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Astral Ascent es el próximo roguelite del que no querrás despegarte

Scorpio Rising.

Tengo una costumbre, quizá no muy sana, de no soltar un roguelike que me esté enganchando hasta tener otro con la misma capacidad de tenerme horas y horas lanzándome a nuevas runs. Da igual si es de acción, de rol o de construcción de mazos; el caso es tener un juego con el que obsesionarme pero que a la vez me permita introducir sus partidas más breves en mi día a día mientras progreso en otros juegos que requieren de sesiones más largas. El juego que ha ocupado este hueco durante el mes de noviembre es en realidad un título que ya había jugado el año pasado, cuando empezó su acceso anticipado, pero que ha empezado a engancharme de verdad un año y varias actualizaciones de gran tamaño después.

Astral Ascent es el nuevo juego del estudio francés Hibernian Workshop, que debutó en el año 2019 con el soulslike 2D Dark Devotion. En aquel título ya se veía a un equipo con gran cariño por el plataformeo, el combate y las animaciones vistosas, pero al que le costaba encontrar el equilibrio entre una estructura roguelike y unos sistemas que pedían a gritos un estilo metroidvania más tradicional. Su nuevo título resuelve este conflicto al mantener sus señas de identidad positivas mientras busca otras influencias en la parte de la progresión, donde más tropezaba el anterior título.

En este roguelite 2D podemos escoger entre cuatro personajes distintos que se van desbloqueando poco a poco, cada uno de ellos con un estilo de combate diferente (cuchillas rápidas, fuerza bruta, armas a distancia, una especie de piedras mágicas) y una razón de peso para querer escapar de la prisión astral en la que se encuentran. Aunque sus motivaciones son distintas, el objetivo es común: eliminar al Maestro, el líder de un ejército que se dedica a invadir mundos y encerrar a sus habitantes más poderosos.

El Jardín es nuestra prisión pero también sirve de hub entre intentos de huida, con numerosos habitantes peculiares con los que charlar para desbloquear mejoras permanentes, nuevos aspectos o más magias para el pool de las partidas. Este aspecto no terminaba de encajar muy bien en Dark Devotion, pero Astral Ascent toma unas cuantas lecciones de Hades para construir esta ubicación y resulta menos pesado pasar un rato aquí tras cada muerte al no ser tan punitivo como su anterior aventura soulslike.

Una vez nos lanzamos a empezar una run tenemos que decidir entre dos o tres opciones el tipo de habitación que nos interesa a continuación en función de la recompensa ofrecida y el nivel de dificultad establecido, permitiendo ajustar el nivel de exigencia a nuestro estado en cada momento (de nuevo, de manera similar a Hades). Las habitaciones básicas son de plataformeo rápido o arenas de combate, aunque poco a poco se van desbloqueando otro tipo de salas que permiten retos extra, descansar un rato o incluso sacrificar vida para incrementar la potencia de nuestros hechizos.

Tras una docena de salas tendremos que enfrentarnos a un jefe final que representa a uno de los doce signos del Zodíaco. Cada una de las cuatro grandes ubicaciones de la run tiene tres posibles jefes asociados, así que por mucho que nos preparemos durante la zona, toda run tiene como factor imprevisible cuál de estos fieros enemigos con elaborados patrones de ataque nos va a tocar al final de cada región. Esta información no se desvela hasta el último instante, con una espectacular animación para identificarlos.

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Es buen momento para detenerse en el combate; al alejarse del contexto Souls y apostar por unos enfrentamientos más ágiles y menos técnicos, Astral Ascent tiene un combate que recuerda más al de Dead Cells, especialmente con el primer personaje disponible. Cada personaje tiene, además de su ataque básico y una habilidad única, cuatro magias que podrá ir cambiando o mejorando a lo largo de la partida. Este sistema de magias es el mayor acierto de Astral Ascent, ya que empezamos con cuatro hechizos iguales pero a medida que progresa la run vamos alterando nuestra build con nuevas magias con tipos de ataque radicalmente distintos y además podemos personalizarlos con gámbitos, que suman efectos adicionales y permiten crear sinergias. El mismo hechizo puede ser totalmente distinto si apostamos por gámbitos que sirven para invocar minions a nuestro servicio o por efectos de veneno que se van acumulando para matar a los rivales sin tocarlos.

El proceso de construir la build en cada partida es divertido y satisfactorio, además de estar repleto de pequeñas decisiones a casi cada momento. ¿Perdemos la ocasión de obtener llaves para abrir cofres a cambio de asegurarnos un gámbito en la siguiente habitación? ¿Gastamos nuestra moneda de la run en nuevos hechizos o en desbloquear gámbitos para los que ya tenemos? ¿Centramos nuestros esfuerzos en una sola magia devastadora o tratamos de equilibrar las cuatro?

Como se puede comprobar, la estructura del juego se inspira de forma evidente en muchos otros representantes del género; muy en particular Hades y Dead Cells. Aunque Astral Ascent no derrocha originalidad, tiene claro qué necesita de cada influencia y cómo ejecutar cada aspecto para que todo encaje de manera perfecta. Las runs son ágiles, la escalada de poder es lenta pero visible, y al morir siempre nos dan ganas de invertir un par de minutos en las mejoras permanentes y lanzarnos de vuelta al ruedo.

Es una pena que, con todo el acierto que presenta Astral Ascent en el aspecto puramente mecánico, el universo del juego no consiga despertar tanto interés. Llevo jugando desde el acceso anticipado y sigo sin ser capaz de determinar con precisión qué es exactamente lo que falla; quizá sea una combinación de elementos que no terminan de casar. Los diseños son vistosos pero algo cargados de clichés, cada zodíaco tiene una personalidad bien definida pero ninguna es particularmente notable, la historia no destaca para mal pero tampoco tiene la fuerza como para sostener el resto del juego. Por suerte, no lo necesita; el gameplay se encarga de eso con creces.

Quizá este tropiezo le aleje un poco de la excelencia que representan sus referentes, pero no por ello es menos meritorio el trabajo detrás de Astral Ascent. El proceso de acceso anticipado ha servido a Hibernian Workshop para afinar la experiencia con gran precisión, desde la progresión hasta el sistema de combate. El resultado es un roguelike adictivo que ha ocupado gran parte de mis huecos en el último mes y probablemente sea un fijo en mi Steam Deck durante una semanas más. Al menos hasta que empiece la primera run a algún juego de construcción de mazos de los que tengo en el punto de mira.

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