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Análisis de Mario & Luigi: Dream Team Bros.

Dulce despertar.

La imaginación es como el abono de los sueños. En ellos lo intangible es tangible, lo imposible se vuelve posible y lo que parece lejano, como un delirio, no es más que otra manifestación de cordura. Es ese espacio en el que no existen los límites y en el que la realidad puede adoptar todas las formas. Por eso Mario y Luigi: Dream Team Bros, que usa el mundo onírico como premisa, resulta tan refrescante y especial, porque no se reprime. Es como uno de esos sueños de los que te despiertas queriendo volver a cerrar los ojos.

"Las experiencias memorables ofrecen sensación de volumen," decía Satoru Iwata hablando de Dream Team en un Iwata Asks. "Se trata de encontrar el ritmo adecuado en el que los jugadores puedan tener experiencias que les marquen." Esa, ni más ni menos, es la clave de Dream Team: las experiencias memorables servidas con ritmo, bien repartidas. Por eso se siente tan grande. Hay muchas y muy remarcables, a pesar de que las primeras horas jugando pueden hacerse un poco pesadas, y siempre resalta cómo el mundo de los sueños no es más que una excusa para permitirse todo tipo de atajos creativos y situaciones inverosímiles que mantienen el tipo sin titubear durante toda la aventura.

En ese sentido esta entrega vuelve a poner a los RPG de Mario en el lugar que les corresponde después de un decepcionante Paper Mario: Sticker Star. La historia empieza cuando el doctor Modorra invita a nuestros compañeros a la Isla Almohada, tras lo cual Peach es secuestrada y Mario y Luigi empiezan su particular camino de Santiago. A través de unas almohadas de piedra antiquísimas Luigi puede abrir un portal hacia el mundo de los sueños donde se encuentran secuestrados los Almohadas, antiguos habitantes de la isla, que pueden ayudar a los hermanos a encontrar a la desamparada princesa y, más adelante, a terminar con el malévolo Conde Pesadillo, responsable de tanta desdicha.

"AlphaDream vuelve a poner a los RPG de Mario en el lugar que les corresponde después de un decepcionante Paper Mario: Sticker Star."

Apilar a un montón de Luigis es solo una de las opciones que tiene interactuar con los elementos luiginarios del mundo de los sueños. La variedad y diversidad de situaciones es muy notable.

El primer gran mérito de Dream Team Bros. es cómo consigue que cada visita al mundo de los sueños sea siempre sorprendente gracias a distintas mecánicas que involucran habilidades nuevas que le dan un aire completamente fresco. La clave es el Luigi que duerme como un lirón en el mundo real, y al que podemos hacer toda clase de tropelías para causar un efecto en el mundo de los sueños, en el que proyecta su alter ego: hacerle estornudar para acercar unos objetos gracias a la corriente de aire generada, retorcerle la nariz para que gire una tuerca por la que poder subir...

El equipo de desarrollo no ha escatimado en creatividad, y para aumentar todavía más la sensación de novedad - y variedad - que supone cada descubrimiento el mundo de los sueños y el de la vigilia están claramente diferenciados: en el primero todo sucede en un entorno en dos dimensiones, en scroll lateral, mientras que el segundo es en 3D. También cambia el combate en cada realidad, que ofrece muchas más opciones en el plano onírico gracias a la cooperación de Luigi Soñador. La mayoría de enemigos pueden eliminarse fácilmente, por lo que puede hacerse un poco repetitivo en los niveles más largos, pero cada uno de ellos tiene un patrón de ataque distinto que requiere conocer sus movimientos y sus puntos débiles, por lo que siempre te mantienes atento.

