Avance de Pikmin 3 Deluxe - Cómo os echábamos de menos, bichillos impertinentes
Pequeñas aventuras.
Eran otros tiempos, eran otras formas de hacer videojuegos; pero, a día de hoy, me sigue fascinando que el primer Pikmin fuese un juego que podías jugar durante una decena de horas y, después, simplemente perder y tener que empezar de nuevo. El límite de 30 días - dentro del juego - que el Capitán Olimar tenía para terminar su misión en 2002 era brutal, pero también hacía el viaje muy especial, y su secuela, Pikmin 2, intentó replicarlo de una manera más justa. Pikmin 3, sin embargo, parece la cúspide de este equilibrio entre supervivencia y estrategia que la saga quería alcanzar desde un principio.
Lo hace, además, bajo una premisa muy sencilla. Que los recursos del planeta de nuestros protagonistas se han terminado, y viajamos para buscar más comida. Acabamos aterrizando, claro, en el planeta de los Pikmin. Así, no es que nuestro viaje tenga un día límite fijo - al menos, no que nosotros sepamos de momento - sino que dependeremos de las provisiones que vayamos recogiendo. Por cada día que pase en nuestra exploración, consumiremos una de nuestras provisiones; por cada fruta que encontremos, ganaremos uno o dos botes más de alimento.
Un buen sistema que equilibra la mecánica, sin hacer que apriete más presión de la cuenta, pero que al mismo tiempo nos da un motivo para pensarnos nuestros pasos. Aun así, quedarnos sin provisiones no será fácil, y es una fortuna, porque los niveles de este Pikmin 3 parecen más pensados para ser explorados que nunca. Muchos pequeños detalles, muchos enemigos y frutas escondidas, y puzzles todavía más complejos hacen que en muchas ocasiones la noche caiga casi sin que nos demos cuenta, o sin que hayamos avanzado mucho en la misión principal.
Si bien el ejercicio estructural está claro, también es interesante centrarnos en el propio juego, la exploración en sí: es decir, el uso de los propios Pikmin. Los Pikmin, estas criaturas cabezonas de colores con distintos poderes que responden al sonido de nuestro silbato y parecen siempre dispuestas a ayudar son siempre el centro de la aventura, incluso si esta vez también podemos utilizar a algún personaje más. Porque quizás la principal novedad mecánica es el hecho de que ahora tenemos tres personajes distintos que manejar. Como hemos llegado al planeta de los Pikmin un poco por accidente, nuestra nave ha tenido problemas técnicos y cada uno de los miembros de la tripulación ha salido volando en direcciones opuestas. En la parte del juego que hemos podido jugar para análisis - las primeras fases, justo hasta el segundo jefe - cada personaje ha ido teniendo sus fases individuales, buscando la manera de reencontrarse los unos con los otros, y al final había un segmento bastante extenso en el que podíamos alternar entre el uso de dos de los personajes a la vez.
Mecánicamente, el resto de personajes funcionan más o menos igual que los Pikmin. Esto quiere decir que los reuniremos tocando el silbato, los lanzaremos hacia los enemigos (y puntos de interés varios) con un botón, y rotaremos entre los distintos tipos de Pikmin que tenemos disponibles con los botones L y R. En la parte del juego probada desbloqueamos los Pikmin amarillos, que conducen la electricidad, los rojos, que son resistentes al fuego, y los de piedra, que nos permitirán romper superficies de cristal. La peculiaridad es que, por ejemplo, cuando les lancemos a una superficie elevada, podremos tomar sus mandos y que sean ellos los que pasan a dar órdenes a los Pikmin. Así, los puzzles cuentan con un punto extra de verticalidad bastante novedoso, y que permite crear situaciones más elaboradas.
Además, poder manejar más de un personaje, es decir, poder repartir nuestro grupo y nuestros Pikmin entre distintas zonas y explorar el mapa en diferentes ángulos sin tener que caminar tanto es también importante porque ahora tenemos muchas más cosas que hacer. Llevar fruta para convertirla en provisiones es importante, claro, pero también lo es tener un ejército de Pikmin lo suficientemente potente y cuantioso en números como para poder hacer frente a los enemigos o los desafíos. Especialmente en los primeros compases del juego, el número de unidades que tenemos de cada tipo es fundamental a la hora de asignar tareas y determinar qué unidades podemos arriesgar en los combates y cuales no. Nuestra prioridad, sobre todo, será proteger a los bichillos de los depredadores. No es que haya mucho que podamos hacer si tenemos pocos Pikmins y tres o cuatro enemigos nos pillan por banda, pero en general los oponentes son pacíficos hasta que les obligamos a no serlo, y podremos tomar distancia cómodamente si no nos sentimos preparados. Sobre todo porque, como en las entregas anteriores, no controlamos exactamente lo que sucede en el combate: sólo podemos dar órdenes de movimiento y ataque a los Pikmin, y serán ellos los que asesten los golpes en sí mismos. Los verdaderos picos de dificultad están, en realidad, en las batallas con los jefes. Y si bien es cierto que las dos que nos hemos encontrado por el momento no parecen particularmente inspiradas, también es cierto que su intención era más tutorializar el combate que imponer un desafío imponente.
Dicho esto, quizás el punto de brillantez definitivo en este Pikmin 3 es, precisamente, que perder unidades sigue doliendo como siempre. Da igual que los Pikmin sean bichos un poco feos, un poco inquietantes, con voces chillonas y cuerpos endebles; nos importa, de alguna manera, la forma en la que siempre obedecen nuestras órdenes, y se esfuerzan para ayudarnos y protegernos. Y nos molesta, también, cuando un error nuestro hace que mueran. Pikmin 3 Deluxe, como su versión de Wii U, es a todas luces un juego más amplio y más ambicioso que cualquiera de las entregas de la saga, pero eso no le hace perder de vista los pequeños detalles que hacen la saga especial. Nos quedamos, por tanto, a la espera de poder probar los nuevos añadidos que esta versión propone para terminar de redondear el conjunto.