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Bayonetta: El embrujo de la nueva musa interactiva

Analizamos su diseño y trucos de seducción.

La antiestética de la belleza

Lo que queremos decir con todo esto es que, lejos de lo que se podría pensar en un primer momento, la representación de la sensual Bayonetta en el videojuego homónimo va un paso más allá de las estrategias convencionales dentro del medio, para ofrecer una heroína que, bajo mi punto de vista, es el nuevo referente en cuanto a la representación de la figura femenina en el mundo del ocio electrónico. Lejos de ser una mera excusa para alimentar la libido del jugador, el personaje que nos ocupa derrocha personalidad, gracias a que cuenta con todos los ingredientes para ser considerada uno de los hallazgos más destacables en el mundo del diseño de videojuegos tridimensionales.

Vamos a hablar de varios aspectos que consideramos fundamentales en el diseño de esta Heroína tan especial. Por una parte, los creativos (el artista tridimensional Kenichiro “Yoshi” Yoshimura y la diseñadora Mari Shimazaki) han demostrado gran osadía al romper las reglas estéticas más habituales, para otorgar a Bayonetta una apariencia rompedora.

Procede resaltar especialmente la decisión de huir de los cánones habituales —como el de 7 cabezas y ½ o el de 8— para establecer nuevas reglas: el rostro de Bayonetta es diminuto, comparándola con la delgadez y longitud de sus extremidades y la contundencia de sus caderas. Pese a ello, si observamos en movimiento a Bayonetta, nos damos cuenta de la importancia de esta decisión, pues los estudiados ataques que efectúa ensalzan su figura de forma muy atractiva, haciendo que cada combo derroche dinamismo y sensualidad.

Bayonetta se mueve con la sugerente dicción de una gata negra, anda contoneando sus caderas caricaturizando a las supermodelos de pasarela, y termina con sus adversarios de formas bastante controvertidas. Puede recurrir a su declarada parte sado sacando el látigo o invocando mágicos instrumentos de tortura, mientras realiza los movimientos propios de una bailarina de striptease quedando prácticamente desnuda en medio de un evocador paisaje: debemos tener en cuenta que la melena de Bayonetta es lo único que tapa sus vergüenzas, al transformarse en un ajustado y sugerente traje de cuero. No obstante, al realizar determinados ataques usando su propio pelo, es evidente que el vestido quede relegado a la mínima expresión.

Bayonetta no posee la delantera de Lara Croft ni el rostro manga de Kasumi, pues no son estrategias que se hayan contemplado en el equipo de diseño. Su mirada es muy atractiva, seguramente por la peligrosidad que se intuye en ella, y las expresiones faciales denotan esa particular personalidad que atesora.

El éxito de la belleza de Bayonetta, reside en las sensaciones contradictorias que genera. El diseño de su vestimenta no está exento de polémica, la mezcla de estilos estéticos la sitúan en el olimpo de los dioses para algunos, y en el terreno de lo bizarro y hortera para muchos otros. Pese a que la mayoría la encasilla como una bruja gótica muy sexy, en los complementos que porta se intuyen referencias al modernismo, mediante los adornos arabescos y las piedras preciosas que adornan sus armas. Si el artista checo Alphonse Mucha levantara la cabeza, vería como su particular visión de los elementos ornamentales clásicos, se pueden trasladar con similar índice de éxito al diseño de armas de fuego.