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Análisis de NBA 2K22 - Dos caras, la buena y la injustificable, de una misma moneda

Falta intencional.

2K y Visual Concepts vuelven a demostrar su talento en la pista, pero a costa de descuidar casi todo lo demás.

Quiero empezar este análisis con dos momentos en NBA 2K22 que ejemplifican a la perfección uno de los mayores problemas que lleva arrastrando la saga desde hace ya unos cuantos años, y que en la versión de este año se agravan a niveles nunca vistos con anterioridad. El primero es un poco absurdo, pero demuestra bastante bien la desconexión que la franquicia, una de las mas importantes a la hora de representar en consola cualquier deporte, está comenzando a tener con la propia realidad de la NBA: en cierto momento, en el modo Mi Carrera - el que será, a la postre, el gran blanco de mis críticas -, empiezan a aflorar las quejas contra nuestro jugador porque, según opinan algunos críticos y periodistas de esos que rondan las canchas de la NBA, el mero hecho de tener un canal de Youtube puede suponer un obstáculo para desarrollar nuestras habilidades al 100%, y ningún deportista de élite que se precie tiene nada que se le parece.

Antes de comentar el segundo, vamos a detenernos en esta afirmación: un juego que se precia de estar al día, de ir más allá que reproducir solamente lo que se ve en el campo, realiza una de las afirmaciones más desafortunadas que he visto yo en mucho tiempo, llegando incluso a citar a Lebron James - personalidad que ha colaborado en programas y se ha mostrado más activa que nadie en las redes sociales - como alguien que jamás haría eso para llegar a lo más alto. Es un nivel de torpeza impropio de la gente de Visual Concepts: el estudio que se enorgullece de trasladar la experiencia de las calles y los estadios a la pequeña pantalla ignora aquí una realidad en la que gente como Jimmy Butler o Serge Ibaka gozan de canales de Youtube con cierto éxito, con la única excusa de crear una narrativa que les permite generar conflicto dentro de nuestro desarrollo como jugador.

Pero la cosa va más allá con mi segundo momento, cuando aterrizamos por primera vez en la Ciudad, elemento introducido el año pasado en sustitución del Barrio, y vemos la mejor parodia involuntaria de la gentrificación que ha habido nunca en un videojuego. La amalgama de luces, colores y marcas que sustituye a la pureza de las pistas de cemento y los chavales con el radiocasete es en sí misma la encarnación de todos los males que aquejan a NBA 2K22: un juego, ahora sí, que vuelve a demostrar con creces por qué los aficionados lo consideran la mejor representación posible de un deporte, pero que agrava aún más la enorme grieta que hay entre los partidos en sí y todo lo que lo rodea, hasta el punto de que resulta casi imposible justificarlo.

Si nos ceñimos a lo bueno, centrado principalmente en la parte de los partidos, hay ciertos cambios que incluso a las personas menos versadas en la saga le parecerán evidentes. NBA 2K22 deja atrás la excesiva dependencia de las figuras del equipo y de las estadísticas y centra todo en el juego de equipo, empleando para ello dos novedades: la primera es una mejora en los sistemas de defensa, que hace que tengamos que planear mejor cada jugada y mover más el balón que antaño para no comernos un gorro; y la segunda es el cambio en el sistema de tiro, que ahora depende más para el acierto tanto del cansancio como de lo bien cubiertos que estemos.

Esto, que puede sonar menor, tiene un efecto enorme sobre el parqué. Los partidos ya no son el correcalles de ataño, ni un yo contra el mundo constante donde si tienes a un Curry, a un James o a un Harden la cosa se simplifica. Ahora, saber trenzar una buena jugada y ver los huecos en la defensa es fundamental, diría que más que nunca, y aunque tengáis que confiar más en mi palabra que en lo que veréis en cualquier vídeo, es quizás uno de los cambios más notables en el estilo de juego que recuerdo en la franquicia en los últimos años.

Quizás por eso me molesta aún más la separación existente entre esto, que roza la excelencia casi sin paliativos, y todas las torpezas y añadidos absurdos que lo rodean. NBA 2K22 insiste en todas las cosas que llevan tiempo afeándosele, como la excesiva monetización para un juego de pago, los patrocinios constantes en pantalla o el excesivo interés en un modo MyTeam que intenta hacer lo mismo que su homólogo de FIFA, el Ultimate Team de los cromitos, para intentar rascar aún más nuestras carteras. Pero, donde antes había cierta elegancia, cierto saber hacer en cómo caminar la fina línea que hay entre el interés y el hastío; ahora todo parece mucho más torpe y chabacano.

Ver en YouTube

De ahí que mencionase antes el modo Mi Carrera, el que debería de ser el modo por excelencia para un jugador y que aquí es algo que parece, con perdón hacia los programadores que seguro habrán dedicado mucho tiempo y esfuerzo en ello, hecho sin una idea clara de cómo ejecutarlo. Este batiburrillo de marcas, misiones y un montón de NPCs contradice la idea de llevar la experiencia NBA a la nueva generación, con unos tiempos de carga espantosos, una serie de momentos francamente ridículos e irreales para una historia que se supone de superación - pasar de ser un don nadie a una estrella de la mejor liga del mundo, nada menos - y unos gráficos indignos casi del siglo XXI.

Este modo, y muchos otros detalles, como los comentarios apáticos de Daimiel y Sixto, o la clara ausencia de comentarios en español para determinados partidos o modos de juego - como el de la WNBA, que de nuevo, hay que aplaudir en cuanto a cómo está representado - acaban dejándonos con la impresión de estar ante un juego barato, algo que un título de estas características y con este nivel de detalle y presupuesto jamás debería de poder permitirse. En el fondo, es como si la gente de 2K y Visual Concepts hubiera cogido un juego de baloncesto y, tras elevarlo a los altares de su género, hubiera decidido crear otro juego aparte con otras ideas ligeramente relacionadas. El resultado es el esperable: un juego excelso, más que nunca, en lo básico; al que hay que estar perdonándole constantemente las liaditas que va soltándonos en nuestro camino.

En mis conclusiones del último NBA 2K que analicé en esta casa, el NBA 2K19, decía en referencia a lo que en aquel momento era un conjunto de micropagos asfixiante que "con tantas distracciones a su alrededor cabe empezarse a preguntar dónde situamos la línea entre lo inofensivo de la ficción y la cruda realidad". NBA 2K22 continúa esa línea, pero presentándonos él tanto la realidad, en forma de partidos increíblemente representados y más acertados que nunca; como la ficción, con un mundo de fantasía donde Jake de State Farm o la representante de Adidas es una figura tan importante como tu entrenador. Elegir de qué lado cae el juego en esta ocasión sigue dependiendo de quien lo juegue, y hay motivos suficientes para alabarlo; pero si vamos a continuar con esta tendencia hasta que rompa la cuerda, cabe al menos esperar que la ejecución esté a la altura de su legado. Y este año, aunque duela, la separación entre lo indiscutiblemente bueno y lo vergonzosamente pobre es demasiado corta como para seguir obviándolo.

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NBA 2K22

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Diego Pazos

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Licenciado en Historia por vocación, gallego de profesión. Le gusta el punk-rock, el post-rock y el whisky on-the-rocks. Sus chistes malos son solo suyos y no representan la opinión de la empresa. Puedes seguirlo en Twitter: @yipee182.
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