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Análisis de Nintendo Switch OLED

Una nueva pantalla que cambia las reglas del juego.

Cuando Nintendo finalmente anunció la Switch OLED, las reacciones fueron variadas, porque no era una consola más potente ni tampoco la esperada 'Switch Pro'. En vez de eso teníamos ante nosotros una actualización incremental: al modelo existente se le añadía un panel OLED más grande y varias mejoras de calidad de vida, incluyendo un soporte más robusto. A priori no parece algo muy destacable, pero, sin embargo, lo cierto es que Switch OLED vivirá o morirá dependiendo de la calidad de su pantalla, y como entusiasta de la tecnología OLED tenía muchas ganas de probarla. Y la verdad es que resulta ser una gran mejora en la experiencia de juego portátil.

Lo primero que notarás al sacar la Switch OLED de la caja es la calidad de los nuevos materiales. La pantalla es ahora brillante, como también lo es el marco que la rodea. El sistema de raíles que mantiene los Joy-Cons en su lugar parece más sólido y se mueve menos, y todo el dispositivo da la sensación de ser más premium. Además, se han introducido cambios en algunos elementos centrales: los botones de encendido y volumen tienen ahora una forma y tacto distinto, mientras que la ranura para los cartuchos posee ahora una tapa más final, la cual es un poco más difícil de abrir que la de la Switch original.

En la parte posterior encontrarás cambios significativos. Para empezar, la información legal que adornaba la parte de atrás de la Switch original se sitúa bajo el nuevo soporte, haciendo que el diseño sea más refinado. Es, sin embargo, ese soporte revisado uno de los mayores cambios; el soporte original de Switch es, la verdad, terrible: una endeble pieza de plástico que apenas cumple su función. Switch OLED, en cambio, opta por una solución similar la de la excelente gama de productos Surface de Microsoft: cubriendo todo el ancho de la consola, y al estar hecha de un material más robusto, permite una amplia variedad de ángulos sin que la consola "baile", como ocurría con la original.

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Dicho esto, la sensación general de los materiales y la calidad de construcción supone un sorprendente paso adelante respecto a la Switch original, que parecía más barata. Es una versión más premium del concepto, pero evidentemente la mejora en la calidad de construcción no es su principal atractivo. Ese es el nuevo panel OLED, el cual supone la principal razón a considerar si quieres pasarte al nuevo sistema. Y, la verdad, me parece el mejor panel que ha tenido nunca una consola portátil. Incluso antes de encender la máquina ya deja una buena impresión, porque el área de la pantalla es totalmente negro. Esto no puede sonar particularmente interesante, pero en realidad corrige un problema que siempre tuve con la Switch original, donde el material de la pantalla parece grisaceo incluso cuando la consola está apagada. Esto significa que cuando estás a oscuras y el glow de la retroiluminación IPS se convierte en un problema serio, o cuando estás en una habitación bien iluminada y el material del panel produce una imagen con aspecto lavado, la Switch original no tenía un contraste especialmente bueno, algo que con el paso al panel OLED se soluciona por completo.

Y cuando la enciendes, las diferencias fundamentales resultan obvias. La gran ventaja de OLED frente a LCD es que cada pixel individual se ilumina de forma independiente, y esto permite obtener negros perfectos y un contraste total. Las zonas negras de la pantalla se muestran totalmente negras con cero luminosidad, mientras que las zonas brillantes pueden estar a su lado sin que haya halos o se produzcan otros artefactos. El panel LCD IPS de los anteriores modelos de Switch es incapaz de esto, al utilizar retroiluminación completa sin local dimming (un método usado por las LCDs de gama alta para mejorar los niveles de negro). Cuando la Switch original muestra una imagen negra, esta brilla por culpa de esa retroiluminación, algo que puedes notar jugando a títulos oscuros como Doom 3 (un juego que tiene montones de áreas totalmente negras y que se diseñó para pantallas CRT), que nunca se ven del todo bien en pantallas LCD debido a que los espacios negativos nunca están apagados del todo.

