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Análisis de Mario vs. Donkey Kong - Nintendo recupera al fontanero más ingenioso y menos plataformero

Mini Mario.

Mario vs. Donkey Kong recupera un título olvidado por Nintendo que destaca más por la parte de puzles que por la de plataformas.

El 2024 de Nintendo parece centrarse sobre todo en recuperar diversos títulos del pasado de la compañía. Tras cerrar 2023 con Super Mario RPG y abrir el año con el recopilatorio de Another Code, Princess Peach es el único título nuevo en el horizonte en el momento de escribir estas líneas; más allá quedan remakes de Luigi’s Mansion 2 y Paper Mario: La Puerta Milenaria. De todos estos títulos, quizá el menos evidente para recuperar sea este Mario vs. Donkey Kong, publicado originalmente en 2004 para Game Boy Advance. Más cercano a los puzles que a las plataformas, el juego de NST (estudio norteamericano de Nintendo) ejerce como sucesor del Donkey Kong para Game Boy de 1994, una línea de títulos del fontanero de la que llevábamos sin saber desde el Mario vs. Donkey Kong 2: March of the Minis para Nintendo DS de 2006.

Mario vs. Donkey Kong comienza con el gorila tirado en el sofá mirando la televisión hasta que un anuncio de televisión de los juguetes MiniMario llama su atención. Armado con un enorme saco, Donkey Kong entra en la fábrica de los juguetes para llevarse los pequeños robots, y el propio Mario se tendrá que encargar de seguirle a través de media docena de mundos (más un par extra propios de este remake) en busca de los MiniMarios perdidos.

A nivel visual este remake opta por dejar atrás los sprites prerrenderizados del original de GBA y se acerca más al estilo que uno esperaría de un Mario 3D actual. Por el camino se pierde un poco la identidad del original, aunque el remake sabe jugar sus propias bazas; el acabado metálico de ciertos enemigos y el aspecto plástico de los propios MiniMarios realzan la sensación de estar rodeados de juguetes en muchos de los escenarios.

Mario vs. Donkey Kong es un juego que tiene claramente alma de portátil: cada uno de los ocho mundos (seis originales más dos nuevos, Alegre Minilandia y Cima Resbaladiza) está dividido a su vez en ocho niveles de corta duración que se pueden resolver de una sentada. Seis de estos niveles desarrollan varias mecánicas relacionadas con el mundo en el que transcurren, desde moverse con lianas en Jungla Donkey Kong hasta cambiar la dirección de cintas en Bosque Místico. Al completar estos seis niveles, desbloqueamos una pantalla donde debemos conducir a un grupo de MiniMarios para recoger las letras T-O-Y sin perder juguetes en el camino. Finalmente, cerramos el mundo con un nivel de combate contra el propio Donkey Kong.

El título brilla con luz propia cuando destaca su parte de puzles: Mario vs. Donkey Kong reduce la velocidad y el tamaño de cada nivel, centrándose en lanzar ideas nuevas a cada paso y reconfigurarlas continuamente, dando una identidad única a los diferentes mundos. Cada enemigo, cada tipo de bloque y cada power-up tiene su hueco preciso en el diseño de unos niveles que tienen dos caras: primero tenemos que conseguir una llave para abrir una puerta y luego alcanzar uno de los MiniMarios perdidos.

Las mecánicas que aprendemos se llevan un paso más allá en los niveles de los MiniMarios, donde tenemos que pensar al mismo tiempo en el movimiento de Mario y en lo que harán los juguetes, que nos seguirán como Lemmings. Los MiniMarios tienen sus propias normas - no pueden subir escaleras, por ejemplo - y trazar una ruta que permita llegar a todo el mundo a salvo a la salida pone a prueba nuestra capacidad de anticipación.

Por supuesto, no basta con llegar al final del nivel si queremos sacar todo el partido a la experiencia del juego. Cada pantalla esconde a simple vista tres regalos que requieren de algo más de ingenio y precisión, en ocasiones haciéndonos replantear por completo la estrategia para completarlos. Terminar un nivel sin estos regalos nos deja como recompensa una estrella transparente; Mario vs. Donkey Kong pide a gritos obtener la estrella dorada de cada nivel.

