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El Fin de la Distribución

La distribución digital cambiará las cosas, pero las distribuidoras seguirán formando parte del escenario.

De todas maneras, hay que tener en cuenta que hay cosas que hacen las distribuidoras que no van a cambiar en este nuevo mundo feliz. Para empezar, mientras que el marketing se está poniendo difícil para los grandes y cada vez más fácil para los pequeños, todavía tienen un enorme poder las campañas tradicionales, ya sean en televisión, radio, online o en la calles. Los desarrolladores, por lo general, no tienen los conocimientos para llevar a cabo estas campañas, ni tampoco el músculo financiero para permitírselas.

Lo que nos lleva poco a poco a la cuestión de financiera. Por supuesto, el modelo según el cual las distribuidoras pagan los desarrollos por adelantado está lejos de ser el único modelo que funciona en la creación de juegos. Efectivamente, la distribución digital abre una nueva y excitante posibilidad al llamado modelo de larga cola, gracias al cual los juegos pueden continuar generando unos ingresos decentes mucho tiempo después de su lanzamiento –con lo que un estudio con unos cuantos títulos de éxito disponibles puede financiar económicamente sus nuevos proyectos mientras continúan las ventas de los títulos de su catálogo.

De todas maneras, esto no funciona con todo el mundo –y las finanzas no se reducen únicamente a de donde viene tu dinero. También hay que tener en cuenta cómo lo manejamos. Durante años, muchas desarrolladoras han reducido su relación con su distribuidora a una concepción tan básica como pensar que “ellas son tu banco”, pero también muchas otras han entendido que la distribuidora es, en efecto, la que se ocupa de todas las molestas gestiones financieras para que los desarrolladores pudieran centrarse al máximo en lo suyo, que es crear los mejores juegos.

Asimismo, otra de las cuestiones que nos plantea este nuevo panorama es que se abre un nuevo territorio para muchos desarrolladores. Pocos equipos de desarrollo tienen experiencia en la negociación de licencias (hay excepciones, claro, pero es cierto que la mayoría de negociaciones relativas a IPs en esta industria la llevan a cabo las distribuidoras, y no las desarrolladoras). Las ventas se mantienen como un factor importante hasta cierto punto –siempre se necesita que alguien se encargue de cultivar las relaciones necesarias para que tus productos estén presentes en los portales más importantes y en las principales plataformas de distribución digitales.

En un mundo sin distribuidoras los desarrolladores tendrían que aprender una gran cantidad de habilidades de marketing, finanzas o en su lugar –contratar a gente que supiera hacerlo, convirtiendo a cada desarrollador en un mini-distribuidor. Y claro está, es más lógico que existan compañías con todo el equipo necesario y que trabajen exclusivamente en el ámbito de los juegos, que un escenario en que cada compañía tenga que encargarse de contratar a su propio personal. Llegados a este punto, esencialmente, lo que hemos hecho es reinventar la rueda y de paso hemos creado una nueva distribuidora.

Por lo tanto, aunque los sentimientos de David Lau-Kee son atrayentes, yo creo que su caso es algo exagerado. La distribución va a cambiar en los próximos años –se nos avecina una tormenta en el horizonte que es como la que está sufriendo el sector musical, en la que las grandes distribuidoras están volviéndose cada vez más obsoletas, pero que también llegará a los videojuegos y cambiará por completo el mercado. Algunas distribuidoras desaparecerán. Algunas se harán más pequeñas, sino en su rango de funciones, en su tamaño y facturación. Algunos desarrolladores se volverán distribuidores; algunos distribuidores se volverán desarrolladores, y aparecerán extraños híbridos entre ambos (de la misma manera que Steam y Valve).

Pero mientras que la distribución digital cambiará mucho las cosas, ésta no conseguirá eliminar todas las funciones que actualmente realizan las distribuidoras, ni tampoco hará que la existencia de éstas sea algo completamente superfluo. No ganarán concursos de popularidad, pero la industria necesita de sus trajes, de la misma forma que necesita mentes creativas, y el rol de las distribuidoras se mantendrá incluso después de los tiempos que se nos vienen encima.

Traducción de Albert García.

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