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El duro camino del desarrollo independiente

Desarrollar con bajo presupuesto está infravalorado.

Hay algo con lo que seguro que muchos de nosotros hemos soñado alguna vez durante nuestra vida de gamers: ganarnos la vida desarrollando videojuegos. Tal vez por ello haya tanta gente que cuando analiza un juego no duda en descuartizarlo sin contemplaciones, utilizando de forma indirecta el "yo podría hacerlo mejor", sin pararse a pensar la cantidad de horas de trabajo invertidas que una mala crítica puede echar por tierra. Esto es especialmente significativo cuando se trata de desarrollos indie, en los que ya de por sí se maneja un bajo presupuesto y, por tanto, un fracaso puede significar directamente el fin de un sueño dedicado a la creación de videojuegos.

Mucha gente suele relacionar los juegos indie con desarrollos de diseño artístico distinto al que se puede ver habitualmente en los juegos AAA. Yo solía hacerlo. Pero la realidad es que un juego indie es mucho más y, aunque suele implicar a una menor cantidad de gente en su desarrollo, la ilusión por que tu juego triunfe es la misma que si se tiene el respaldo de un gran presupuesto. Sin embargo, el gran problema de un desarrollador indie es que la ilusión no te da de comer ni paga las facturas.

Salvo que se tengan buenos contactos dentro de la industria, encontrar un patrocinador que te ayude a costear el desarrollo de una idea no es una tarea fácil. Y, muchas veces, aunque se encuentre es necesario no caer en la tentación de firmar un contrato a cualquier precio. De nada sirve que una distribuidora ponga tu juego en las tiendas si luego no vas a ver ni un euro de las ganancias (suponiendo que las hubiera).

Por otro lado, en muy raras ocasiones un desarrollo independiente suele generar suficientes beneficios como para financiar un nuevo proyecto, lo que generalmente suele implicar la necesidad de nuevas inversiones. Y, claro, no hay mucha gente dispuesta a poner dinero en un proyecto que no vaya a generar beneficios a corto plazo, y menos en una industria tan cambiante como la industria del videojuego.

Es aquí donde entran en juego iniciativas de crowdfounding, como Kickstarter, que permiten encontrar al desarrollador una vía de financiación alternativa. Pueden ser de gran ayuda, aunque está claro que no es una solución definitiva. En estos casos es muy necesario el apoyo de la gente para alcanzar una cifra de recaudación que permita poner en marcha el proyecto. Este es el mayor problema del crowdfoundig: generar la confianza necesaria para que la gente este dispuesta a cederte su dinero a cambio únicamente de que lleves a cabo con éxito tu sueño.

Una vez conseguida la financiación necesaria, llega la hora de hacer magia. Magia para crear juegos que consigan sorprender a un público cada vez más acostumbrado a las mismas mecánicas, al mismo diseño artístico y a las mismas historias, pero con distintos protagonistas. Y magia para no salirse del presupuesto. En una gran empresa, el presupuesto suele incluir una pequeña partida para contingencias. Pero un desarrollador independiente no se puede permitir ese lujo.

A la hora de promocionar proyectos indie las plataformas de distribución digital pueden jugar un papel importante. Steam o Desura son dos ejemplos destacados, pero hay muchos más. En el caso particular de Steam, los juegos indie suelen gozar de buena visibilidad de cara al consumidor; prácticamente cada semana hay en portada nuevos juegos por descubrir, aunque también es cierto que en ocasiones hay que bucear entre el catálogo hasta encontrar algo que sea de nuestro agrado.

Una buena visibilidad en las plataformas on-line es mucho más importante de lo que parece. No es lo mismo que un juego esté accesible a 4 clicks que a 5 ó 6 clicks. Cuanto más se dificulte al consumidor la tarea de llegar a su objetivo, antes se cansará y buscará otra cosa. Y si no que se lo digan a Microsoft, que no hace mucho tuvo que rectificar la visibilidad de los Indie Games dentro del dashboard de Xbox 360 debido a las quejas de algunos desarrolladores independientes.

Desarrollar un videojuego ya es por sí misma una tarea compleja. Hacerlo con un bajo presupuesto es algo que está al alcance de muy poca gente. Que el juego, además, obtenga el reconocimiento de la crítica y el público, es algo que roza lo heroico. Es por ello que creo que se deberían valorar más este tipo de desarrollos. He visto multitud de juegos despreciados simplemente por ser un desarrollo independiente, y es algo muy injusto.

Un juego indie, por lo general, debe sortear más dificultades que otro con mayor presupuesto. Pero al final es un juego como cualquier otro. Un juego que nos entretendrá, nos hará reír, nos hará maldecirlo por fastidiar nuestra productividad, o nos hará adorarlo por transmitir sensaciones de diversión que creíamos perdidas.

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