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Yakuza 2

Más vale tarde que nunca.

En algunas ocasiones el juego deja plena libertad a nuestro espíritu explorador. Mientras deambulamos de aquí para allá hablando con los transeúntes, sin más indicaciones que el minimapa, y obligados a patear las calles hasta encontrar el siguiente hito en la historia, Kazuma podrá relajarse disfrutando de diversas actividades en forma de minijuegos, como ya ocurría en títulos de mayor calado como los GTA.

Al igual que en este último los minijuegos están tan bien desarrollados que muchas veces atrapan sin que nos demos cuenta. No es raro que termines esa partida de Mahjong tan apasionante con los gritos de tu madre increpándote a cenar, sin haber avanzado a penas en la trama. En conjunto, hay multitud de minijuegos con los que pasar el rato, y eso le da encanto y profundidad a Yakuza 2. Mención especial se merecen las casas de citas y los casinos. En capítulos avanzados Kazuma podrá llegar incluso a regentarlos para ganar dinero en cantidades industriales. Las casas de citas han sido una de las señas de identidad de Yakuza y se vuelven tan atractivas como los clubs de GTA. Si luego te pesa la conciencia siempre puedes donar algunos yenes al orfanato. En serio.

Uno de los puntos negros reprochables al primer Yakuza eran los eternos tiempos de carga, que se convertían en verdaderos atentados contra la paciencia. Los cambios de zona siguen estando precedidos por una pantalla de carga y los combates han reducido bastante la espera a la que sometían al jugador. Ahora pelear no supondrá tedio alguno. En general Yakuza 2 sigue utilizando el mismo motor pero mejorado en este sentido. Ciertamente, siguen siendo antinaturales los pequeños “saltos” que aparecen al cambiar de plano o perspectiva, dentro del mismo escenario. No alcanza el nivel de carga camuflada que consigue GTA: San Andreas, pero sí mejora al Yakuza original.

Por consiguiente, Yakuza 2 es ante todo un título consciente de su razón de ser, de dónde viene y lo que pretende alcanzar. En Sega se han esforzado por ofrecer a los neófitos de la saga los medios necesarios para que no dependan de la precuela, además de incorporar las mejoras suficientes para dar frescura a los aspectos que no convencieron. De hecho, Yakuza 2 no revoluciona en nada que no lo hiciese el primer título por lo que puede considerarse como una secuela encubierta, una revisión mejorada con una ambientación exquisita, un protagonista carismático y grandes dosis de acción. Por tanto, no podemos sino recomendar esta producción de Sega como broche a una consola y a una generación de lo más entrañable y prolífica. Buena prueba de ello es el 38/40 que le dieron en Famitsu.

Pero, desgraciadamente, este giro comercial llega tarde a Europa. Intentar atraer a los usuarios de esta generación –dejémonos de hablar de Next Gen, ¡por Dios!– a una experiencia arcaica, a pesar de su calidad, es sin lugar a dudas un intento más en el haber de despropósitos de la entrañable compañía del erizo azul. Mientras tanto, no nos queda más que cruzar los dedos para que Ryu Ga Gotoku Kenzan, la tercera parte de esta trilogía, llegue a tiempo al viejo continente.

9 / 10

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