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Golden Axe: Beast Rider

O como dar el golpe de gracia a una saga.

Las posibilidades en cuanto a combos también son mucho más limitadas de lo que prometían y la velocidad de respuesta del control no se adecua a la del combate. ¿Consecuencia? Terminaremos machacando el botón de ataque sin más inquietud que la de acabar la refriega lo antes posible.

Las capacidades mágicas de Tyris son igualmente ridículas. Tiene a su disposición dos ataques, llamémoslos “bola de fuego genérica con autoapuntado” y “anillo de fuego”. Ambos alimentados por el poder de las pociones azules, conseguidas pateando duendes azules o por otros medios —exacto, rompiendo cofres—. También se puede englobar en esta categoría a la Golden Axe, el hacha que da título al juego y que se puede utilizar como arma arrojadiza desde el principio de la aventura.

Como ya hemos dicho, la acción transcurre en el mundo de Yuria, uno de los más pobres y vacíos de lo que llevamos de generación. Las rutas se reducen a avanzar por un camino perfectamente delimitado y el factor de exploración es inexistente. De vez en cuando nos toparemos con algunas trampas de dudoso ingenio y otras con la necesidad de acabar con todos los enemigos para que se abra el portón de turno. Como veis, el diseño podría haberse sacado del Manual para Crear Juegos de Hace Diez Años. Al igual que la animación de Tyris a la que, por cierto, nos gustaría saber por qué la han tapado tanto. En el original llevaba mucha menos tela. Los movimientos de la amazona son acartonados y rígidos para los tiempos que corren. Mientras lo jugábamos no pudimos evitar recordar el Blade: The Edge of Darkness. Y eso, ahora, no es bueno.

Entonces si el control es malo, los combates aburridos y la historia ya la conocemos, ¡¿qué queda?!, diréis. Pues quizá experimentar la sensación de cabalgar a lomos de las cinco bestias. Y decimos quizá por decir algo, porque no sólo son un caos a la hora de controlarlas sino también exageradamente débiles. Montarlas durante los combates suele ser una mala idea. Tarde o temprano el enemigo de turno te derribará para encaramarse a tu mascota, momento en el que ésta se vuelve inexplicablemente más resistente a los golpes. En contra de la impresión inicial al ver uno de estos bichos, cabalgar en su lomo se convierte en un impedimento para avanzar, consecuencia del tosco control y la rigidez. Por ello es mejor utilizarlos sólo cuando sea estrictamente necesario para tirar adelante.

Toda la experiencia del modo historia se podría haber salvado si Secret Level hubiese tenido a bien incluir algún modo multijugador pero, mal que nos pese, no ha sido así. Con el magnífico modo historia tenemos suficiente, debieron pensar.

Por estos motivos, y otros que ni siquiera hay que mencionar, Beast Rider es una de las compras más dudosas que se pueden hacer este año. Lo único que tiene de Golden Axe es el título y los dos o tres guiños obligados, que no lo salvan del fracaso. Quizá nos equivoquemos, pero en vistas de la acogida que se le está dando a los nuevos arcades de estilo retro, como Bionic Comando Rearmed o Castle Crashers, tiene cabida cuestionar el acierto de Sega al ofrecernos Beast Rider con la pretensión de ser otro hito en la saga, en lugar de plantear un remake más fiel al clásico original —y a los fans—. Independientemente de nuestra opinión, es evidente que el resultado final ha sido catastrófico. Suena duro decirlo, pero es así. De todos modos, ¿quién se acordará de él con la cantidad de bombazos que se nos echan encima?

3 / 10

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