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Análisis de Call of Duty: Black Ops Declassified

El hundimiento.

Bobby Kotick, el ampuloso CEO de Activision, explicaba hace un par de días que la franquicia Call of Duty ya ha dejado de ser un simple producto para convertirse en una marca. Suena grandilocuente, pero tiene toda la razón del mundo: tras el explosivo lanzamiento de Black Ops 2 la saga es ya una marca tan reconocible y exitosa, a su manera y dentro de su sector, como la Coca Cola, el ratón Mickey o la cadena de comida rápida McDonald's. Había cierta expectación por ver el spin-off para PS Vita anunciado a lo grande en el pasado E3, pero al final resulta Black Ops Declassified recuerda más a la marca España de Rajoy, esa que no recomendarías ni al peor de tus enemigos.

Empecemos por algo tan básico como polémico: seguro que a lo largo de estos últimos días has escuchado rumores acerca de que la campaña - por llamarla de alguna manera - de Declassified dura menos de tres cuartos de hora. No nos andaremos por la ramas: es totalmente cierto, y muy probablemente tardarás más tiempo en descargar el juego de la PlayStation Store que en terminar su modo individual. Sí, en serio.

La idea que provoca este descalabro, en el fondo, no es mala. En vez de imitar la grandilocuente estructura hollywoodiense que adopta la saga en sus entregas para consolas de sobremesa, Declassified te propone misiones cortas (llamadas 'Operaciones') que se adecuan mejor a la propia naturaleza portátil e inmediata de Vita. El problema es que con una duración media que a duras penas alcanza los cinco minutos, once misiones se nos antojan como un número excesivamente corto, y la solución de los desarrolladores para intentar alargarlo - con poco éxito, todo sea dicho de paso - es eliminar por completo los checkpoints obligándote a pasar el nivel del tirón y a, en ocasiones, sufrir unas ganas irrefrenables de estampar la consola contra la pared más cercana.

Es muy probable que tardes más tiempo en descargar el juego de la PlayStation Store que en terminar su modo individual. Sí, en serio.

Los problemas, en cualquier caso, van más allá de la duración. Mucho más allá; podríamos hablar, por ejemplo, de un diseño de niveles mediocre, tan poco inspirado que en él no hay ni uno solo de esos momentos espectaculares típicos de la franquicia y que echa por tierra el claro enfoque por el time/score attack que destila toda la propuesta de Nihilistic. O de un control que sigue siendo malo aún con la presencia del segundo stick: es impreciso, hay situaciones en las que resulta desquiciante y encima se ha metido con calzador alguna función en la pantalla táctil (el ataque melee, por ejemplo) con resultado funesto.

Luego está la IA, con un coeficiente intelectual a medio camino entre Snooki y Jake Harper. Los soldados enemigos corren como pollos sin cabeza, no flanquean, se tiran granadas a si mismos, a veces se quedan literalmente paralizados durante unos segundos y en otras se quedan encallados en el escenario. Es irónico, eso sí, que sean estúpidos pero tengan un sexto sentido para notar tu presencia: antes de que cruces una puerta ya sabes si dentro hay enemigos detrás, porque empiezan a disparar a lo loco contra las paredes pese a no haber tenido ningún contacto visual contigo.

Y no es lo único carente de cualquier lógica. A medida que completas las Operaciones ganas puntos de experiencia y subes de rango, pero esos puntos no sirven para absolutamente nada ni se trasladan al multijugador; es como si se hubiesen implementado para desbloquear extras pero al final los desarrolladores no tuviesen tiempo de crearlos, reduciendo los puntos PX (ni siquiera el acrónimo está bien traducido) a un inútil adorno. En ese limbo también se quedó la historia, porque lo que queda es una inconexa serie de cinemáticas en las que ni hay trama, ni motivaciones de los personajes ni un arco argumental que enlace los acontecimientos. Ah, y especial mención para el momento que une Declassified con Black Ops 2, una formalidad tan risible como gratuita.

Una vez terminado el plato principal (y quedándonos con hambre), Declassified te propone jugar en solitario a Enemigos y Contrarreloj. El primero es un insulso modo horda en el que hay que sobrevivir a diferentes oleadas de enemigos en cinco mapas diferentes, pero que está lastrado por los mismos defectos que las Operaciones y por otros errores fundamentales de diseño, como que cada oleada tenga el mismo número de soldados y tan sólo varíe el arma que portan o que en la práctica baste con parapetarse en una esquina mientras los enemigos aparecen ante tu mirilla como en el típico juego de tiro al pato. La cosa no mejora con el segundo, que casi parece de cachondeo: algún desarrollador pensó que el típico tutorial con dianas de los Modern Warfare era tan entretenido que merecía tener su propio modo de juego... y no, obviamente ni es divertido ni pasa de ser puramente anecdótico.

El auténtico drama de Declassified no es que sea un mal juego - que lo es - sino que se suponía que debía convertise en la killer app de PS Vita.

Llegados a este punto muchos pensaréis que, en el fondo, lo importante de los Call of Duty es el multijugador y que los modos individuales son secundarios e incluso descartables, una especie de antesala o entrenamiento a la experiencia online. No concuerdo demasiado con esa corriente de opinión (en términos globales todo cuenta), pero tampoco es que importe demasiado: el multijugador de Declassified también es francamente desastroso. Aún tras instalar un parche de 400MB el juego sigue presentando problemas serios de estabilidad en la conexión y de localización de partidas, pero incluso si consigues entrar en una no creas que vas a encontrarte algo particularmente agradable.

Aunque se conservan detalles como las rachas de muertes, los perks, los niveles de experiencia y los desbloqueables, todo se va al garete principalmente por dos razones: el minúsculo tamaño de los mapas y los numerosos bugs. Respawns en el aire o delante de los enemigos, frecuentes cortes de conexión que te mandan de vuelta al menú principal y un ritmo que no hace sino enfatizar lo impreciso del control son solo algunos de los muchos defectos que acaban de hundir lo que podría haber salvado mínimamente los muebles.

El auténtico drama de Declassified no es que sea un mal juego - que lo es - sino que se suponía que debía erigirse como la killer app de PS Vita. Y en cierto modo quizás sí lo sea, pero no en el sentido habitual del término: la consola tiene un hardware envidiable y unas posibilidades enormes, pero quien estuviese sopesando su compra y pruebe el juego de Nihilistic seguramente acabará por guardarse su dinero tras asistir a semejante despropósito. Y eso, desgraciadamente, es justo lo que menos necesitaba ahora Sony.

2 / 10

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