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Juegos indie - Every Day the Same Dream / One Chance

Dos conceptos de libertad.

Every Day the Same Dream y One Chance se juegan de manera similar. Como si de aventuras gráficas capadas se tratase, solo podemos movernos a los lados y pulsar espacio para interactuar con ciertos elementos. Sin embargo, ambos llevan su desarrollo de maneras bien distintas. Prueba ambos y continúa leyendo.

Every Day the Same Dream comienza con un día normal de oficina. Apagamos la alarma, nos vestimos, saludamos a nuestra esposa y nos metemos en el ascensor. Allí, una señora nos avisa de que estamos a 5 pasos de ser una persona distinta. Tras este pequeño sobresalto, nos metemos en el coche, atravesamos un atasco, nos encerramos en nuestro cubículo y pasamos el resto del día trabajando al compás del ritmo enfermizo. No sin antes aguantar la bronca de un jefe que nos recuerda nada más entrar por la puerta que llegamos tarde.

Despertamos de nuevo, y toca poner en práctica aquello de los 5 pasos. Podemos optar por no entrar en el coche y darnos la vuelta, en cuyo caso nos encontraremos a un vagabundo que nos conducirá a un lugar donde reina el silencio: el cementerio. Si nos volvemos a despertar, podremos optar por ir sin ropa al trabajo y dejar que nos despidan. Una vez hayamos comprobado que cada día clónico no es sino un sueño, podemos dejar el coche en medio de la autovía y bajar a acariciar una vaca que pasta tranquila en el campo o simplemente esperar en la entrada del trabajo a que caiga la última hoja de un árbol que nos marca el fin del otoño. Ya sólo nos queda un paso para ser una nueva persona: atravesar los infinitos cubículos que nos separan de la terraza del rascacielos donde nos encontramos. Allí, tan sólo queda subirse a la barandilla y saltar para dar fin al día.

Al día siguiente no aparecerá nuestra esposa a recibirnos, ni la vieja nos indicará nos pasos que nos quedan hasta ser una nueva persona. No hay tráfico, ni el jefe nos echa la bronca. Enmudecen los teclados de los cubículos ahora deshabitados. Llegamos a la azotea, pero aquí no estamos solos. Observamos a una figura igual que la nuestra arrojarse al vacío. Ahora somos una nueva persona.

Every Day The Same Dream

One Chance, por su parte, comienza de forma similar. Un día nos despertamos, saludamos a nuestra esposa y a nuestra hija y salimos hacia el trabajo. Solo que no somos unos vulgares empleados pasando las horas en su cubículo: encarnamos a un médico que acaba de descubrir la cura contra el cáncer, tan fácil como rociar un gas. Podemos decidir si quedarnos a recibir las felicitaciones o escabullirnos con la Christina Hendricks de la oficina.

A la mañana siguiente descubriremos que no todo era color de rosa. El gas que hemos liberado no está destruyendo sólo las células cancerígenas: está destruyendo todo signo de vida a su paso. La propagación del gas es irreversible y su alcance es mundial. En cinco días, la vida habrá desaparecido en el planeta. El juego nos advierte que sólo tendremos una oportunidad para decidir lo que queremos hacer.

Tras contemplar el suicidio de uno de nuestros compañeros y volver a casa, decido apelar a la última esperanza: desarrollar un remedio en los cuatro días que ahora restan. Una y otra vez voy a la oficina sin obtener resultado. Mi esposa empieza a desesperarse porque no paso los últimos días del planeta con ella y nuestra hija. A mi alrededor aparecen tentaciones de dedicarse a una orgía desmadrada durante lo que queda de existencia. Un día encuentro la bañera ensangrentada. Apenas asoman unos mechones de pelo que dejan claro que la familia se ha reducido a dos miembros.

Por fin, el último día de vida en la tierra, acudo con mi hija al laboratorio. Hago las últimas pruebas: el antídoto funcionará. Probablemente ya sea tarde. No asoma un alma en las calles. Nadie más acude al laboratorio. Nuestro último destino es un parque donde la vegetación está marchita. La estampa de padre e hija en un banco, sobreviviendo al fin del mundo, da por finalizada la partida.

Cada día que pasa el juego nos advierte de que solo tendremos una oportunidad. Podemos comprobarlo una vez tratamos de probar otras opciones dándole a F5. A menos que hagamos una pequeña trampa con el navegador, el juego no nos deja reiniciar la partida. Las decisiones que hemos tomado y sus consecuencias quedan ahí, grabadas. Solo puedo ver la misma pantalla que la última vez. Sólo que ahora no aparecen ni el padre ni la hija.

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Acerca del autor
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Jaime San Simón

Redactor

Jaime lleva en Eurogamer.es desde los inicios y es nuestro experto en juegos indie. Tú ponle ahí cuatro píxeles hechos con amor y ya le puedes dar megatones hiperpoligonizados, que él, se quedará con lo primero.
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