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Ninja Blade

Ninjas a lo Michael Bay.

No sucede lo mismo con la tercera mecánica que tendremos que dominar. Hablamos de los Quick Time Events, o eso que consiste en apretar el botón adecuado en el momento justo. Suceden muy a menudo. Pero MUY a menudo, creedme. Aunque a primera vista pueda parecer cansino los desarrolladores han sabido llevarlo bien y toda escena que requiere de tu rapidez y precisión está absolutamente justificada. Las cinemáticas, a su vez, son tremendamente espectaculares y vacilonas. Por ejemplo nosotros alucinamos cuando Ken Ogawa, nuestro protagonista, salta despedido por los aires e intenta matar a un bicho gigante que lanza vehículos en llamas por la boca. En esas nos subimos a una moto —que pillamos al vuelo— y, a base de quick time events, vamos saltando de coche-en-llamas-a-coche-en-llamas hasta llegar cerca de la cabeza del monstruo. Ahí saltamos de la moto, la empujamos hacia la boca del bicho, le disparamos un shuriken al depósito de gasolina mientras volamos por los aires… y esa explota en el interior del enemigo. Rock and roll.

En la combinación de esas tres formas de jugar es donde reside la gracia y la frescura de Ninja Blade. Las escenas cinemáticas no se hacen pesadas y el juego es instantáneo. Siempre tienes algo que hacer. Primero mejorar las armas y descubrir nuevos ataques y poderes. Cuando ves que te empiezas a cansar te cambian radicalmente la forma de jugar y empiezas a pegar tiros. Y en medio de todo eso habremos visto varias escenas que ríete tú de Michael Bay.

Pero —sí, desgraciadamente todo suele tener un pero— ese clímax narrativo y de diversión que nos llena de gozo durante las primeras cuatro o cinco horas se esfuma a los dos tercios del juego. A excepción de los QTE lo demás se vuelve monótono y no podemos dejar de pensar que es una verdadera lástima que no hayan sabido alargar esa constante sensación de estar jugando a algo nuevo un poquito más.

Sí, es un helicóptero cubierto de caracoles. Ninja Blade es hilarante.

Los combates contra los jefes se tienen que comentar aparte. Durante las misiones en tercera persona casi la mitad del tiempo estaremos peleando contra jefes. La mayoría de ellos son insectos gigantes o moluscos de proporciones épicas y proponen combates largos y que aumentan un poco la dificultad. Con todo, y también muy a nuestro pesar, la espectacularidad que nos hace brillar los ojos al principio se convierte en mecánicas repetitivas y fórmulas demasiado vistas como para que puedan considerarse divertidas.

En paralelo a todo esto también hay unos cuantos extras para los más puristas. En cada nivel nos dan puntuación en base a los enemigos que matamos y a nuestra precisión en los QTE, y también existe la posibilidad de desbloquear elementos —encontrando ítems secretos desperdigados por los escenarios— para personalizar el traje de Ken. Los vestidos que conseguimos, en vez de ser épicos y de chico malote pseudo-sadomaso como los del principio, son trajes que no harán más que arrancarte carcajadas. Que si uno verde fluorescente con hojas de bambú, que si otro imitando la piel de un tigre… detallitos kitsch y un auténtico puntazo.

Si los desarrolladores (los japoneses de From Software) hubiesen encontrado la forma de alargar la frescura de las primeras cuatro horas estaríamos ante un juego excelente, de esos de aquí te pillo aquí te mato. Y sin cinemáticas ñoñas que te obligan a estar 30 minutos sin jugar y con ganas de lanzar la consola por la ventana —y eso, amigos, se agradece como no lo podéis ni imaginar—. Con todo, y a pesar de que decae catastróficamente hacia el final, la fórmula de Ninja Blade es divertida y seguro que no te arrepentirás de jugarlo. Ni que sea por ver un ninja vestido de leopardo o por ciertos giros de guión tan surrealistas que es imposible imaginarlos.

7 / 10

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