que tiene el objetivo de ayudar a Trevor para que pueda salir de ahí y poder tener una vida normal. La particularidad es que tanto Trevor como Kovacs se controlan de forma radicalmente diferente; mientras que al primero lo movemos por escenarios low-poly con un movimiento lateral y limitado, cuando tomamos el control de Kovacs la perspectiva pasa a una primera persona que nos da libertad para movernos como queramos. Un sutil guiño que redunda en el mensaje de que Trevor tiene su libertad corrompida, mientras que Kovacs, con sus complicaciones, claro, cuenta con la posibilidad de hacer lo que le plazca.

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La aventura utiliza esta original metodología para alargar su propuesta con mucho sentido, no solo porque las diferentes formas de tomar el control del personaje aportan riqueza y variedad, sino porque también se entrelazan. Hay momentos en los que controlando a Trevor también llevamos las manijas de Kovacs, quien hackea cámaras o puertas para que su protegido pueda continuar; otros, más intensos, en los que hay que controlar a los dos a la vez, propiciando situaciones tan divertidas como angustiantes. Se esconden muchas sorpresas con una idea que puede parecer simple, pero que se ejecuta a la perfección y ayuda al componente inmersivo. El contrapunto aquí es que nos encontramos con varios puzles o situaciones a resolver cuyo diseño se acaba rompiendo al ser demasiado estricto, forzándonos a resolver en segundos algunas acciones, ya sea por habilidad o por el orden en el que te fuerzan a que las soluciones. Eso provoca que el componente ensayo/error rompa el vertiginoso ritmo que tiene el juego en algunas ocasiones, si bien no termina por frustrar porque ni se tarda en detectar lo que hay que hacer, ni el juego penaliza demasiado gracias a la inclusión de constantes puntos de control.

Lo peor de hablar de American Arcadia es que su historia guarda muchos secretos y sorpresas que no queremos dinamitar. Su ritmo, narración y versatilidad ayudan a que las ocho horas que dura se evaporen; ese tiempo no solo tiene sentido y está meticulosamente elegido, sino que durante el mismo el juego no para de plantearnos preguntas, como el por qué y hacia dónde estamos huyendo, y si quizás estábamos más seguros donde estábamos. La recta final añade alguna que otra mecánica de lo más interesante, refrendando la idea de que American Arcadia está repleto de buenas ideas en todo su conjunto, y también responde a todos los dilemas que se plantean... porque uno no se puede alejar más antes de volver.

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