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Avance de Medal of Honor: Warfighter

La alargada sombra de Battlefield 3.

Rich Farrelly, el productor de Medal of Honor: Warfighter, explicaba hace escasos días en Londres que uno de los objetivos más importantes para el equipo de Danger Close es encontrar el equilibrio adecuado entre autenticidad y diversión. Es algo que ya he escuchado en muchas otras ocasiones, pero hay pequeños detalles en la demo del EA Showcase que me hacen pensar que en esa frase hay algo más que simple charlatanería de marketing.

La única misión de la campaña que han mostrado por ahora es una buena muestra de esa declaración de intenciones respecto al realismo, combinando un escenario auténtico (la ciudad filipina de Isabela durante el apocalíptico paso del tifón Megi) con el secuestro de varios rehenes por parte de Abu Sayyaf, un grupo terrorista relacionado con Al Qaeda. No será un caso aislado, además: Farrelly explicaba que todas las misiones de la campaña, que lleva a nuestro equipo por todo el mundo y no únicamente a Afganistán como en el primer MoH, se basan en hechos reales y muchas te sonarán de titulares que has podido leer en los periódicos.

Warfighter también intenta ofrecer una visión un poco más introspectiva del sacrificio que supone formar parte de una unidad de élite, y en la campaña uno de los ejes narrativos será ver cómo poco a poco se desmorona el matrimonio de uno de los protagonistas. La demo, de hecho, comienza con una discusión por teléfono móvil, y vemos como Preacher aguanta impasible el chaparrón de reproches de su mujer mientras se prepara para iniciar el asalto. EA no sólo quiere ponerte en la piel de un operativo Tier 1, sino que también entiendas todas las consecuencias que conlleva pertenecer a un equipo de estas características.

Es el peculiar homenaje de Danger Close a la determinación de estos soldados, y se nota parte de ese respeto y patriotismo tan propio de los americanos, de ese sentimiento que exalta a sus fuerzas armadas. En la presentación, de hecho, estaba uno de ellos, y pude ver de reojo como asentía con la cabeza mientras Farrelly explicaba que suelen pasar más de trescientos días al año fuera de casa, a menudo sin poder siquiera explicar cuál es su destino o qué van a hacer.

"Uno de los objetivos más importantes para el equipo de Danger Close es encontrar el equilibrio adecuado entre autenticidad y diversión."

La función de estos consultores (han tenido un total de veinticuatro) va más allá de asesorar sobre cómo se mueve un SEAL o cómo suena una determinada ametralladora, porque también han metido cuchara en la parte jugable. Una de sus sugerencias, por ejemplo, es que los rifles tengan unas mirillas intercambiables que permiten adaptar el arma para diferentes tipos de disparo, aumentado su versatilidad para darte la opción de ir variando de estrategia conforme avanza la misión.

Otra es el nuevo sistema de incursiones en habitaciones cerradas. Piensa en la típica secuencia escriptada en la que vuelas una puerta y entras a cámara lenta matando rápidamente a los enemigos en su interior. Aquí será más variado y táctico, puesto que una sencilla interfaz te deja escoger entre varias opciones: lanzar una granada cegadora, dar una violenta patada a la puerta o volarla con explosivo plástico. Falta por ver la implicación de cada acción y si realmente tiene consecuencias diferenciadas, pero a priori suena bien el hecho de que el juego no te lo de todo tan masticado.

Eso no evita, desde luego, que en Warfighter haya espectaculares escenas más cinematográficas con las que enfatizar el dramatismo de la situación. En la misión de Filipinas había un momento en el que el suelo se derrumbaba tras una explosión de pentrita (un explosivo que tiene un importante papel en el argumento) para dar entrada a un tiroteo con el edificio en llamas. Más tarde, tras rescatar a los rehenes, huíamos en lancha por las inundadas calles de la ciudad hasta llegar a los helicópteros en el punto de extracción. Pero aún con toda la parafernalia hollywoodiense que las rodea, estas secuencias mantienen parte de esa autenticidad que busca el juego: Call of Duty, por ejemplo, se podría comparar con una película de Michael Bay, mientras que esto recuerda más a la estupenda Black Hawk Down de Ridley Scott.

Queda claro entonces que el realismo es uno de los factores más importantes, como nos explicaban al principio de la presentación. Pero que Farrelly no dijo, pese a resultar obvio pocos minutos después, es que en la parte de diversión de esa peculiar ecuación hay un pilar muy claro: DICE.

"EA no sólo quiere ponerte en la piel de un operativo Tier 1, sino que también entiendas todas las consecuencias que conlleva pertenecer a un equipo de élite de estas características."

Del estudio sueco, como ya se encargó EA de anunciar a bombo y platillo, se ha tomado el portentoso motor Frostbite 2. No creo que haya ninguna queja al respecto, porque el salto gráfico respecto al reboot de Medal of Honor publicado en 2010 es enorme: los escenarios saltan en miles de pedazos al recibir el impacto de las balas, las animaciones son extremadamente realistas (aunque hay algunos casos aislados que chirrían un poquito) y en general todo luce muchísimo mejor que con el Unreal Engine 3 que movía la campaña de su antecesor.

Pero en realidad la influencia de DICE va más allá del aspecto puramente técnico. Podrías pensar (y sería lo más lógico del mundo) que Warfighter trata de competir con Modern Warfare, pero la verdad es que lo mostrado hasta ahora recuerda muchísimo más a Battlefield 3... y ahí es donde puede estar su talón de Aquiles. Con el mismo motor, la misma ambientación, una música parecida y muchos otros puntos en común, el gran lastre de este Medal of Honor es una aparente falta de personalidad. Tiene todas las papeletas para ser un shooter divertidísimo, sí, pero también para ser uno demasiado parecido a otros que ya hemos visto antes.

Con el multijugador, del que todavía no se ha enseñado nada, sí buscan cierta ruptura respecto a la anterior entrega, por lo menos en su base. En esta ocasión no se trata de americanos contra talibanes, sino de lo que Farrelly denomina 'blue vs. blue': un enfrentamiento entre fuerzas especiales Tier 1 de doce países diferentes (SAS británicos, KSK alemanes o GROM polacos, aunque no estarán los GOE de España).

Warfighter parece, en definitiva, más un trabajo de iteración que de revolución, con el objetivo de pulir los detalles que fallaban en el Medal of Honor de 2010. Toma ingredientes de aquí y allá para conformar un producto solvente y prometedor, aunque desde luego muy poco arriesgado. En octubre veremos qué tal sale el experimento, pero por lo visto hasta ahora da la sensación de que los fans de Battlefield 3 (que no son pocos precisamente) serán los que recibirán con mayor alegría el próximo shooter de EA.

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