Juegos indie - Don't Look Back
Inauguramos sección con las joyas del indie.
Su lira sirvió para calmar a Cerbero y para lograr que Hades y Perséfone le permitieran la resurrección con una única condición: no mirar hacia atrás en todo el trayecto, de forma que tendría que tener fe en la presencia de Eurídice hasta que saliera del Inframundo. Nada más salir de la cueva se giró de pura impaciencia, siendo así que su amante no había salido todavía del Inframundo, y así la vio desvanecerse, esta vez para siempre.
La presencia de la música es posiblemente la que más fidedignamente se ha trasladado del mito al juego: los tonos chiptune parecen querer emular a un cuarteto de cuerda desconsolado que imprime al juego un aura melancólica, haciéndonos partícipes de la pérdida del protagonista.
Incluso para aquellos que no conociesen el mito griego, Cavanagh ha sabido ilustrar de forma excepcional la historia sin necesidad de una sola palabra escrita o hablada, y por supuesto sin cortes en forma de escenas. Es una narrativa integrada en el propio gameplay, que si bien solo permite exponer conceptos sencillos, se adapta como anillo al dedo a su propia condición de juego de corta duración. Se permite el lujo de prescindir de recursos propios de otros medios para centrarse en dejar unas pinceladas de argumento que sirven para forjar una historia parca en contenido, lo justo para permitir imaginarnos el mensaje original.
En este sentido, el trabajo de Cavanagh es todo un triunfo, y nos plantea la duda de si al intentar apoyarnos en el cine para narrar nuestras historias no nos habremos olvidado de una potencial metodología propia que hoy en día apenas se atisba en algunos títulos. Conviene revisar el lugar del que venimos antes de continuar con los saltos generacionales.
Don’t Look Back es un juego que no busca revolucionar ningún aspecto; en su lugar trata de causar impacto emocional a través de una serie de elementos formales que se apoyan en una jugabilidad clásica para construir una historia breve, pero concisa, que logra captar nuestra atención hasta el mismo momento en que terminamos el juego y nos quedamos con la mirada perdida tras el golpe que supone el final.