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Los mejores juegos de este año que no has jugado (VI) - El Paso, Elsewhere

American Vampire.

Aunque suelo dejarlo caer en cuanto tengo oportunidad, no está de más recordar que uno de mis géneros favoritos es el noir. Y no le hago ascos a ninguna de sus vertientes, desde los toscos detectives que esperan un nuevo caso envueltos en una nube de bourbon y cigarrillos hasta los procedurales más modernos. Todos ellos me apasionan... siempre que estén bien ejecutados, claro. De hecho, en el momento de escribir estas líneas me espera una nueva novela gráfica de Ed Brubaker y Sean Phillips - dos maestros incontestables del género - y tengo que hacer acopio de fuerza de voluntad para no dejar todo lo que estoy haciendo y sumergirme en los bajos fondos, la corrupción y el crimen. Por fortuna, tamaña espera se hará mucho más llevadera puesto que estas líneas van encaminadas a poner en vuestro punto de mira una pequeña joya que aúna neo-noir, rupturas sentimentales, acción sobrenatural y sentidos homenajes al hard-boiled.

Este explosivo cóctel lleva por título El Paso, Elsewhere y los responsables de escoger los ingredientes y agitar con fuerza conforman el estudio Strange Scaffold.

Que El Paso, Elsewhere es puro Neo-Noir con mayúsculas queda claro desde los primeros compases del juego. James Savage, nuestro atormentado protagonista, arrastra su maltrecha estampa - embutida en la clásica y desaliñada combinación de camisa, corbata y gabardina; una suerte de John Constantine sureño - por una Texas inhóspita para llegar al motel al que le conducen sus pesquisas. Todo ello mientras se suceden los cambios de plano, la voz del propio Savage hace las veces de narrador o se rompe la cuarta pared porque sí, porque pueden. Por si esto fuera poco, el objetivo de Savage es encontrar a una Señora de los Vampiros que está desarrollando un ritual que va a acabar con la realidad tal y como la conocemos. Y, ahora que lo pienso, ¿os he dicho que esa vampira es la ex-novia de Savage? Un minúsculo detallito de nada.

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Y pese a que podría parecer que las cosas no pueden desmadrarse más, cuando James pone un pie en el motel en cuestión comienza el desenfreno, y no sólo jugable. Ya que clásicos de los tiros y el tiempo bala como Max Payne y Stranglehold siguen en el dique seco a la espera de que alguien decida reverdecer sus laureles, El Paso, Elsewhere se erige como heredero oficioso de sus mecánicas jugables y nos hace entrega de un shooter en tercera persona en el que conviven con alegría las pistolas a dos manos, la ralentización del tiempo y el abuso de analgésicos. Y aunque haber adaptado con solidez estos cimientos ya sería, por méritos propios, motivo de alegría y celebración, la obra de Strange Scaffold no se limita a lo ya expuesto e incorpora múltiples elementos que elevan su propuesta.

El primero de ellos, claro está, es su vertiente ocultista. En perfecta sintonía con la profesión y estética de Savage - recordemos, un cazador de vampiros con un atuendo sospechosamente similar al de John Constantine -, el metafórico y literal descenso a los infiernos que representará coger el ascensor del motel de mala muerte que da comienzo a nuestra aventura nos conducirá a enfrentarnos con las más variopintas criaturas de la oscuridad. Vampiros de origen egipcio, hombres lobo, armaduras encantadas y no pocos espantos más se abalanzarán a nuestro cuello aprovechando su abrumadora superioridad numérica y el hecho de que jugarán en terreno conocido. Y es que, aunque en un inicio pueda parecer lo contrario, el progresivo descenso de las plantas del motel irá poniendo de manifiesto el carácter sobrenatural - y, en ocasiones, surrealista - de sus localizaciones y la desbordante creatividad del estudio que está detrás de El Paso, Elsewhere. Si a esto le sumamos una banda sonora que raya a un altísimo nivel, abarcando un amplísimo espectro de géneros como el synthwave o tonteos con el desert rock, tenemos como resultado situaciones delirantes en las que lucharemos a brazo partido por no morir a manos de vampiros momificados mientras parte de la escenografía levita a nuestro alrededor y un rap que alude al leitmotiv del nivel marca el ritmo de la acción. Y todo ello sin haber superado ni un tercio de la aventura.

Sin embargo, lo que en apariencia comienza siendo una disparatada unión de estética, mecánicas y premisas propias de un grindhouse videojueguil poco a poco se revela, gracias a una astuta narrativa sustentada por impecables actuaciones, como una historia llena de interés que nos empuja a querer descubrir su final. O lo que es lo mismo, llegamos a El Paso, Elsewhere para clavar estacas en las abominaciones de la noche y, al final, seguimos adelante por el romance, los personajes y la historia.

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