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Retrospectiva: Goichi Suda

La fina barrera entre el genio y la locura.

La marca Suda51

Goichi Suda ha conseguido crear una serie de señas de identidad reconocibles al jugar a sus juegos. No es que sean recursos que haya inventado, ni mucho menos, es más bien la situación en el contexto de dichos elementos lo que desorienta al jugador y en ocasiones nos da la sensación que el autor está jugando con nosotros. Por ejemplo, es habitual en momentos clave la ruptura metódica del cuarto muro, cuando los personajes o el propio protagonista se dirigen directamente al jugador, situaciones particularmente perturbadoras con los personajes de Flower, Sun and Rain o No More Heroes. Además, en Contact uno de los personajes en todo momento habla refiriéndose al jugador en lugar de al personaje.

Pero, quizás, el elemento más característico en cualquiera de los juegos de Suda51 es el continuo bombardeo de referencias a la cultura "freak" en general, referencias cinéfilas, musicales y a otros iconos culturales y subculturales a los que homenajea constantemente. Se hace imposible reconocer todos los guiños: normalmente todo lo que vemos en pantalla es una alusión a algún icono pop. También es un elemento común en su obra introducir algún videojuego sencillo dentro del propio título, como el shoot'em up estilo anime de No More Heroes 2 o el juego virtual de Killer 7 en el propio Killer 7. A su vez, es muy habitual que la trama envuelva asesinatos y, a menudo, los propios asesinos sean los protagonistas.

Otro ejemplo es la creación de un estilo de edición propio de texto, que denominaron "Film Window" y que se empezó a utilizar en "The Silver Case", consistente en la aparición esporádica de texto o palabras en las escenas cinemáticas, donde las letras vibran y en ocasiones se desplazan por la pantalla. También son habituales la introducción de fases formadas por pasillos exageradamente largos, escenas con diálogos extensos que pueden tener varias interpretaciones, luchas contra jefes en la que no tenemos control sobre el resultado u otros elementos similares que el artista siempre introduce para buscar sorprender y que conforman una marca peculiar, criticada o amada, pero reconocible.

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En definitiva, Goichi Suda ha demostrado ser merecedor de una atención especial cada vez que un juego que lleva su firma aparece en el mercado. Puede que a muchos de ellos se les tache de técnicamente mediocres e irregulares en su planteamiento, de ser grotescos y producto de una mente profundamente perturbada. Todo eso y más se ha dicho de Suda51. Sin embargo, gracias a ellos, el autor cuenta con una numerosa legión de seguidores, un sector de público que ha aceptado las limitaciones de sus títulos y se ha enganchado a las paranoias que les ofrecía el creativo.

Lo que está claro es que Suda51 no deja indiferente a nadie y, en una industria acomodada y poco dada al riesgo, estancada a base de secuelas y clones del juego de éxito del momento, este autor ha conseguido, con su trayectoria, ser una bocanada de aire fresco y hacer llegar su particular forma de contar historias al gran público. Sus juegos tendrán defectos e inconvenientes, pero los momentos brillantes, el humor ácido y su ironía pervertida son las virtudes por las que se ha convertido en un grande, y por las que ha dejado (y continuará dejando) para el recuerdo grandes momentos en la historia de los videojuegos.

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