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Indiana Jones and the Fate of Atlantis

Revisitamos la mejor aventura de Indy.

El apartado artístico raya a un alto nivel, aprovechando las particularidades del motor Scumm para definir variados espacios escénicos interactivos de atractiva ejecución plástica. Entre sus numerosos emplazamientos, destacan unos interiores de cuidadosa ordenación compositiva, donde elementos que quedan en primer plano potencian la sensación espacial mediante el traslapo de varias capas de profundidad. Las líneas perspectivas, en muchas ocasiones, reinterpretan las reglas de la visión cónica para definir escenarios que se adaptan perfectamente al desarrollo jugable de la aventura.

En la detallada representación de lugares tan variados como Montecarlo, Nueva York o la isla de Creta, se observa una metódica dirección artística, fundamentada en la adaptación de diferentes paletas cromáticas, representativas del ambiente que se respira en cada uno de los contextos escénicos descritos.

Con una resolución tremendamente limitada —teniendo en cuenta los cánones instaurados en la actualidad—, los diseñadores fueron capaces de estructurar de forma realmente atractiva y sorprendente, detallados escenarios formados por un rocambolesco amasijo de píxeles. No es de extrañar que algunas tendencias creativas contemporáneas tomen los fundamentos de la recreación pixelada de los gráficos rasterizados de baja resolución, como base para la definición de corrientes artísticas como el Pixel Art, en un claro y sentido homenaje al acabado plástico de los videojuegos de antaño. Indiana Jones and the Fate of Atlantis, en este apartado, desborda calidad por los cuatro costados, gracias a una ejemplar factura visual cuyos esquemas creativos son una referencia de vital importancia para muchos artistas del píxel.

En otro orden de cosas, los sprites que definen a los protagonistas de la aventura, toman de la leve caricaturización y exageración de sus proporciones su mayor virtud, al definir unas animaciones realzadas en su justa medida. De esta forma, y aunque la resolución no permita una representación detallada de sus rasgos faciales, el carácter de los personajes queda perfectamente enfatizado. Asimismo, el hecho de que cada acción vaya acompañada de su correspondiente animación y que —en muchas ocasiones— se hayan editado movimientos específicos para narrar situaciones concretas, demuestran la importancia de un buen sistema de animación tradicional para configurar un contexto escénico tan elaborado como el de Indiana Jones and the Fate of Atlantis.

El apartado sonoro del título raya a un nivel realmente sorprendente. La banda sonora de John Williams sirve como pilar central de todo el contexto musical de esta magnífica producción. La lograda adaptación de las complejas partituras al entorno técnico definido por una limitadas herramientas de edición y almacenamiento sonoro, realzan el sorprendente trabajo realizado para la digitalización de los diálogos que acompañan a la trama del título.

El videojuego que nos ocupa posee un desarrollo realmente divertido y variado, donde los viajes alrededor del mundo y la exploración de los lugares más fascinantes se convierte en la tónica general. Los puzzles, por su parte, cuentan casi siempre con una solución lógica, lo que logra ensalzar la coherencia de su apartado jugable. Al mismo tiempo, las divertidas conversaciones que se suceden en ciertas partes de la aventura y las múltiples opciones de diálogo dan lugar a situaciones emocionantes, divertidas, desafiantes e imprevisibles.