Skip to main content
Si haces clic en un enlace y realizas una compra es posible que recibamos una pequeña comisión. Lee nuestra política editorial.

Análisis de This War of Mine: The Little Ones

War on War.

Eurogamer.es - Recomendado sello
This War of Mine nos propone un acercamiento más sensible a los conflictos bélicos través de la experiencia de los civiles.

Uno de mis profesores probó hace unos meses a usar videojuegos para enseñar conceptos sobre urbanística a unos niños pequeños. Aunque SimCity no permite ciudades realmente sostenibles, me comentó que salieron con muchas ideas sobre la ciudad interiorizadas. Poner en práctica una situación es una manera mejor de asimilarla que la simple exposición, algo que este medio parece empeñado en desaprovechar. Juegos como el que nos ocupa que nos recuerdan ese potencial por explotar.

This War of Mine: The Little Ones es un port a consolas del juego para PC de 2014 que nos traslada a la guerra en un papel al que no estamos acostumbrados: el de los civiles que tratan de sobrevivir. El estudio 11bit se inspiró en la Guerra de los Balcanes para darle un giro al género de supervivencia y crafteo, tratando de trasladarnos algunas de las sensaciones de estar inmerso en un conflicto armado.

Comenzamos en un edificio abandonado que varios supervivientes tendrán que convertir en refugio equipado para resistir la guerra. Asediados por los francotiradores de día, tendremos que arreglárnoslas para rapiñar recursos por la noche cueste lo que cueste y transformarlos en objetos, muebles e instalaciones útiles durante el día. Todo ello sin perder de vista el hambre, el cansancio y la salud de nuestros personajes.

Conforme pasan los días se va haciendo evidente que la comida no es suficiente para que todos coman a diario, que los medicamentos son uno de los bienes más preciados que podemos encontrar, que no hay materiales para construir todo lo que se necesita y que las pocas localizaciones seguras no nos dan ni para empezar. El invierno nos hará enfermar si no contamos con calefacción, las olas de asaltos nos pueden dejar sin recursos, un ruido de más en una búsqueda nocturna puede convertirnos en el objetivo de soldados armados y la desmoralización puede acabar desde dentro con los refugios más resistentes.

Lo que diferencia a This War of Mine del resto de juegos bélicos es que no hay héroes, solo gente corriente inmersa en una situación que les supera y que parecía que jamás les iba a suceder a ellos.

Cada campaña cuenta con unos protagonistas distintos con habilidades únicas: un manitas necesita menos recursos para construir las instalaciones que necesitamos (calefacción, cocina, taller...), una persona fuerte puede cargar con más objetos en la mochila, un regateador puede conseguir mejores intercambios comerciando con NPCs... pero sobre todo, cada uno de ellos tiene una historia. A lo largo de los días cada uno nos irá hablando de lo que hacían antes del conflicto y cómo éste alteró sus vidas.

Bruno, por ejemplo, nos dice que él pensaba que la guerra era algo que pasaba en otros sitios hasta que vio en la televisión del restaurante donde trabajaba que los tanques empezaban a sitiar la ciudad donde habitaban algunos de sus amigos. Son relatos muy cortos y sencillos, pero también es fácil empatizar con ellos. En el ejemplo anterior: no hace ni un cuarto de siglo del estallido del último conflicto armado en Europa, pero la guerra ya nos parece algo que solo sucede en otros continentes.

Son estos detalles los que alejan a This War of Mine del resto de juegos bélicos: no hay héroes, solo gente corriente inmersa en una situación que les supera y que parecía que jamás les iba a suceder a ellos. Tampoco hay vencedores: el alto el fuego trae la vuelta a la normalidad, pero ni siquiera se menciona quien ha ganado la guerra, porque lo que importa es la gente que ha perdido una parte de sí misma en el proceso. Los juegos suelen trasladarnos con tanta asiduidad a fantasías de poder que a veces olvidamos que también pueden ponernos en el papel de gente corriente para que comprendamos situaciones que nos son ajenas.

