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PS2: 10 años, 10 juegos

Estos son nuestros imprescindibles.

God of War

por Albert García

Las dos aventuras de Kratos para PlayStation 2, y en especial esta primera, son las principales responsables de que hoy en día el género del hack and slash tenga tantos y tantos representantes en las consolas de la presente generación. El impacto de esta obra del Sony Santa Monica fue tan demoledor como los cadenazos que asestaba su protagonista. Era brutal, seguramente el primer videojuego en el que jugador y personaje acababan gritando –¡¡¡Aaaaaaaaarrrrrrggggghhhhhh!!!– al unísono.

Gracias a un control perfectamente medido, una velocidad y un ritmo imparables, y unos combates variados, multitudinarios y, sobre todo, muy espectaculares se logró una fórmula que aún a día de hoy se mantiene fresca. No nos olvidemos tampoco de sus puzzles, sorprendentemente buenos para lo que se estila en este tipo de juegos, ni tampoco sus grandes enemigos finales.

El juego dirigido por el simpático David Jaffe estaba a otra escala en todos los niveles, una escala de auténticos Titanes, Dioses y Héroes. También en lo referente a nivel técnico, y es que visualmente no fue hasta la llegada de Kratos que muchos se dieron cuenta del potencial gráfico que todavía atesoraba la ya por entonces "viejecita" consola. God of War es el músculo de PlayStation 2.

Grand Theft Auto: Vice City

por Gerard Torres

No sería justo destacar a Grand Theft Auto: Vice City sin recordar su precuela, GTA III, y su fabulosa continuación, GTA: San Andreas, máximo exponente de la saga en mi honesta opinión y uno de los mejores títulos de la pasada generación. Pero si hubo una entrega que lanzó al estrellato a la licencia de Rockstar fue sin duda Vice City, uno de los emblemas de la negra de Sony.

Pese a que San Andreas fue posterior y globalmente superior, Vice City es más y mejor recordado; la ubicación y tiempo escogidos fueron los grandes responsables del inconmesurable carisma de este juego: Miami, años ochenta. Luces de neón, glamourosos boulevards, chicas en bikini y patines, grandes mansiones con piscina y jardín y helipuerto, hasta proxenetas con trajes color lila y carros antiguos. En definitiva, la estética y el feeling de Miami Vice y otros referentes, cargada de contrastes cromáticos y blur por un tubo, que encajó a la perfección con el por entonces joven género sandbox.

Su excelente banda sonora, gigantesco doblaje, el notable salto de calidad en cuanto a gráficos y narrativa y las nuevas opciones jugables, como pilotar vehículos acuáticos o terrestres, confirmaron a la saga como una de las más grandes tras el espléndido pero todavía primigenio GTA III.

Inolvidables los encontronazos con las diferentes bandas de la ciudad, nuestro querido Lance Vance, el tema de llevar negocios o algunas referencias culturales, como el tiroteo a lo Scarface pero con chaleco de balas y más huevos, si cabe. Eso sí, sigo sin comprender cómo Tommy Vercetti pretendía hacerse con Miami sin saber nadar, consciente de que pasear por un muelle equivaldría a flirtear con la misma muerte.