La pantalla OLED puede ser un auténtico game-changer, algo especialmente evidente en títulos como Streets of Rage 4.

En Switch OLED la pantalla es capaz de mostrar negros puros, lo cual implica que en las zonas oscuras no hay filtración de luz y el contraste entre las zonas iluminadas y no iluminadas es impresionante. Doom 3 es un juego que brilla especialmente en una pantalla como esta, y la Switch original no se le acerca siquiera de lejos. Evidentemente la nueva portátil de Nintendo no es la primera en montar una pantalla OLED. Antes de Switch, Sony lanzó al mercado la PS Vita original, con una tecnología similar. Sin embargo, era una tecnología OLED más antigua, que funcionaba muy bien en su época pero que ahora no impresiona tanto, especialmente en lo que respecta al brillo. A diferencia de los paneles OLED modernos, Vita tampoco podía mostrar un negro absoluto; había un ligero glow, como ocurre también en los televisores plasma de gama alta. Switch OLED, por lo tanto, ofrece una mejora significativa respecto a Vita en este aspecto.

Tras dejar claro que la nueva Switch puede ofrecer el negro puro de OLED, consideremos a continuación el brillo. He utilizado un colorímetro i1 Display Pro para medir el brillo máximo de cada dispositivo, al mostrar en sus pantallas una pantalla totalmente blanca. Primero medí una Switch con panel IPS y descubrí que el colorímetro daba un valor de alrededor de 370 nits como máximo, una cifra típica para un panel LCD no HDR. También probé la Vita de lanzamiento con pantalla OLED y el valor obtenido fue de 147 nits, claramente más oscura.

A simple vista el panel de Switch OLED parece más brillante, pero la medida que obtuve fue de 343 nits, un poquito por debajo del brillo máximo del panel LCD del modelo de 2019. Sin embargo, al tener un contraste mucho más profundo la imagen del modelo OLED parece más brillante y vibrante. A diferencia de los paneles OLED más grandes de los televisores, Switch no parece utilizar un limitador automático de brillo, con lo cual la pantalla no pierde brillo al mostrar blanco puro, según mis medidas (un pequeño cuadrado blanco medía prácticamente lo mismo). Esto tiene un gran impacto en juegos con colores oscuros; Metroid Dread resultó ser el juego perfecto para probar la nueva máquina, ya que su contraste y negros profundos ilustran perfectamente las bondades de la nueva pantalla, ofrece unos colores fuertes, mucho contraste y regiones con sombras profundas.

El nuevo soporte mejora enormemente el de la consola original, ajustándose a cualquier ángulo que desees.

Se ha hablado mucho acerca de hasta qué punto se justificaba el desarrollo del modelo OLED de Switch y si de Nintendo debería haber concentrado sus esfuerzos en mejorar la calidad al jugar con el dock en el televisor, donde la baja resolución a menudo resulta obvia. Esta nueva Switch hace exactamente lo contrario, centrándose en lo que hace mejor - el juego portátil - y para mi la mejora es realmente profunda. La mejor comparación que se me ocurre es que la pantalla de la Switch original parece la de una desfasada tablet Android de cien dólares, mientras que la de Switch OLED se siente premium y está más en línea con la de un smartphone de gama media-alta.

Hay una curiosa nueva característica, por cierto. Oculta en el menú de sistema encontramos una opción para alternar entre un modo de color más vibrante y otro estándar, la cual básicamente incrementa la saturación cuando está activada. No afecta al brillo general o al contraste, así que es más una preferencia personal, y debo admitir que, pese a ser menos preciso, creo que se ve bien en la mayoría de juegos y merece la pena experimentar con esta opción. Y luego está la estructura del panel. Switch OLED parece usar una disposición RBG sub-pixel correcta en vez de la matriz pentile de las pantallas OLED más baratas. Las pantallas pentile tienden a exhibir artefactos en los bordes alrededor del texto u otros elementos finos, y hubiese sido terrible con la resolución 720p nativa de Switch, pero la buena noticia aquí es que Nintendo no ha optado por la solución barata.