Lejos de optar por una representación visual de la guerra cruda y violenta, la sangre brilla por su ausencia y los disparos apenas tienen fuerza. La particular iluminación y el toque de carboncillo terminar por permitirnos apreciar cierta belleza en pequeños detalles como la luz que penetra por los muros derruidos de nuestro refugio. Creo que esto responde a que el estudio busca ser más didáctico que impactante, aunque quizá termina endulzando de más el conflicto.

Más allá de las campañas con equipos de protagonistas predefinidos, ahora tenemos la posibilidad de crearlas nosotros mismos. Las herramientas para crear campañas personalizadas que se añadieron hace apenas un mes a la versión de PC hacen aquí también su aparición. Permite elegir tanto los escenarios como las personas que aparecerán en ellos, la intensidad y duración del conflicto, la dureza del invierno o incluso añadir nuevos personajes.

Es una herramienta que le puede quitar parte de la gracia al juego, porque una vez se le ven las entrañas se le pierde un poco de miedo. Mis primeras partidas resultaban mucho más asfixiantes cuando no sabía el máximo de días que podía durar la guerra, o cuando entrabas a un edificio sin la menor idea de lo que podías encontrar dentro. Por contra, la posibilidad de crear una partida aumentando la dificultad le hace recuperar parte de su encanto cuando parece que ya lo has visto todo.

This War of Mine: The Little Ones no se conforma con recordarnos todo lo que hay detrás de la guerra: quiere hacernos partícipes de la lucha por sobrevivir y sobreponerse a la desesperanza.

This War of Mine está en su salsa cuando la pura necesidad te empuja a acciones que has tratado de evitar por todos los medios. Cuando te obliga a tratar de colarte en un campo de soldados donde un solo ruido significa la muerte de uno de tus supervivientes y, quizá, la del resto a consecuencia de ello. Cuando robar a unos ancianos desprotegidos pasa de ser algo inmoral a un "o tú o yo" que puede terminar corroyendo la moral de nuestros personajes hasta incapacitarles de puro abatimiento. Los dilemas morales tienen matices de grises porque están integrados en la propia jugabilidad y no como pegotes puntuales: surgen de nuestra forma de jugar y afrontar los encuentros.

La versión de consolas incluye el DLC que se lanzó en colaboración con la ONG War Child, que añade a niños como personajes jugables. Es un cambio bastante más grande de lo que puede parecer: los niños no son capaces de realizar tareas, requieren la ayuda de un adulto para curarse o comer y si no reciben suficiente atención se sienten pronto aislados y empiezan a manifestar sus inquietudes a través de rudimentarios dibujos.

Todos los personajes adultos terminan siendo casi instrumentos: "el que negocia", "el que fabrica", "el que vigila por las noches", "el de los asaltos". Los niños son siempre víctimas de un fenómeno que no comprenden, y tenemos que guiarles para que entiendan lo que está pasando. Hay que tener conversaciones sobre por qué ya no se puede ir al super a comprar comida o por qué no va a poder ver a sus amigos hasta que acabe la guerra.

Los adultos (y nosotros, como jugadores) terminan por aclimatarse a la economía de guerra, a pasar hambre y a dedicar el día a fabricar objetos o muebles que ayuden a seguir adelante. Los niños necesitan jugar, hablar, sentir el calor de la gente del refugio; le recuerdan al jugador lo fácil que es perder la perspectiva de la magnitud de lo que está pasando.

This War of Mine: The Little Ones no se conforma con recordarnos todo lo que hay detrás de la guerra: quiere hacernos partícipes de la lucha por sobrevivir y sobreponerse a la desesperanza. Aunque a largo plazo el juego pierde el impacto de las primeras partidas, siempre sabe transmitir desolación y promover la empatía, en particular en las partidas con niños. Nos recuerda que más allá de la lucha por el día a día está la batalla por no perder la humanidad por el camino.

Read this next