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Análisis de Payday 3 - Un FPS cooperativo repleto de potencial pero con mucho por demostrar

Police & Thieves.

Pese a que la sombra de su predecesor es alargada, Payday 3 coloca los cimientos para un prometedor futuro que todavía debe labrarse a pulso.

Hablar de fenómenos culturales es hablar de elementos que surgen y se comportan de forma absolutamente impredecible. Que una obra maestra de, pongamos, el ámbito cinematográfico encuentre eco en otros medios es algo que, a estas alturas, no debería sorprendernos lo más mínimo. Y tampoco hace falta que nos alejemos mucho de nuestro medio favorito - y de la temática del juego que nos ocupa hoy - para encontrar un vínculo directo que afiance esa afirmación; Grand Theft Auto: Vice City era una suerte de Scarface ácido, mordaz y pasado de rosca que, gracias a la impunidad con la que operaban los videojuegos, se salía con la suya pese a desplegar no pocas pistas de cuál era su principal fuente de inspiración. En otras ocasiones, sin embargo, las líneas son mucho más difusas y al rastrear el origen de una idea nos encontramos con toda una amalgama de conceptos y referencias, a cada cual más dispar.

El caso de Payday 3 es particularmente sencillo: es un FPS cooperativo que bebe tanto de Left 4 Dead como del cine de atracos hollywoodiense. Toma ya.

No en vano, Starbreeze Studios, desarrolladores del título publicado por Deep Silver, mostraban en uno de los vídeos promocionales a uno de los alegres bandoleros de la saga - ya sabéis: Dallas, Wolf, Hoxton y Chains, junto a las dos nuevas incorporaciones, Pearl y Joy - en una pose que evocaba la escena con la que el Joker daba comienzo a la oleada del crimen que asolaría Gotham en El Caballero Oscuro. La película, no el cómic. Para la explicación del vínculo con Left 4 Dead habrá que esperar un poco más.

En Payday 3 nosotros seremos los responsables directos del repunte en los casos de no pocos tipos delictivos contenidos en la legislación penal: robo a mano armada, lesiones, intimidación, homicidio, destrucción de la propiedad y un montón de delitos más gracias a los ocho escenarios que Payday 3 nos presentará desde un inicio, nueve si contamos con el tutorial en el que un buen puñado de pringados se prestará a hacer de agentes de la ley (y recipientes de nuestras agresiones) para que perfeccionemos nuestras habilidades.

En cualquier caso, la práctica totalidad de los escenarios comparten un núcleo jugable reconocible con facilidad. Alguna entidad o sujeto posee algo que queremos - joyas, moneda de curso legal o metales preciosos - y, como es lógico, montaremos un equipo de expertos ladrones con el sólo objetivo de privarle de semejante carga, por la vía sigilosa o la expeditiva. Si optamos por la primera, tendremos que adoptar un perfil bajo, evitando llamar la atención de civiles, cámaras de seguridad y guardias diseminados por la zona. Al menor signo de problemas - un señor con guantes de látex agazapado tras una caja, alguien con una espantosa máscara de Richard Nixon moviendo cuerpos inconscientes… - estos harán saltar todas las alarmas obligándonos bien a neutralizarles a tiempo o bien a pasar a la fase de acelerar el paso y comenzar las hostilidades con las autoridades. Y es que cuando la policía tenga noticia de nuestros planes, no pasará mucho tiempo hasta que den comienzo los tiroteos, y si bien podremos ralentizar su asalto intercambiando los rehenes que hayamos hecho por algo más de tiempo para seguir avanzando hacia nuestro propósito, la dura realidad es que más tarde o más temprano tendremos que compaginar los disparos con la logística criminal. Esta afirmación se traducirá en continuas oleadas de agentes que, dependiendo de la situación, irán mejor o peor pertrechados y obedecerán a distintos propósitos. Desde los primeros en responder y llegar a la escena del crimen - que acudirán con lo puesto y serán pasto de un equipamiento muy superior por nuestra parte - hasta Juggernauts completamente recubiertos de blindaje y armados hasta los dientes, podremos encontrarnos a especialistas que portarán escudos antibalas y ofrecerán cobertura a sus compañeros, saboteadores o unidades de asalto que nos emboscarán para someternos a una lluvia de hostias mientras esperamos a que un compañero nos lo quite de encima (pista: aquí es donde podéis buscar equivalencias con Left 4 Dead).

