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La era de Jim Ryan ha terminado. ¿Cuál es el futuro de PlayStation tras su marcha?

Un hueco que va a ser difícil de llenar.

Anoche, de forma inesperada, nos encontramos ante otro de esos hechos de los que va a resultar inevitable hablar cuando repasemos el año 2023, y ante uno de los mayores seísmos sufridos por la industria del videojuego en los últimos tiempo (y con lo convulsos que han sido, la verdad, es bastante decir). La retirada en marzo de 2024 de Jim Ryan, el actual presidente y CEO de Sony Interactive Entertainment - y, por lo tanto, el mayor responsable de PlayStation - es una sacudida en los cimientos de la compañía japonesa y, sobre todo, el final de una era cuya valoración es muy distinta en función de a quién le preguntes.

Ryan se convirtió en el máximo responsable de la división de videojuegos de Sony hace relativamente poco, en 2019, pero es uno de los pocos directivos que llevaban allí desde el inicio de los tiempos y que conoce los entresijos de PlayStation como nadie. Una trayectoria de tres décadas que comenzó con la formación de Sony Computer Entertainment Europe en Reino Unido en 1994, donde cuenta la leyenda que Ryan incluso se dedicó a ir personalmente a Ikea para comprar el mobiliario de la oficina. Un auténtico "company man", vamos.

Ese tipo de anécdotas hace que no resulte extraño que Ryan sea una persona muy querida dentro de Sony. Sus empleados lo tienen en alta estima y lo califican como un tipo afable, hasta el punto de que en la oficina inglesa la gente se refería a él como "el tío Jim". En una conferencia el pasado mes de abril, Shahid Ahmed (el antiguo director de estrategia de contenido de SCEE) lo definió como un héroe, y Andrew House, uno de sus predecesores al mando de SIE, dijo que Ryan era "el arma secreta" de PlayStation.

Esa imagen, sin embargo, contrasta con la que tienen muchísimos usuarios de él. Anoche, cuando se anunció su marcha, las reacciones eran mayoritariamente de alegría y regocijo. Y en cierto modo es comprensible: puede que Ryan deje a la compañía en un envidiable estado financiero y en una privilegiada posición dentro del sector, pero se señala personalmente a Ryan como responsable de la deriva reciente hacia los odiados juegos como servicio, de la carencia de títulos first-party dentro del catálogo de PlayStation 5 o de algunas declaraciones y decisiones un tanto polémicas. Ryan es un tipo que quizás haya priorizado siempre a los accionistas antes que a los fans de la marca, y su imagen pública se ha visto afectada y definido por ella.

Todo eso es cierto, pero también lo es que, desde un punto de vista analítico y meramente financiero, la gestión de Jim Ryan ha resultado más que positiva para Sony. En las últimas horas no han faltado los falsos gurús que han afirmado (sin ninguna prueba, evidentemente) que estamos ante un despido encubierto, pero nada más lejos de la realidad. Ryan se va porque quiere (sus lamentos por la dificultad de compaginar la vida en Reino Unido con el trabajo en Estados Unidos no son ni mucho menos nuevos), y os aseguro que dentro de Sony preferirían que no fuese así. Con Ryan han incrementado sus ingresos con numerosos récords, han reafirmado su posición en el mercado aun con el imparable ascenso de Nintendo y Switch, y el directivo ha sido el responsable último, por ejemplo, del éxito en el lanzamiento de PlayStation 5, incluso con una pandemia y un catastrófico problema de suministro de por medio. Al loro, que no están tan mal. Que no os embauquen.

Pero claro, Ryan ha sido la cara visible de Sony (y el responsable final, tampoco nos vamos a engañar) durante algunos movimientos recientes muy poco populares entre los fans. Uno de los más controvertidos, por ejemplo, fue el cierre del Japan Studio, que para más inri debía potenciar a un Team Asobi que lleva desaparecido desde entonces. Otro fue una gran apuesta por los Games as a Service (GaaS), con la compra de Bungie y la promesa de que tendrían doce títulos de este tipo publicados en 2025. Y muchos fans se tomaron como la peor de las traiciones el lanzamiento de los exclusivos de consola en PC, algo que ha hecho que veamos en Steam juegos como The Last of Us, Marvel's Spider-Man, Days Gone, Horizon Zero Dawn o Ratchet & Clank.

