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The Kite

Cometas en el aire.

A menudo, los videojuegos tratan de emular el mundo de la forma más fiel posible dentro de sus posibilidades. Y lo cierto es que gracias a los avances tecnológicos cada día estamos más cerca de que resulte increíblemente difícil distinguir realidad de ficción. Aunque también podríamos decir que este afán por recrear aspectos que casi se pueden tocar supone un recorte en la creatividad, donde imaginación es igual a los medios de los que disponga un equipo para desarrollar un entorno creíble. Y con esto me surge una duda: desde este punto de vista ¿es divertido el mundo real?

El videojuego, como universo plagado de infinitas posibilidades, no conoce, ni debe hacerlo, ningún tipo de límite. Pero, ¿y si en lugar de pegar tiros en localizaciones reales con armamento real, conducir un coche por ese circuito que vemos todos los domingos en televisión, o jugar un partido de fútbol con nuestro equipo favorito y todas sus estrellas plasmadas en pantalla al detalle, alguien nos brindara una experiencia netamente emocional? ¿Sería igual de divertido? ¿Qué entendemos por diversión? ¿Podemos pasarlo bien pasándolo mal? Todo esto daría para un extenso debate, pero en cualquier caso, siempre que se toquen las teclas exactas, se demuestre respeto hacia lo que se quiere mostrar y, en definitiva, se haga bien, mi respuesta, siempre, será un rotundo sí.

The Kite (Anate Studio) viene a darme la razón de la forma más terriblemente desgarradora posible. Y es que todos tenemos la asquerosa costumbre de quejarnos sin descanso sobre qué mal nos van las cosas, pero lo que nunca hacemos en pensar en todos aquellos que realmente viven en un agujero, con su vida pendiendo de un hilo. En esta aventura gráfica tradicional encarnamos a Masha, esposa, madre y ama de casa, quien además de cuidar de su pequeño, o justamente por eso mismo, se ve forzada a aguantar a su detestable marido día tras día. Un ser despreciable que además de no aportar absolutamente nada en casa, gasta los pocos ingresos que tiene en bebida y furcias, además de maltratar física y psicológicamente a su sufrida esposa cuando le viene en gana. Pero Masha es una mujer fuerte y está dispuesta a soportar lo que le venga encima por el bien de su pequeño. Pero lo que ni puede ni va a dejar pasar de ninguna de las maneras es que todos estos problemas repercutan, aunque sea remotamente, a su niño. Y si esto ocurre, hará lo que sea, cualquier cosa humanamente posible, por revertir la situación.

Una historia sobre superación personal en el sentido más extremo. Una aventura corta pero indescriptiblemente intensa, en la que, como Masha, vemos recreados aspectos cotidianos muy duros; como que nuestro hijo pida comida y no tener nada que darle. Un juego que invita a la reflexión, con un claro y profundo mensaje con el que Anate Studio no ha tenido compasión en mostrar la brutalidad de según qué situaciones gracias a un diseño artístico que brilla con luz propia pese a tener la tristeza como principal carta de presentación: el planteamiento de la cruda historia, unido a su aspecto visual y sonoro, donde entornos y personajes dibujados a mano y diferentes sinfonías de Beethoven se funden como un solo ser, hacen que la experiencia consiga ser más abrumadora y demoledora si cabe. Aunque esto último, a su manera, consigue ser igual de hermoso que la esperanza de un futuro mejor para Masha y su hijo.

Podéis (y debéis) descargar gratuitamente The Kite desde aquí, y si realmente no estáis muertos por dentro, el mensaje que guarda este pequeño-gran proyecto de Anate Studio removerá muchas cosas en vuestro corazoncito, pero ello tampoco debería ser atenuante de nada más que ensalzar el gran trabajo de estos chicos y servir como homenaje a ese grupo de personas que, desgraciadamente, no tienen la vida que se merecen. Porque, en definitiva, ante cualesquiera que sean la adversidades a superar, la sonrisa no debe ser exclusiva de esa antigua y diminuta cometa olvidada en un rincón.

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