Semejante despliegue del Ministerio del Interior tendrá lugar, claro, mientras nosotros seguimos completando los objetivos que nos conducirán a la meta final: salir pitando de la zona con un buen puñado de bolsas llenas de billetes. Sin embargo, y pese a que todos los escenarios de Payday comparten esa misma meta, dar el salto del sigilo a la acción no siempre tendrá los mismos efectos. Es mucho más interesante - y divertido - dejar que seáis vosotros, queridos lectores, los que descubráis las implicaciones de variar de una a otra estrategia en cada situación y ubicación, pero sí conviene señalar las amplias diferencias que puede llegar a haber en la resolución de un mapa dependiendo de la manera en la que lo abordemos. Si bien no todos los mapas contienen una gran variación en sus dinámicas y objetivos - Camino de Furia, uno de los escenarios más lineales, sería un gran ejemplo de ello y una gran opción para quienes deseen echar partidas rápidas y directas -, sí es cierto que otros golpes como “El Mal Nunca Duerme” ofrecerán realidades contrapuestas y excluyentes dependiendo de nuestra aproximación a sus objetivos. O lo que es lo mismo, en nada se parecerá ir desactivando sistemas de seguridad y accediendo a localizaciones sin que nadie se entere a acceder a una cámara de seguridad colocando explosivos en su techo mientras repelemos a tiro limpio oleada tras oleada de agentes de la ley. Pero bueno, cualquier opción es válida si termina engrosando nuestra cuenta corriente.

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Lo que desemboca, irremediablemente, en preguntarnos para qué se ha formado este conglomerado de bandidos. Las cinemáticas que hilan todos los “trabajitos” que acompañan el lanzamiento de Payday 3 nos presentan una conspiración que dejó a nuestros atracadores favoritos sin dinero y sin oportunidades teniendo que empezar desde cero, pero mi teoría es otra bien distinta. Tras unos cuantos golpes, nuestra cuenta acumulará, sin problemas, cientos de miles de dólares que podremos invertir en nuevas armas, máscaras, accesorios, atuendos o, incluso, criptomonedas con un ratio de cambio que empeora con cada transacción. Vistos los precios que se manejan en el mercado negro de Payday 3 y la inconmensurable cantidad de atracos que tendremos que perpetrar para ir desbloqueando todos los accesorios y armamento, poco a poco irá creciendo en nosotros la sensación de que Dallas, Wolf y el resto de estos astros del latrocinio desarrolla esta actividad gracias a un malsano cóctel de puro vicio e inclinaciones criminales y psicopáticas. Que me expliquen, si no, quién en su sano juicio está dispuesto a pagar doscientos mil dólares por un chándal, trescientos mil por una carabina chatarrera o cien mil por una máscara que bien podrían ir a birlarla ellos mismos a la tienda de disfraces de la esquina. En serio, lo de esta gente no es normal. Y no sólo porque su profesión sea, entre otras cosas, desvalijar camiones blindados.

Por otra parte, y aunque bien podríamos dedicarle unas líneas al sistema de habilidades - con categorías orientadas a reforzar roles tan arquetípicos del género de los tiros como de los amigos de lo ajeno - o al esfuerzo realizado para actualizar y modernizar menús y matchmaking, lo cierto es que si nos detenemos a observar Payday 3 en su conjunto, no deja de ser el primer paso para crear una nueva plataforma para ofrecer escenarios, armamento y contenido durante un larguísimo período de tiempo. El problema, ahora mismo, es Payday 3 palidece en su lanzamiento al compararlo con su antecesor, un título que además de disfrutar de un desarrollo cuidado, pulido y expandido en grado sumo durante la friolera de una década, no se vió lastrado por flagrantes omisiones como la ausencia de modo offline o una desastrosa gestión de sus servidores en estos primeros días. Ahora bien, si atendemos a todos los cimientos planteados por Starbreeze, más allá de sus evidentes carencias a día de hoy, hay mucho potencial para el crecimiento dentro de su propuesta. Esos aspectos negativos - tan controvertidos para los veteranos de Payday 2 como para los recién llegados a la saga - constituyen las mayores debilidades (coyunturales, eso sí) de un FPS que cuando funciona es divertido, intenso y está repleto de posibilidades. Tantas como balas y billetes estemos dispuestos a invertir.

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