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Resonance of Fate

Un juego de culto.

El último elemento importante de este sistema de combate son los Tri-Ataques, que como podréis suponer a raíz de la posibilidad de poder mover a los personajes por el escenario consisten en triangular sus líneas de acción de tal manera que lleven a cabo un ataque combinado. El resultado de estos es devastador para los enemigos, y aunque es más o menos fácil hacerlo en los combates que nos encontraremos, dentro de las mazmorras es algo más complicado y requiere que pensemos la forma de hacerlos ya que están llenas de enemigos y a la mínima que nos despistemos nos tumbarán al suelo. Asimismo no hay que olvidar que cuando atacamos a grupos de enemigos dirigidos por un líder, acabar con él supondrá la victoria automática.

La curva de dificultad de estos combates (y del juego en general) lejos de ser progresiva es bastante elevada desde buen comienzo y si no tenemos un buen control de todas las acciones que podemos hacer (especialmente de las acciones heroicas) nos costará entrar en la historia. Pero el problema más que sea un juego difícil es que muy a menudo la dificultad es discordante, podemos estar recorriendo una zona llena de enemigos sin problemas y de repente encontrarnos con un jefe final que nos parecerá imposible de derrotar. Estos cambios de dificultad son bastante habituales en el juego y hacen que la barrera que hemos de superar para empezar a disfrutar sea todavía más alta si cabe. Ahora bien, como hemos dicho antes los jugadores que superen las primeras horas de juego acabarán disfrutando como enanos de sus batallas intensas ya que una vez que lo pillas todo es muy gratificante.

Mejorar el nivel de los personajes y de las armas es fundamental para poder avanzar y plantar cara a esta elevada curva de dificultad. Ambos niveles van por separado y en el caso de las armas nos permite medir la potencia de ataque, el retroceso, la velocidad y aceleración de carga, la dispersión, el tamaño del cargador, el peso... Como veis no estamos hablando de un juego precisamente sencillo; pero también es cierto que supone una acertada alternativa al clásico cambio de armas por unas más poderosas que es típico de este género. De hecho, hasta podemos acoplar elementos a las armas para hacerlas más poderosas, así que imaginad las posibilidades de personalización.

Las cinemáticas son otro de los logros del juego, son espectaculares.

Es en el sistema de misiones y en la forma como se estructura el juego donde encontramos los principales puntos débiles de Resonance of Fate. Y es que parece que el sistema de combate y la parte de misiones hayan sido desarrolladas por dos equipos completamente distintos. Así como el sistema de combate nos ha parecido innovador en varios aspectos la parte relativa a las misiones es tremendamente tradicional y lo que es peor, no están bien introducidas en la historia. Esa incoherencia clásica de que aún siendo mercenarios peligrosos acabemos solucionando los problemillas de todo el vecindario no es algo nuevo en el género de los JRPG, pero es que en este caso estas misiones de recadero acaban siendo muy a menudo un total sinsentido. Y eso por no hablar de las situaciones de humor surrealista japonés, que afortunadamente, a diferencia de las otras estas sí que molan y te ríes de los absurdas que son.

Además de este problema en el sistema de misiones, que gracias a la propia mecánica de combates y exploración podría pasarse por alto, hay otro factor que también está relacionado con esto y es el gran tiempo que acabamos perdiendo yendo de un lado a otro para cumplir estas misiones. Desplazarse bastante lento, y aunque cada vez que activamos un ascensor nos movemos más rápidos entre las plataformas, sí que es cierto que de las tropecientas horas que le dedicaremos al juego (el marcador de horas ya viene preparado con tres ceros) muchas de ellas nos las pasaremos como se las pasaría un ascensorista.