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España en los videojuegos

Toros, flamenco y acento mexicano.

La que fuera tierra de conquistadores, descubridores, inquisidores. Actualmente conocida como tierra de parados. Nuestra tierra, la que de igual manera engalanamos en piropos y alabanzas como pateamos y escupimos a placer sobre su nombre, maldiciendo al mandatario, al pillaje, o al tempo propio que parece haberse adjudicado a la hora de adaptarse al incesante cambio de la globalidad reinante. Y todo esto orquestado al grito de: "Spain is different".

La diferente tierra convulsa en la que hoy en día podemos jactarnos de tener una de las mejores gastronomías abrazada a uno de los peores servicios de internet. Siendo padres de una música única, declarada patrimonio de la humanidad, como el flamenco. Padres que llaman hijos de puta a los que gobiernan, más famosos por sus méritos en los banquillos jurídicos que por los obtenidos en su banco electo, escogido aún no sé muy bien por quien. Esto, danzado esta vez al ritmo de: "Vivimos en la España del Lazarillo" que muchos afirman.

Sensación que se percibe desde dentro, pero centrifuguemos la idea ¿Qué sensación se transmite hacia fuera? ¿Cómo es la idea de España que se exporta al mundo?

Afilen sus tópicos, porque nuestro rico (históricamente hablando) país no pasa desapercibido dentro del mundo del videojuego, y ha sido escenario de grandes despropósitos de la industria. O de realidades paralelas, que difuminan por completo la "delgada" línea atlántica,que separa nuestra tierra del lejano México, esta vez al grito de: "Detrás de ti IMBÉSIL".

Veamos la idea que tienen de nuestra cultura en el mundo del pixel, desde el lejano oriente hasta la "hermanada" Norteamerica.

Comenzaré por algo que ya superamos hace tiempo, algo que forma parte de la cultura pop actual.

Hablo del momento en el que alguien decidió que los juegos de lucha debían clasificar a sus contendientes por países, para excusar así sus estereotipados diseños de personajes.

El turno le llegó a España de la mano de Street Fighter II. Hablamos, claro está, del singular Vega. Uno de los primeros representantes de nuestra tierra en un videojuego. Ataviado con lo que parece ser un traje de corto ideado por el mismo Andy Warhol. Un singular luchador de delicadas maneras, más propias del país gabacho que del suyo propio. Una singular mariposilla que lucha garra en ristre, luciendo una larga trenza, pelazo que ya envidío Lara Croft y que no dudó en copiar. Toda una salida del tópico del ibericus machus. Por el contrario, invierten todos sus esfuerzos creativos en el diseño de escenario; ambientado en mitad de lo que parece ser una tasca sevillana, lugar donde todo el mundo sabe que, como mínimo, hay un par de señoritas vestidas de flamenca dándolo todo. En el tablao que hay justamente detrás del ring, cubierto por una reja oxidada. Para los que no hayáis estado en Sevilla: es algo muy típico de la capital andaluza.

Y sin salirnos del genero nos pasamos a su mayor rival: la saga Tekken. En su última entrega decidió incluir a un español para mezclarlo con el elenco de luchadores envueltos en los avatares de la familia Mishima.

Bajo la premisa "¡Que viva el vino y las mujeres!" los amigos de Namco nos deleitaron con Miguel Caballero Rojo, el Matador. Sólo con el nombre ya podemos hacernos una idea de que nos vamos a encontrar: un fornido y atlético, esta vez sí, macho ibérico. Pelo de barril en la pechera y, como no, engalanado con lo que se conoce como traje de corto y camisa con chorreras abierta, como buen luchador ambientado en la Feria de Abril. Y es que, amigos gamers, Antonio Banderas ha hecho mucho daño. Todo esta demostración de hombría hispalense enmarcada en... ¿una plaza de toros? ¿un tablao flamenco? ¿un carro de caballos perseguido por bandoleros? No, nada más y nada menos que la rebautizada "La Fiesta del Tomate", a sabiendas de que somos fervientes admiradores de esta hortaliza, por su color patrio quizás.