Es en exteriores donde la experiencia de juego en Switch dejaba algo que desear, y aquí el modelo OLED también ayuda mucho.

Y en lo que respecta a las pantallas, más grande es mejor, desde luego en este caso. Me preocupaba que la nueva pantalla de siete pulgadas empeorase la imagen de los juegos con resolución más baja, pero afortunadamente aguanta bien el tipo con todo el contenido. De hecho, reducir los marcos al tiempo que se aumenta el tamaño de la pantalla tiene un impacto positivo en la mayoría de juegos, con más presencia y sustancia sin tener que ampliar el tamaño de la propia consola. Incluso títulos que funcionan por debajo de la resolución nativa, como Doom 2016 o Mortal Kombat 11, se ven genial. Las características mejoradas del panel elevan este tipo de contenido por encima de los paneles IPS usados en modelos anteriores. La siguiente mejora es la persistencia del movimiento; Nintendo no usa ningún tipo de inserción de frames negros, como cabía esperar, así que pese a tener la persistencia de motion blur inherente a la muestra, la respuesta del pixel en OLED es superior a la LCD y, como resultado, los juegos parecen más nítidos en movimiento. Podéis ver qué significa esto en el vídeo que acompaña a este artículo.

Al final, la gran mejora del modelo OLED de Switch es un gran acierto: la nueva pantalla ofrece una mejora significativa en la calidad general. Es más vibrante, tiene un contraste más profundo y maneja mejor el movimiento. Es un salto tan grande respecto a los paneles LCD de los modelos antiguos de Switch que se hace difícil volver atrás. Pero aparte de la pantalla y el soporte, hay otras mejoras añadidas a este nuevo modelo.

La última consola portátil que optó por una pantalla OLED fue la PlayStation Vita. En su época se veía genial, pero Switch OLED es más brillante, más grande, tiene más resolución y gestiona mejor el movimiento.

Para empezar, la configuración de los altavoces es ligeramente mejor. El sonido es un poco más alto y refinado en comparación con el modelo original. Esto solo es aplicable si juegas en modo portátil sin auriculares, claro, pero es una mejora que se agradece igualmente. Internamente, Nintendo sigue usando la versión 'Mariko' de 16nm del procesador Tegra X1, y tras realizar las mismas pruebas que realizamos con la revisión de 2019 podemos afirmar que el rendimiento es idéntico. Anteriormente vimos como la consola con Mariko ofrecía una ligera mejora de rendimiento en casos extremos como Mortal Kombat 11 o Zelda: Breath of the Wild en comparación con el modelo de lanzamiento, donde los juegos no cumplen del todo su objetivo de rendimiento. Quizás de forma previsible, Switch OLED rinde igual que el modelo revisado de 2019.

El modelo OLED de Switch se la juega con la pantalla y, pese a que algunos pueden sentirse decepcionados con el enfoque de Nintendo con esta revisión, la nueva consola ofrece la calidad premium que siempre había querido. Corrige todas las debilidades del diseño físico del modelo actual y mejora enormemente la pantalla. Se ve tan mejor que me hace querer jugar más en el modo portátil - especialmente cuando ves lo bien que se ven juegos como Metroid Dread en el nuevo modelo. Pero, desde luego, si solo juegas en el modo dock no apreciarás ninguna diferencia. Sí, el nuevo dock tiene un diseño más agradable y un puerto LAN, pero más allá de eso es realmente el mismo sistema que antes.

No sabemos cuándo ofrecerá Nintendo una Switch de nueva generación, pero hasta entonces el nuevo modelo OLED es sin duda la mejor forma de disfrutar de la excelente biblioteca de juegos de la consola. Si no tienes una Switch y estás pensando en comprar una, esta es la que debes adquirir. Y si ya eres usuario de Switch y la calidad de la pantalla en el modelo portátil es importante para ti, entonces esta es una actualización imprescindible.

Traducción por Josep Maria Sempere.

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