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Los mejores juegos de 2022 que no has jugado: Prodeus

No school like old-school.

Puede que no lo parezca, pero cualquier año es un buen año para los FPS. Si bien fue el regreso del Santo Patrón de los Slayers - Doom (2016) primero y Doom Eternal (2020) después - el que ejerció las funciones de punta de lanza para que los denominados boomer shooters volvieran a tener la importancia que se merecen, lo cierto es que, sin excepción, cada año nos deja un buen surtido de propuestas de una solidez fuera de toda duda. De entre todos los festivales de tiros, explosiones y destrucción que han aparecido a lo largo de este 2022, uno de los que quizá hayan pasado más desapercibidos es, de forma paradójica, uno de los que más aúna modernidad y clasicismo a partes iguales.

Prodeus lleva tras de sí un largo desarrollo que ha pasado por varias etapas de la mano de Bounding Box, su desarrolladora. Financiando su inicio a través de Kickstarter en 2019, poco después (en 2020) vio la luz como un acceso anticipado hasta alcanzar la versión 1.0 en septiembre de este mismo año.

Siguiendo la tradición de los más grandes, su guión son apenas cinco líneas escritas en Arial de tamaño 24. Aquellos que quieran asomarse a Prodeus deben saber que aquí se sacrifica profundidad narrativa por acción descarnada; no hay cinemáticas, diálogos o cualquier otro recurso que contextualice el abrumador despliegue de violencia que vamos a protagonizar. Ni siquiera el mapa que presenta los escenarios contendrá nada más que una escueta descripción de los mismos, con lo que, con esos retazos y el párrafo introductorio nos haremos a la idea de que luchamos contra las fuerzas del Caos y una suerte de civilización interdimensional. Sí se puede certificar, a ciencia cierta, que las unidades Prodeanas - los interdimensionales - dejan rastros azulones al caer frente a nuestro armamento y las fuerzas caóticas estallan en un glorioso despliegue hemoglobínico o un rojo intenso dependiendo de si han poseído a nuestros aliados o son demonios de los de toda la vida. Muy edificante todo.

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Claro que para alcanzar esas hilarantes explosiones de color tendremos que aprender a usar el pixelado armamento que nos iremos encontrando por el camino. Como es habitual en cualquier FPS que se aleje del realismo, portaremos un arsenal sin límites y, claro, con escaso anclaje con la lógica más allá de iconos del género como son la pistola, los puños y las escopetas. A partir de ahí, creatividad y referencias se dan la mano con inteligencia y buen gusto, presentando una panoplia que se mantiene vigente durante toda la campaña gracias a su preciso diseño y, también, a unas funcionalidades alternativas que dotan de versatilidad a un armamento que, salvo excepciones, suena tan contundente como pega.

Este último es solo uno de los múltiples detalles de modernidad que sazonan una jugabilidad que, en términos generales, se siente realmente clásica. Enemigos que obligan a hacer strafe, niveles repletos de secretos y puertas activadas con tarjetas, emboscadas justo después de recoger objetos importantes… todos los resortes habituales del género están en Prodeus y todos ellos hacen esbozar una sonrisa de complicidad al jugador bregado en las artes del FPS clásico.

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