Así pues la fiesta del pueblo de Buñol (Valencia), conocida como La Tomatina, nos sirve de escenario del bravo luchador, enfrentando el tópico a la innovación.

Otro buen ejemplo es el de Fatal Fury Special (1993), donde se nos emplazaba a luchar en una plaza de toros de Barcelona. De fondo: un bello skyline con la Sagrada Familia, mientras los toros corrían de un lado para otro. Escena digna de aparecer los mejores sueños de Dalí.

Y es que la Ciudad Condal, es quien se lleva la palma en apariciones estelares dentro del mundillo. Juegos de velocidad como Project Gotham Racing 2, Forza o el pasado Out Run eligieron Barcelona como marco para alguno de sus circuitos.

Aunque si algo estaba esperando un servidor era un sandbox basado en alguna ciudad de nuestra geografía, a fin de investigar, conducir y vivir la recreación de alguna calle conocida, como bien hiciera en la saga Assassins Creed con varias capitales italianas. Y esa espera terminó. Y llego Wheelman. Y estaba ambientado en Barcelona. Y lo jugamos, y nos echamos las manos a la cabeza.

Uno de los momentos memorables de Game Over fue la recopilación de las frases extraídas del juego; ciudadanos y mossos d´esquadra soltaban auténticas perlas a nuestro infractor e incívico personaje. Vin Diesel en una Barcelona recreada tan fielmente que toma el Plan Cerdá por una conspiración mafiosa en lugar de un plan urbanístico. Con los barrios y calles completamente desubicados, el juego no conseguía aproximarse un ápice a la realidad. Nunca el Arco del Triunfo estuvo tan cerca del Barrio de Gracia. Todo un despropósito para aquellos jugadores que vivan o hayan visitado, la ciudad Condal.

Pero si por algo será recordada España en los videojuegos es por obra y gracia de los amigos de Capcom. Concretamente por la gran representación de nuestra sociedad y geografía en el excelente Resident Evil 4.

Situado en la España rural, nuestro héroe, Leon S. Kennedy, lidiará con unos campesinos casi tan españoles como el té con pastas a las five o´clock: más parecidos a granjeros sureños norteamericanos que a la realidad de los campos de la península. Resident Evil 4 se ambienta en una tierra situada, aproximadamente, entre Despeñaperros y Mordor. Aunque sin duda, su mejor baza no es la total desinformación gráfica a la hora de ambientar el título, sino el doblaje de los malvados infectados que, sí: están doblados al castellano. ¡Pero qué castellano! Con la ya histórica frase "Detrás de ti imbésil", en lo que parece ser un perfecto acento mexicano del que hacen gala todos los enemigos del agente Kennedy, acompañado de otras joyas como: "Te voy a haser picadillo" o, "Ya es hora de asplastar".

Otro de los detalles a destacar es que el título fue lanzado en el año 2006 y, supuestamente, ambientado en dicha fecha. Nuestras transacciones dentro del juego se realizaban mediante el uso de la nostalgia, pagando con las ya extintas aunque no por ello menos queridas, pesetas. La anterior moneda del país, que dejó de estar en curso 4 años antes del lanzamiento del juego. Todo un detallazo que nos puso nostálgicos a golpe de carcajada. Se trata de un asunto que para el mercado no español no tiene ninguna relevancia, sin embargo, para los nacidos en la tierra de Cervantes, nos supuso muchas carcajadas delante del televisor, disfrutando del que es, a pesar de estar plagado de errores de localización, uno de los mejores títulos de la franquicia.

Quizás por el escaso tamaño del país, por la lejanía, o por el "Joder, el informe de las localizaciones es para hoy" del empleado de turno. Sea por lo que sea, aún no se ha conseguido hacer una representación fiel, o mínimamente próxima a la realidad, de la Híspalis contemporánea.

Es de suponer que la indignación es la misma en Azeroth o en Gotham. Por la parte que nos toca, para el país nipón, España es una completa desconocida, quizás, por la imagen que vendemos nosotros mismos, exportando nuestra imagen, esta vez, al grito de: "Paela, Flamencow y Olé"

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