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Análisis de Horizon Forbidden West: Burning Shores - Una expansión que besa al futuro de la saga

Los máquinas están bien.

Eurogamer.es - Recomendado sello
Guerrilla vuelve a traer una expansión excelente que nos muestra a la Aloy más humana y que, si bien no revoluciona, aporta y mucho al presente y futuro del universo Horizon.

Resulta prácticamente un mecanismo de defensa mirar a las expansiones con cierto recelo. Si generalizamos, la industria del videojuego nos ha acostumbrado a que la gran mayoría de estos contenidos complementarios parezcan diseñados simplemente para sacarnos todavía más dinero, con fragmentos que bien podrían haber estado de partida en el juego base sin ningún problema. Pero también hay excepciones, y Guerrilla ya demostró que es de fiar con aquel The Frozen Wilds para el primer Horizon. Ahora, con Forbidden West, pasamos del hielo al fuego en un fantástico DLC que sirve para perfeccionar el presente de la franquicia y para seguir ampliando las bases de un futuro ilusionante.

Es cierto que no se puede pedir un cambio demasiado drástico al engranaje de la maquinaria de Guerrilla, más que nada porque no lo necesita. La firma neerlandesa ha encontrado su lugar con una licencia que aunque para algunos se podría decir que no es excepcional en ningún aspecto, no baja del notable alto en todos sus apartados, convirtiendo la saga en una experiencia tan solvente como divertida. Horizon nos presenta una distopía que abraza la ciencia ficción por medio de ambiciosa tecnología futurista que, si bien se concebía como un avance que nos haría la vida más fácil, provocó que la humanidad tuviera que volver a vivir segmentada en tribus. Es una sutil y profunda crítica social al clasismo y al egoísmo actual de los más poderosos y lo cierto es que viendo cómo multimillonarios con ínfulas manejan su poder y su dinero, el apocalíptico futuro que presenta el universo Horizon no parece tan descabellado.

Todo esto se desarrolla bajo un ente muy marcado como es el de Aloy, cuyo carisma la ha catapultado ya como uno de los personajes más valiosos de la marca PlayStation en los últimos años. Si bien la mecánica propia del concepto de mundo abierto del juego puede hacernos pensar que simplemente es una recadera que se disfraza de heroína con todo tipo de artilugios para acabar con las máquinas, la profundidad narrativa que ya vimos en Forbidden West, incluso en las misiones secundarias, hace cambiar de idea rápidamente a aquellos que pudieran tener dudas. Pese a que Burning Shores comienza con una nueva tarea que nos encarga Sylens (interpretado por el recientemente fallecido Lance Reddick), no tardamos en darnos cuenta de que solo se trata de una excusa para visitar una nueva región, esta vez inspirada en lo que otrora fuera Los Angeles, y combatir contra unas cuantas máquinas. Pero lo que de verdad importa es que aquí vamos a descubrir a la Aloy más humana y sensible hasta la fecha.

Es importante tener en cuenta que para acceder al contenido de Burning Shores es obligatorio haber completado la aventura principal en Forbidden West, ya que continúa exactamente tras lo sucedido en la última misión, pero no vamos a entrar a detallar eso para evitar spoilers. Lo que sí diremos es que tras un aterrizaje algo forzoso en el nuevo lugar en el que se desarrolla la aventura Aloy conoce a Seyka, quien forma parte de los Quen, una tribu muy devota de los Antiguos y de la que ya conocimos algunos detalles en el juego principal. Pero Seyka es muy diferente a ellos y también tiene un cometido principal, encontrar a su hermana, así que ve en Aloy una oportunidad para conseguir su objetivo y colaborar con la pelifuego para que ella también logre lo que ha venido a conseguir, que no es otra cosa que encontrar y acabar con un miembro fugado de los Zenith cuyos planes no son precisamente los de un filántropo, sino más bien los de un lunático capaz de engatusar por medio de su poder y la palabra a unos fieles sin demasiadas miras.

En Burning Shores, Aloy y Seyka deben luchar contra todo y contra todos. Cooperan en prácticamente todas las misiones de la expansión y, más allá de hacer frente a máquinas y diferentes enemigos, lo verdaderamente especial de este DLC es la relación que se fragua entre ellas dos, donde como decimos, descubrimos a una Aloy más sensible e incluso miedosa, y descubrimos en Seyka a un personaje que desborda carácter y a la que es casi imposible no coger cariño. Ambas tienen sus momentos de dudas, miedo y de esperanza, y consiguen que prácticamente de igual todo lo demás. Que, aunque el mundo se vaya al garete, lo fundamental es proteger a la otra persona, evidenciando que se puede tener un fuerte vínculo con alguien que acabas de conocer.

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Esa es la mayor fuerza y el mayor acierto de Burning Shores, ya que como expansión complementaria tampoco puede ni debe ser un alarde de ingenio, pero sí decora con brillantez la historia que nos están contando, y la que está por contar. Por supuesto, no se olvida de que es un videojuego, y tendremos nuevas raciones de espectaculares combates contra enormes máquinas, casi todas nuevas y específicas de esta nueva zona. En algunos momentos se nos juntarán varias de estas máquinas al mismo tiempo, dando como resultado épicas batallas en las que la propuesta brilla como pocas veces gracias a la versatilidad que ofrece su sistema de combate, otorgándonos numerosas opciones a nuestra disposición que, bien utilizadas, convierten a Burning Shores en un verdadero espectáculo digno de admirar. También podemos piratear nuevas criaturas metálicas, entre ellas la Hidroala, que es capaz de volar y también de sumergirse bajo el agua, un recurso que debemos utilizar en un momento clave de la aventura añadido de una forma muy inteligente. También hay nuevas armas muy divertidas de utilizar, algunas de ellas con un poder de fuego brutal, que no podremos dejar de utilizar.

Uno de los puntos más criticados de esta expansión es que solamente está disponible en PlayStation 5, imposibilitando a los jugadores que tienen el juego base en PlayStation 4 el poder disfrutarla. Lo cierto es que técnicamente es una auténtica salvajada: se nota la mejoría considerablemente con respecto a Forbidden West, especialmente en cuanto a definición, distancia de dibujado y detalle en general, que ya era de locura en el título lanzado hace ya más de un año. Es un espectáculo constante y os quedaréis atónitos cada pocos pasos observando los paisajes y escenarios, en los que también hay que otorgar mérito al equipo artístico, por supuesto. Pero Burning Shores, más allá de esto que contamos, ofrece zonas o situaciones concretas que nos hacen pensar si serían posibles en PS4. La parte del parque de atracciones jurásico o, especialmente, la colosal batalla final, que es una auténtica barbaridad, justifican que solo se haya lanzado para el sistema de actual generación de Sony. ¿Se podría haber hecho en PlayStation 4? Quizás, aunque hubieran tenido que sacrificar sustancialmente la forma de plantear momentos como los que os cuento, los cuales recordaremos por mucho tiempo. Además, Guerrilla es uno de los estudios punteros en cuanto a capacidad técnica, y es normal que quieran presumir de ello y del solvente gameplay que ofrecen cuando todo se combina en un mundo en el que existen tipos como SunhiLegend, capaz de hacer magia en forma de GIFs.

Burning Shores es una evolución coherente de la marca, y todo lo que ofrece tiene un sentido ya planteado con anterioridad en la saga, aunque haya quienes pretendan hacer ver lo contrario con maniobras absurdas y arcaicas. Un contenido perfecto para los fans de Horizon y como enlace al futuro que está por venir, con una tercera entrega ya confirmada por sus responsables. Hay Aloy para rato.

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