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Análisis de Youtubers Life

Yates y fulanas.

Youtubers Life es un espejo cóncavo que refleja una plataforma en conflicto y saca a relucir su peor faceta.

Hace dos años, en febrero de 2015, di un salto al vacío. Lancé una campaña en Patreon, una plataforma de micromecenazgo, hice las maletas y me fui a vivir con mis amigos a una casita en Botley, un agradable pueblo a media hora de Oxford. Mi vía de ingresos principal era esa campaña, atada a mi canal de YouTube, y yo mismo había dicho que, si me pagaban un salario que pusiera comida sobre mi plato y un techo sobre mi cabeza, subiría un nuevo vídeo cada semana. Fue algo infernal. Me pasaba todo el día encerrado en casa y, dentro de esa casa, encerrado en mi habitación, sin tiempo ni para cocinarme algo decente y las más de las veces ni molestándome en tomar una ducha. Cuando había que ir a comprar algo cogía una gabardina, me ponía las botas e iba al súper de al lado a pillar una lasaña precocinada vestido como un trasunto del Nota. Seguramente visitase Oxford menos veces de las que se pueden contar con los dedos de las manos y hubo más de una ocasión en la que mis amigos salieron a tomar cañas con las caras nuevas que habían conocido en la ciudad mientras yo me quedaba en casa, trabajando. Si quería ver gente, la gente tenía que venir a mí y no al revés. Un día, después de haber subido un vídeo, decidí ir a dar un paseo y, al llegar a un parque y ver el cielo azul y el césped, me sentí tan abrumado por la noción de estar al aire libre en un instante que era plenamente mío que tomé asiento en un banco y no me moví de ahí en treinta minutos ni para sacar el móvil.

Mientras tanto Youtubers Life, que todavía no ha añadido la apóstrofe a su título, hace que el universo de mi personaje, un guaje de hombros caídos y mirada muerta llamado Payo, gire en torno a su canal, y él vive tan feliz. Su única prioridad es dormir y comer para producir más vídeos, y si sale de casa para ir al cine no lo está haciendo porque, como dicen sus amigos, la película vaya a ser divertida o le venga bien relajarse en una fiesta, sino porque quién sabe qué nuevos contactos puede haber por ahí ¿Un influencer con el que colaborar en algún futuro vídeo? ¿Quizá el community manager de alguna compañía a quien puedas camelarte para que te regale copias de los últimos lanzamientos? Cada vez que se acaba la noche o se encienden las luces en la sala de proyecciones, tu personaje no se despide con un simple "adiós". No habla con las amistades que haya hecho sobre cómo espera verles otro día ni dice que la película ha estado bien, mal o si la chica de esa esquina está muy buena. Con valor y los cojones más grandes que los del caballo de Espartero, el tío va y proclama al viento "bueno, ya es suficiente, me marcho". Y se larga a su casa a seguir haciendo vídeos, que es lo único que importa en esta puerca vida.

La primera lección de Youtubers Life es que no tienes que preocuparte ni siquiera por terminar tu educación básica y tener secundaria o bachillerato.

Esta es una de tantas lecciones torcidas. Me inquieta que Youtubers Life presente los estudios como un lastre y a tu madre como una criatura bipolar que mide tu rendimiento académico para ser unas veces verdugo y otras, benefactora. El hogar familiar se ve reducido a tu habitación y la cocina y tu objetivo es huir. Tienes un examen en dos semanas y toca estudiar, pero eso significa no invertir horas en hacer vídeos, pero si no estudias vendrá tu madre y se llevará el ordenador. A juzgar por cómo te tratan, la ambigüedad de lo que cursas y tu aspecto, no tan distinto de aquél de MySims, lo más probable es que seas un chaval que va al instituto. La primera lección de Youtubers Life es que no tienes que preocuparte ni siquiera por terminar tu educación básica y tener secundaria o bachillerato. Lárgate de ahí. Esta es la historia de cómo te has convertido en un youtuber tan famoso que vives en una colonia espacial y el resto del mundo puede irse a tomar viento.

