Vanquish

Como en cualquier shooter en tercera persona, las coberturas son fundamentales. Funcionan bien, y podemos pasar de una a otra e ir avanzando hacia la acción. También podemos saltarlas y activar la cámara lenta si nos apetece recordar al mejor John Woo; le pones unas cuantas palomas blancas y ya lo tienes. Pequeños oasis de tranquilidad en medio de un frenetismo de los que hacía tiempo que no veíamos.

La forma de enfrentarse a cada situación de combate es bastante abierta. Podemos atacar desde la distancia con rifles francotiradores, ir al cuerpo a cuerpo o a las distancias cortas con la shotgun, jugar con las coberturas y la movilidad con los rifles y metralletas, intentar derribar a varios enemigos con la sierra radial... hemos podido ver muchas armas –algunas de ellas son tan misteriosas que todavía no sabemos ni qué hacen- y cada cual ha aprendido a crearse un arsenal a medida. Y esto es algo que Vanquish potencia muchísimo; podemos llevar 4 armas a la vez (contando granadas), y si recogemos alguna repetida y estamos a tope de munición la "mejoramos", ya sea ampliando el cargador, su potencia...

Por último, la variedad de situaciones hace suponer que la monotonía ni se acercará por nuestros salones. Hay combates con monstruos gigantes, escaramuzas con malos del montón, pantallas en las que debemos proteger un convoy e ir abriendo túneles con explosivos y hasta jefes finales carismáticos y con rutinas de ataque bastante complicadas. Y esto sólo en una horita y poco, que es lo que dura nuestra beta.

Si todo esto lo cubrimos con unos gráficos mucho más que cumplidores, una música techno que te pone loco y destellos de brillantez en cada esquina, es normal que estemos impacientes por recibir el juego final. No tendrá multijugador, pero... ¿es necesario? Con la cantidad de horas que tendremos que dedicar a subir nuestra puntuación al final de cada nivel (tarea difícil y la perdición de los hardcores de corazón) probablemente ni lo echemos de menos.