El tema del plataformeo es algo menos acertado que los puzles; quizá la experiencia reciente con el magnífico Super Mario Bros. Wonder me haya arruinado las expectativas, pero no he llegado a sentirme cómodo en ningún momento con las inercias de Mario, herederas de otra época del personaje. Los controles a veces se quedan cortos en los pequeños detalles; intentar engancharse a las escaleras en salto o agarrar objetos recién colocados en el suelo no siempre arroja el resultado que esperamos. De hecho, la parte de plataformas funciona mejor cuando sirve a los puzles, por ejemplo cuando el diseño de niveles nos exige sacar provecho a las diferentes alturas de cada variante del salto en rápida sucesión.

Esto se traslada a los encuentros con Donkey Kong; los más divertidos son los que se centran más en la parte de puzles, mientras que los de plataformas resultan algo tediosos si queremos conseguir la estrella dorada. En ocasiones resultan incluso injustos; Donkey Kong tiene la manía de lanzar objetos que son imposibles de esquivar con sorprendente frecuencia. El epítome de esto es el enfrentamiento en la Jungla, que a pesar de ser el segundo encuentro, depende más de la suerte que de la habilidad. Igual conseguimos desplazarnos por cuerdas a toda velocidad y recibe el impacto de cuatro frutas antes de que nos demos cuenta o bien nos lanza a la cara un enemigo en mitad de un salto calculado y arruina nuestra estrategia sin reacción posible.

Quizá por ello una de las novedades más promocionadas de este remake, más allá del lavado de cara gráfico, ha sido un nuevo “Modo Relajado” que nos permite equivocarnos varias veces y que cuenta con checkpoints a lo largo de los niveles. Aunque a nivel personal he preferido no darle uso, creo que más de un jugador agradecerá su existencia para los niveles en los que el juego parece decidido a frustrarnos.

Al igual que en el Mario vs. Donkey Kong original, una vez terminamos todos los mundos desbloqueamos dos variantes distintas de juego: los mundos Plus y los niveles de Experto. Ambos sacan todo el partido a las mecánicas del juego base, algunas de las cuales quedan un poco infrautilizadas en la campaña principal, y le dan un impulso a la complejidad y dificultad del juego. Dicho esto, se habría agradecido haber explicado mejor algunas de estas mecánicas; Nintendo suele destacar positivamente por su buen hacer a la hora de que el jugador interiorice fórmulas de gameplay, así que resulta sorprendente la manera en que el remake de Mario vs. Donkey Kong nos lanza ideas nuevas o las rescata de hace varios mundos sin dejarnos un campo de pruebas adecuado en el que experimentarlas para resolver nuevas variantes más complejas.

Los Mundos Plus manejan la idea básica de los niveles de MiniMarios, pero con un solo juguete al que llevar a la salida. Son más cortos que los niveles originales (solo hay que llevar el juguete a una puerta cerrada, no hay otra mitad del nivel al otro lado) pero algo más difíciles debido en gran medida a cierta tendencia de los MiniMario a actuar de manera imprevisible. Cuando los juguetes no deciden saltar a lo loco, sus puzles ofrecen algunos de los desafíos más interesantes del juego y nos obligan a planificar mejor nuestros movimientos para que las rutas de Mario y el juguete no se crucen con ningún obstáculo.

Los niveles de Experto llevan las mecánicas del juego base hasta sus últimas consecuencias, pero se asegura de que tengamos una buena base al requerir estrellas doradas para ir desbloqueando niveles adicionales. Aquí encontramos de nuevo la dualidad de Mario vs. Donkey Kong; por norma general los niveles que requieren más precisión son los menos agradables de jugar, mientras que los que se basan en encontrar una solución a un problema destacan fácilmente entre el conjunto por su ingenio.

Mario vs. Donkey Kong trae de vuelta el juego de 2004 con solvencia, aunque algunos elementos de plataformeo se podrían haber actualizado de forma más exitosa. En sus mejores momentos el juego de NST demuestra que en el corazón de todo buen nivel de Super Mario hay un puzle que juega a combinar diferentes elementos para sorprendernos y ponernos siempre a prueba. A pesar de los momentos de plataformas algo más frustrantes, creo que el relanzamiento de Mario vs. Donkey Kong deja entrever que la línea de juegos iniciada por Donkey Kong ‘94 tiene potencial para convertirse en una línea más de las futuras aventuras del fontanero en la hoja de ruta de Nintendo.

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