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Banjo-Kazooie: Baches y cachivaches

NO es un juego de plataformas.

Y es que tal como ilustra el propio título de este Baches y Cachivaches, en la nueva aventura de Banjo-Kazooie además de ser un Homo Saltadore-Recolectore tendremos que enfundarnos el traje de mecánico y fabricar nuestros propios transportes. Esta vez, además de las muchas habilidades del tándem protagonista, nos ayudaremos de los vehículos que construyamos para ganar a la bruja Gruntilda y sus secuaces. Es la gran novedad de esta entrega y a la vez la parte polémica. ¡Otra vez nos quieren hacer trabajar cuando sólo queremos divertirnos y no pensar! Pues sí. Pero celebro que de entrada os mostréis escépticos con esta nueva opción, porque seguramente cuando la probéis cambiareis de opinión. No sólo es lo más novedoso, sino que encima es lo mejor de este Baches y Cachivaches.

Permitidme ahora una experiencia personal. De pequeño solía jugar con mis primos y hermano a un juego que consistía en fabricar pequeños coches con piezas de LEGO para luego hacer carreras en la calle que hacía bajada del pueblo. Era una gozada ver como cada uno construía el suyo en función de sus intereses; había quien sólo quería ganar y simplemente utilizaba una superficie fina, le colocaba un buenas ruedas de tanque detrás y colocaba el muñequito arriba sin chasis ni nada; estaba también el que estudiaba detenidamente el diseño de su cochecito para que volcase las menos veces posible y arañara cuantos más segundos al crono, era el que utilizaba ruedas de suspensión, alerones, etc; y finalmente quedaba el que no pretendía competir, sino que sólo se preocupaba de tener el coche más bonito posible, y era el que se entretenía metiéndole accesorios inútiles como retrovisores o lucecitas de colores. Pues así es como ve un servidor las posibilidades de construir vehículos que nos brinda este juego.

Tendremos el taller del mítico hechicero Mumbo Jumbo disponible para construir todo tipo de coches, motos, aviones y barcos. Las posibilidades de personalización son elevadísimas, y a lo largo del juego iremos encontrando nuevas piezas y armas para añadir a los bólidos. El objetivo en cada caso es crear el coche perfecto para salir airoso de un reto, y la verdad es que, a veces, la soluciones a las que podemos llegar os harán partir de risa. Fuera del taller llegará el momento de probar nuestras creaciones y ver si somos unos genios del diseño o más vale que nos dediquemos a otra cosa. En cualquiera caso, lo que sí que apreciaremos una vez tengamos a Banjo al volante es que se podría haber pulido más el control, pues aunque no son frustrantes podrían responder un poco mejor. También, y si definitivamente te da mucha pereza construir coches, existe la posibilidad de comprar planos de vehículos ya hechos.

Si en lo mecánico Banjo saca una buena nota, en lo técnico este juego es de los primeros de la clase. A nivel visual el juego es impresionante, de lo mejor del catálogo de Xbox 360. No entraremos en detalles sobre el número de polígonos ni en comparaciones de motor gráfico ni nada porque tampoco es la especialidad de un servidor. Solamente podemos decir –después de darnos una vuelta por el juego– que luce de maravilla. A nivel artístico, los personajes están excelentemente creados y todos ellos, hasta el más secundario, tiene su propia personalidad y carisma. Banjo y Kazooie están perfectos con su nuevo cambio de look. Por su parte, los escenarios son toda una proeza de lo visual y están formados por unas texturas que os recordarán mucho a títulos de la época del primer Banjo como Yoshi's Story y Mischief Makers de N64, o Super Mario Galaxy y LittleBigPlanet de las consolas actuales. Sobre todo, destacan por esa tendencia que tienen hoy en día muchos de estos juegos, que usan texturas y motivos sacados directamente de objetos cotidianos para crear escenarios con todo el encanto de las cosas hechas a mano. En este sentido, los niveles parecen como grandes maquetas llenas de juguetes en su interior que nos esperan para pasarlo en grande como niños encerrados en un gran parque infantil.

Y es que además de ser como un gran juguete virtual, el nuevo Banjo también tiene algo de sandbox (lo entenderéis cuando os pidan que pulséis el botón para subir a los vehículos). Para los que no conozcan este término, significa que el juego transmite al jugador una sensación de libertad para hacer muchas cosas como las que podría transmitirnos un título como Saints Row 2... De hecho, mirad si nos vamos a poner chulos para finalizar este análisis que os vamos a comparar el juego de Rare con el de THQ. De esta forma, Saints Row 2 sería como un niño vestido con esmoquin, es decir por fuera parece que nos quieran vender un contenido adulto pero en el fondo no deja de ser un niño juguetón dando brincos por un mundo lleno de tonterías de crío. Banjo, en cambio, es como Jaimitio Borromeo o Angus Young en sus mejores tiempos, es decir, un adulto embutido en un traje de niño. Baches y Cachivaches tiene la apariencia de un juego sencillo pero esconde en su interior un esqueleto jugable profundo y que al mismo tiempo es capaz de retarnos, picarnos y hacernos pasar un muy buen rato. Es además un juego que ha intentado innovar, que plantea propuestas creativas y que encima se ve y oye de muerte. Un título muy recomendado para los fans del original y que gustará a un amplio espectro de público, desde los 10 hasta los 99 años.

Ahora me despido, antes de que los fans de AC/DC vengan enfurecidos a por mí.

8 / 10

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