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Análisis de Brothers: A Tale of Two Sons Remake - Un viaje imposible de olvidar

Lágrimas en la lluvia.

Eurogamer.es - Recomendado sello
Un remake que tal vez no era necesario, pero que sirve para dar una nueva oportunidad a quienes lo dejaron pasar en su día y como excusa para volver a dejar sin palabras a quienes lo vivimos entonces.

Podríamos entrar de lleno en el debate sobre lo innecesario de algunos remakes, y tal vez no sería difícil llegar a un acuerdo sobre el exceso de estos, con estudios que se refugian en avances técnicos para paliar la preocupante falta de creatividad en el sector. También es verdad que somos débiles ante este tipo de contenido, especialmente si guardamos cariño o cierta afinidad con la obra original; caemos de nuevo por el hecho de revivir una obra que nos ha marcado, sin obviar, claro, que estas versiones remozadas sirven para dar una segunda oportunidad a quienes las dejaron pasar en su día por unas razones u otras. Una llamada de atención que quizás no llegaría si no se da el paso del remake o el remaster, evitando así que juegos interesantes queden relegados al oscuro pozo de la biblioteca de juegos pendientes que, con el vertiginoso ritmo que lleva el sector en cuanto a número de lanzamientos, cada vez es más extensa.

Adoro Brothers: A Tale of Two Sons, pero si me preguntáis si considero necesario un remake de la ópera prima de Josef Fares os diría que no. El original, lanzado en 2013, resiste bastante bien el paso del tiempo a nivel visual y, sobre todo, lo hace su concepto tan único, del que luego hablaremos. Sin embargo, volver a disfrutarlo ha sido evocador. Así pues, este remake liderado por Avantgarden se centra, sobre todo, en ofrecer mejoras a nivel visual gracias al uso del Unreal Engine 5, aprovechando así la eficiencia del motor de Epic Games para resultar más atractivo gracias a unos escenarios ahora más bellos y mejor iluminados, reforzando la estética de cuento que posee el conjunto, y que quizás se afea ligeramente en el diseño de los personajes, cuyo aspecto y acabado queda ahora demasiado plasticoso y con un estilo más abrupto que el original, donde encajaba mejor su fisionomía gracias a ese toque pincelado con el que se adornaba el apartado artístico. A pesar de esto, en líneas generales es un remake bastante respetuoso y no se adorna demasiado para conservar el enfoque con el que Fares y su equipo lo concibieron hace ya más de diez años. La decisión más arriesgada y polémica llega de algo que podría considerarse como una mejora que, en este caso concreto no lo es; hablamos de la inclusión de un modo cooperativo local que rompe de lleno con su esencia y particularidades. Que en otros juegos encaja, pero aquí tajantemente no.

Porque el gran elemento de diferencial de Brothers es que tomamos el control de los dos hermanos de forma simultánea, con el uso de los respectivos joysticks y los gatillos analógicos para realizar acciones contextuales. Todo está meticulosamente construido para sacar partido de este elaborado ejercicio de coordinación a la hora de resolver puzles y superar precipicios en el camino de los protagonistas hacia el árbol de la vida para obtener allí el brebaje necesario para salvar la vida de su padre. Tal vez estéis pensando que es exagerado decir que un modo cooperativo sobra en un juego en el que hay dos personajes que deben ayudarse, pero la diferencia es que aquí sí que hay motivos para manifestar cierto rechazo por esto, debido a que influye tanto en el desarrollo como en la narrativa y en el mensaje que pretende transmitir. De hecho, cuando se activa el modo en cuestión el propio juego te deja un mensaje de aviso recomendado continuar en solitario porque es como se concibió originalmente. Es un modo que tal vez se ha incorporado porque los dos siguientes juegos publicados por Fares (quien no está involucrado en este remake, por cierto) basan su desarrollo en el cooperativo local, y tal vez por justificar algún añadido más allá que el remozado apartado gráfico. Pero si bien no hace daño a nadie y se puede obviar, es, a todas luces, innecesario por concepto.

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El paso del tiempo le ha sentado fenomenalmente al juego, puesto que las situaciones que plantea son un derroche de originalidad y de un exquisito diseño de niveles que nos empuja suavemente y casi por inercia a saber por intuición cuál es el siguiente paso a dar, sin necesidad de dejar llamativas referencias para marcar nuestro camino. Puede que, especialmente en los primeros compases de la aventura, resulte algo complejo y hasta frustrante el control de los personajes, pudiendo llegar al punto de tener que detenernos unos segundos para pensar cómo mover a cada uno de ello, pero esos inconvenientes se van evaporando con el paso de los minutos y, salvo en ocasiones puntuales donde se puede llegar a cambiar por completo la estructura debido a que constantemente ofrece situaciones cambiantes, terminamos fluyendo con naturalidad, siendo la cámara y su ubicación el único obstáculo que nos pueda llegar a incomodar por momentos. Es fabulosa la variedad de situaciones que propone la aventura en tan poco tiempo, ya que es una experiencia que podréis completar en apenas tres horas, siendo una opción ideal cuando busquéis algo que queráis disfrutar de una sentada.

Lo que me ha quedado claro con este remake es que Brothers: A Tale of Two Sons es una obra maestra. Lo era hace once años y lo es ahora, independientemente de sus gráficos. Porque lo importante aquí son otras cosas, como la capacidad que tiene de transmitir más que juegos llenos de diálogos sin que se esboce ni una sola palabra, más allá de los dispersos alaridos de los protagonistas en un idioma inventado. Es una muestra de que Josef Fares entiende la industria como muy pocos y que tiene un talento innato a la hora de plasmar su creatividad con un diseño variado y aprovechando de forma espectacular el lenguaje del videojuego para hacernos comprender y sentir. Una aventura que llena el corazón y lo hace añicos, capaz de dejar un poso imborrable que muchos superventas no pueden ni alcanzar a imaginar.

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