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Primeras impresiones de Vampire: The Masquerade - Bloodhunt - Un battle royale con potencial, pero con mucho por pulir

La mejor forma de desquitarse de tus amigos es sobrevivirles.

Al hablar de Vampiro: La Mascarada es inevitable pensar en juegos de rol, no solo porque el juego de mesa sea toda una institución dentro del género, a la altura de Dungeons & Dragons, sino también porque, a excepción de las recientes (y excelentes) novelas visuales que transcurren en su universo, en el videojuego la franquicia siempre ha escorado hacia el RPG. Por eso resultó tan sorprendente el anuncio de Vampire: The Masquerade - Bloodhunt, porque lo último que nos esperábamos inspirado en este mundo es un battle royale.

A diferencia de lo que cabría esperar del grueso de battle royales, a excepción quizás de Fortnite, Bloodhunt se preocupa mucho por el lore del mundo que habita. Partiendo de lo sucedido en la quinta edición del juego de rol de mesa, publicada en 2018, el descubrimiento de las agencias gubernamentales occidentales y del Vaticano de la existencia de los seres sobrenaturales hace que unan sus fuerzas para crear La Segunda Inquisición, con la cual acabar no solo con los vampiros, sino con toda criatura sobrenatural que pueda existir más allá de la vista de los humanos. Esto tendrá consecuencias inmediatas, como la destrucción de una importante sede de vampiros en Viena, y provocará una batalla campal en Praga cuando los Anarquistas vendan a los miembros de la Camarilla a la Segunda Inquisición justo en el momento en el que, en teoría, iban a firmar un tratado de paz.

¿Mucho lore? No importa; al igual que en Fortnite, no hace falta conocerlo para disfrutar del juego. Está ahí como un interesante telón de fondo que disfrutarán quienes estén mínimamente familiarizados con Vampiro: La Mascarada, y que fascinara a quienes estén al día con el metajuego - a fin de cuentas, Praga ha sido siempre un bastión importante para los vampiros y el juego de rol no nos tenía informados de qué ha ocurrido allí en todo este tiempo -, pero que no se pone en el camino de lo que la mayoría de jugadores esperan del juego: matar definitivamente a otros vampiros y desgarrar alguna que otra traquea humana.

Porque al final, Bloodhunt es un battle royale. Bebe de forma notoria de la fórmula PUBG, aunque a lo que más recuerda, tanto en su interfaz como en los aspectos jugables particulares, es a Call of Duty: Warzone. Por lo demás, es todo lo que nos cabe esperar del género: tenemos una niebla mortal - que al tener que ver con vampiros, es roja -, loot que saquear y puntos de spawn a lo largo y ancho de todo el mapa. Pero además, de Fortnite toma también el equipo legendario custodiado por NPCs, en este caso miembros de la Segunda Inquisición, además de añadir algo de su propia cosecha heredado del juego de papel y lápiz, como son los poderes vampíricos y las resonancias de sangre.

Lo primero no tiene demasiadas vueltas. Tenemos seis clases divididas entre tres clanes, elegimos una clase y, asociados a la misma, nos dan dos poderes diferentes que pueden ir desde ser prácticamente invisibles o lanzar por los aires a nuestros enemigos hasta cosas más originales como cegar a nuestros enemigos durante un breve periodo de tiempo de lo increíblemente carismáticos y atractivos que somos. Por otra parte, lo de las resonancias de sangre sí es algo que no hemos visto antes en el videojuego, porque en Bloodhunt podremos alimentarnos de sangre de humanos para curarnos, pero no toda la sangre es igual. Los humanos pueden tener cuatro tipo de sangre diferentes - colérica, melancólica, flemática o sanguínea -, y cada una de ellas nos dará unos beneficios específicos diferentes, como más vida máxima o más velocidad, haciendo que elegir a quién nos comemos y a quién dejamos tranquilo también sea una decisión táctica tanto o más importante que el arma vamos a empuñar.

Por desgracia, alimentarse no es tan fácil como dejar seco a un humano e irse tan campante. En este mundo los vampiros tienen leyes, y la ley más importante es la de La Mascarada, que regula que ningún vampiro puede hacer nada que ponga en peligro que los humanos sigan sin saber de la existencia de los de su especie, bajo pena de muerte. ¿Cómo se traduce esto en el juego? En que si nos alimentamos o usamos nuestros poderes delante de humanos, exponiendo nuestra naturaleza y rompiendo la mascarada, se iniciará automáticamente una caza de sangre que comunicará a todos los demás jugadores nuestra posición durante un minuto. Esto, en la mayoría de circunstancias, supondrá nuestra muerte de forma prácticamente inevitable a manos de otro jugador.

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Todo esto, sumado a la verticalidad de los escenarios, ya que como vampiros podemos escalar edificios sin problema alguno, hace que el juego se sienta como un battle royale diferente. Uno con personalidad propia. Pero eso no quita que posee un problema innegable: el juego ha salido bastante roto.

Si bien es cierto que está en estado early access, Bloodhunt se ha publicado repleto de bugs, en algunos momentos haciendo el juego prácticamente injugable. Y si bien con los parches de los primeros días se han arreglado los problemas más graves, sigue estando en un estado que difícilmente puede definirse como óptimo.

Pero incluso pudiendo ponernos gruñones, la verdad es que Bloodhunt es un juego prometedor. Aporta algo nuevo a la fórmula de los battle royale, que ya llevan tiempo mostrando signos de agotamiento creativo, y podría ser capaz de competir con los grandes, al menos en cuanto a originalidad e interés se refiere. Si la gente de Sharkmob AB consigue pulir todos sus defectos técnicos y logra extender la base que ya tienen sin desequilibrar de forma excesiva el juego, Vampire: The Masquerade - Bloodhunt posee todas las papeletas para ser un título al cual no pocas manadas querrán hincar el diente.

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Álvaro Arbonés

Colaborador

Desde pequeño me gustó eso de juntar palabras y jugar a videojuegos y aquí hemos acabado. Estoy enamorado de Kirby, la cultura japonesa y todo lo que se lea, vea o escuche y tenga narrativa. También podéis encontrarme en el podcast de videojuegos Checkpoint o en Twitter.
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