Movimientos que, por otra parte, han sido una reacción bastante lógica y racional a una industria que está cambiando a una velocidad vertiginosa. Las cosas son muy distintas ahora a como lo eran hace cinco o diez años, y todavía nos quedan muchos cambios por ver durante esta década, tanto en la forma en que se distribuyen los videojuegos como en la forma en que se consumen. Y eso sin contar con la aparición de gigantes como Amazon o Netflix, con sus miras puestas en este lucrativo segmento del entretenimiento. Hubiese sido cómodo para Ryan mantener la misma estrategia que en las dos anteriores generaciones, sentarse a verlas venir mientras el dinero seguía entrando y no haber tomado determinadas medidas, como la apuesta por el PC o los servicios de suscripción. Pero Ryan sabía, como lo sabe por ejemplo también Microsoft, que el negocio de las consolas ha cambiado y que Nintendo solo hay una, que los demás tienen que hacer las cosas de otra forma. Las suyas fueron decisiones impopulares pero necesarias, dirigidas no a contentar al fan cortoplacista, sino a asegurar el futuro de PlayStation y colocarla en una posición favorable a la hora de enfocar los grandes cambios que se avecinan.

Antes ellos, la primera gran pregunta es, claro, quién será el sucesor de Jim Ryan. A corto plazo su puesto lo ocupará de forma interina Hiroki Totoki, el actual presidente, COO y CFO de Sony Group Corporation, pero el plan es encontrar a otro sustituto, el definitivo, a lo largo del año que viene. Y el perfil de esta persona es el que, al final, definirá el futuro de PlayStation para la próxima década.

Ryan, pese a su enorme experiencia dentro de PlayStation, tenía un trasfondo económico y de marketing. No era un directivo a lo Phil Spencer o Satoru Iwata, mucho más cercano al sentir de los jugadores y los fans de la marca. Sí, Ryan era capaz de decirte en una entrevista que le gustaría recuperar el Jumping Flash de PSOne (algo que, a decir verdad, no sé si dice mucho en su favor), pero no era un jugador. En una industria tan pasional, con un público que adopta una posición tan identitaria, eso no está bien visto. No era uno de los nuestros.

Ese tipo de perfil más cercano a la fanbase es el que quizás busque Sony en su sucesor. Pero, ¿es el que necesita? Muchas de las decisiones de Ryan no nos habrán gustado como usuarios, pero sus resultados son innegables. Para la compañía, quizás, ese perfil más financiero sea el adecuado, y tan solo haya que trabajar más en el envoltorio, en vender mejor su imagen. Eso creo que sí tienen que trabajarlo, sea quien sea el elegido. Al final, para Sony lo importante no es si Paco123 se enfada en Twitter porque han cerrado el Japan Studio, sino si las cuentas anuales siguen creciendo un año tras otro. Pero tampoco se puede obviar, como se ha hecho durante la era Ryan, que la imagen entre los fans es importante.

Incluso si se opta por un perfil algo distinto, más disruptivo y cercano a desarrolladores y jugadores, tampoco esperemos que la estrategia de Sony cambie a corto/medio plazo. Con Ryan PlayStation se ha posicionado, en algunos casos de forma más tímida, en otros de forma más decidida, para tener capacidad de reacción en función de hacia dónde vire la industria, mientras en la actualidad adopta una postura más tradicional. ¿Son el futuro los juegos como servicio? Tienen estudios y un puñado de títulos en desarrollo. ¿Son los servicios de suscripción? Tienen PlayStation Plus. ¿Es el streaming? Tienen PlayStation Now. ¿Es el PC? Con catálogo y Nixxes lo tienen cubierto. Y si la cosa sigue igual, PlayStation 5 está en buena posición. Otra cosa no, pero Ryan ha sido previsor, llevando incluso algunas de sus IPs más potentes, como The Last of Us o Uncharted, a otros medios como el cine y la televisión.

Se puede opinar lo que uno quiera sobre Jim Ryan, y seguramente nadie tenga la razón absoluta ni esté totalmente equivocado. Pero lo que es innegable es que el directivo británico, en apenas cinco años, ha dejado un hueco muy difícil de llenar tanto en Sony como en la propia industria. Su sucesor, sea quien sea al final, lo tendrá fácil para superarle en aspectos como su imagen pública. Pero en otros, mucho más relacionados con la gestión, lo va a tener increíblemente complicado. Tiempos inciertos, por lo tanto, pero también muy interesantes a la hora de ver cómo se desenvuelven en los próximos meses.

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