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Legendary

Legendariamente mediocre.

Cuentan las leyendas de la Antigua Grecia que, entre los Titanes, existía uno con un especial aprecio hacia los mortales: Prometeo. Éste les enseñó el fuego, hasta entonces potestad de los Dioses del Olimpo. Zeus planeó su venganza, y para ello ordenó a Hefesto que creara la primera mujer, que sería regalada al hermano de Prometeo junto a un ánfora que contenía todos los males de la Humanidad: vejez, enfermedad, locura, crimen…

Pese a que Prometeo le advirtió de que no aceptara regalos de los dioses, Pandora fue acogida por el hermano del Titán. Llevada por la curiosidad que Zeus le provocó al prohibirle expresamente abrir el ánfora, Pandora se asomó para descubrir su contenido… Y los males se esparcieron por toda la Humanidad.

Legendary nos sitúa en la actualidad, donde un empresario llamado LeFey lleva años siguiendo el rastro de la Caja de Pandora, artefacto que ha sido encontrado pero no identificado como tal. Manda a nuestro protagonista, un ladrón llamado Deckard, a conseguirla… y abrirla. Cuando lo hace, una cuchilla le atraviesa la mano, dotando a su brazo de poderes. Sin embargo, también libera un rayo que hace aparecer de la nada bestias mitológicas. Nos tocará huir, pero también encontrar a LeFey para evitar que utilice los poderes de la Caja en su beneficio.

Partiendo de la base de que “muchas bestias mitológicas” no es peor que “liberar todas las desgracias humanas”, por mucho que la introducción diga, desde el principio todo chirría. El argumento no es nada sensato. Los personajes parecen estar de pega y tienen un carisma inferior a cero que hace que sea imposible empatizar con ellos. La aparición de dos sectas con sendos ejércitos que rivalizan por el control de la Caja no hace sino agravar la idea de que todo en este juego está metido a presión, una mera excusa para que peguemos tiros, dejándose por el camino la coherencia argumental.

Y qué tiros. De malos, me refiero. Las armas apuntan un poco a donde quieren, disparan como un intermitente (ahora sí, ahora no, ahora sí…) y son genéricas a más no poder. Los poderes de la mano se reducen a curarte y lanzar una onda que, dependiendo del tipo de enemigo, le afectará de una forma u otra. Todo en Legendary ha sido visto hasta la saciedad.

Sobre los enemigos, tenemos a monstruos sacados de diferentes culturas. Dragones de Fuego, en realidad unos trozos de roca que se convierten en bolas y te lanzan magma; las Nari, una especie de hadas que se hacen inmateriales y que en grupo molestan más que una mosca cojonera; Arañas de Sangre, de arañas nada, son unos bichos que explotan; Grifos, de los que vuelan, no de los de abrir la ducha; minotauros, muchos hombres lobo y un par de jefes finales.

La mecánica del juego es repetitiva a más no poder. Avanza, gira válvula, pega tiros, desbloquea puerta, avanza. Vuelta a empezar. Ni siquiera hay puzles que te hagan pensar más de una millonésima de segundo. Los diferentes tipos de enemigos se terminan quedando cortos. Acabarás especialmente hasta las narices de los malditos hombres lobo, a los que hay que decapitar para que no se regeneren. Sobre el papel podría parecer una buena idea, pero el resultado es realmente desesperante.

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Legendary

PS3, Xbox 360, PC

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Jaime San Simón

Redactor

Jaime lleva en Eurogamer.es desde los inicios y es nuestro experto en juegos indie. Tú ponle ahí cuatro píxeles hechos con amor y ya le puedes dar megatones hiperpoligonizados, que él, se quedará con lo primero.

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