Otra de las novedades que son todo un acierto son los ataques "luiginarios", que es como llama el juego a las habilidades de Luigi en el mundo de los sueños. Con ellos podemos, por ejemplo, formar un martillo gigante para que Mario juegue un poco a carpintero con los enemigos o una bola gigante de Luigis recogiendo clones del personaje con el giroscopio de la consola. Las características únicas de Nintendo 3DS son aquí los mejores aliados de las situaciones delirantes, algo de lo que Dream Team está lleno; no sólo en lo que respecta a la acción, sino también en sus muchos, muchísimos diálogos. Pero quizá, intentando incluir novedades a una fórmula muy conocida, se le haya ido un poco la mano a AlphaDream. La evolución de los personajes y su subida de nivel no se hace notar, y a no ser que evites pelear con todos los enemigos da la sensación de que la curva de dificultad es demasiado benévola -aunque eso, precisamente, sea lo que hace que te mantengas jugando durante horas sin darte cuenta.

"Dream Team Bros tiene un guion ligeramente menos inspirado que sus anteriores entregas y carece de una progresión real en los personajes, pero su variedad y diversidad te mantiene pegado a la consola."

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Las medallas aportan un extra en batalla -mayor defensa, aumentar la vida, dañar al enemigo- pero ni se exprime del todo su potencial ni parece que el equipo de desarrollo le haya dado mayor importancia a estos pequeños recursos. Aprendes nuevos movimientos muy divertidos a medida que avanza la aventura, pero el principal problema es que no da la sensación de que ganes experiencia, de que estés jugando a un RPG. ¿Es algo intencionado? De nuevo, Dream Team Bros tiene su propia concepción del género: "Simplemente tomamos lo mejor de los juegos de RPG y de los juegos de acción," decía Kubota, director y guionista de la aventura, en el mismo Iwata Asks. "Es un juego con partes de ambos bien equilibradas. Al mismo tiempo, está cuidadosamente ajustado para no resultar demasiado complicado o demasiado fácil, así que está abierto a una gran variedad de jugadores."

Ese equilibrio y ese ritmo del que hablaba al principio permite unas partidas dóciles y una evolución constante: todo en este juego está cuidadosamente planeado. Es más, combina a la perfección simplicidad con locura, con situaciones ridículas por extravagantes que, por encima de todo, rebosan sentido del humor, tanto en su concepción original como en la maravillosa localización al castellano. El apartado gráfico, con personajes creados píxel a píxel, nos regala unas animaciones artesanales y deliciosas que arrancan más de una sonrisa y que le aportan esa calidez tan personal. Además, siendo tan accesible, no es extraño que se pasen volando las casi cuarenta horas que puede llegar durar la campaña. No creo que se pueda estirar mucho más, pero sí acortar bastante: su exploración es tremendamente intuitiva gracias al diseño de los niveles, que aunque no pueden -ni creo que pretendan- esconder su simpleza son agradables de recorrer, pero podemos ir al grano fácilmente si así lo deseamos.

También hace un trabajo excepcional en acercarnos la figura de Luigi como personaje y en redondear las aristas de su personalidad, por muy plana que sea, que resultaban un tanto desconocidas, o si bien, no del todo claras. No es solo que sea un holgazán con brotes de narcolepsia: es también un personaje que lucha constantemente contra sus miedos y que tiene una visión idealizada de sí mismo que es prácticamente igual que la real. Un tipo, como dije en el análisis de Luigi's Mansion 2, con los pies en el suelo, a pesar de que en esta aventura se pase la mitad del tiempo tumbado.

Dream Team Bros. tiene sus más y sus menos, como un guion ligeramente menos inspirado que sus anteriores entregas o la ausencia prácticamente total de un cambio real en la progresión de los personajes, pero su variedad y diversidad es lo que te mantiene pegado a la consola hasta el final. Dice Nintendo que este es el año de Luigi, y vaya si está siendo así: solo esperamos que de vez en cuando haga un paréntesis en esas cabezaditas diarias y siga visitándonos con esta vitalidad. Si es con juegos de la calidad de Dream Team Bros, nosotros estaremos más que encantados de verle despertar.

8 / 10

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