Youtubers Life es un estudio en profundidad sobre el egocentrismo. Cuando estás en una reunión social y pinchas sobre un individuo cualquiera, te aparecen varias opciones sobre temas de conversación hipotéticos y, junto a ellas, la posibilidad de ver su perfil. Esto te permite ver si es youtuber, qué posición ocupa dentro de la plataforma, cuál es su especialidad y, más importante aún, cuál es su habilidad creando vídeos. En cuanto tu canal alcanza los 100.000 subscriptores puedes contratar gente para que trabaje haciendo vídeos y así aumentar la producción, lo cual es doblemente absurdo porque, primero, cuando un youtuber como MatPat contrata a alguien, lo hace para que edite sus vídeos y le ayude con la investigación, no producirlos de forma totalmente independiente, y segundo, con el dinero de 100.000 subscriptores tienes para comprarte un par de videojuegos al mes si eres afortunado. Lo que eso viene a significar es que la gente que conoces no se mide por su valor intrínseco como individuo sino desde el prisma de su rendimiento, si vienen bien para tu canal, si puedes colaborar con ellos o si puedes cogerles para que hagan más vídeos.

En esta era en la que vivimos, cualquiera puede tener un canal en YouTube, pero Youtubers Life hace que esa sea tu única vida. Si conoces a un generador de contenido que se dedica a hacer vídeos de cocina y tienes la audacia de preguntarle sobre algún videojuego, te dirá que cómo osas, qué haces preguntándole sobre algo que evidentemente no le interesa porque su mundo es única y exclusivamente la cocina. Saca a coladero el tema de YouTube cuando hables con alguien que no tiene un canal y se enfadará contigo porque, evidentemente, puesto que ellos no tienen un canal, la idea de que consuman contenido de esa plataforma o que ese mundillo les interese lo más mínimo es inconcebible. Así las cosas, no es de extrañar que mires a los demás como recursos y no como personas.

En esta era en la que vivimos, cualquiera puede tener un canal en YouTube, pero Youtubers Life hace que esa sea tu única vida.

Pero Youtubers Life ni siquiera alcanza a presentar de una manera mínimamente fiel lo que significa ser youtuber o hacer un vídeo plasmando tu estilo único. Es una serie de tarjetas intercambiables que luego se encajan en la mesa de edición para llenar una serie de barras que definen de manera arbitraria la calidad de tu vídeo, pero si eres generador de contenido de videojuegos, esa es tu única jurisdicción. Da igual que Alexelcapo tenga la serie de vídeos "ALEXELCHEF" o que Felipez360 saque de vez en cuando "Cocinando mierda" o "Soy un hater". Yo empecé haciendo críticas y antes de eso era y, como veréis por este texto, sigo siendo periodista de videojuegos, pero si quiero hacer un análisis en Youtubers Life tengo que subir de nivel hasta desbloquear esa habilidad, e incluso entonces sigue siendo lo mismo. Estamos hablando de un juego en el que puedes estar grabando un unboxing y de pronto tienes que escoger una carta para reaccionar a un nivel especialmente difícil. Tu personaje está sosteniendo la caja sin abrir del juego frente a la cámara, pero qué más da. Resulta que estás jugando. No diferencia entre hacer un gameplay, un análisis o un vlog. Todo es lo mismo: saca cartas para reaccionar a momentos. La agilidad mental y carisma que se necesitan para hacer un buen gameplay o el terror de enfrentarse a una página en blanco mientras se buscan argumentos para construir un buen análisis, todo eso pasa por el mismo filtro: tú grabándote mientras juegas, y ni siquiera se ve el título en cuestión. Contemplamos lo que capta la webcam, orientada hacia tu cara, siempre congelada en una sonrisa cada día más falsa.

Todavía me pregunto qué pretende hacer Youtubers Life. Como juego de gestión del tipo Game Dev Tycoon no tiene ningún interés ni desafío, y es fácil entrar en un ciclo rutinario de lo práctico y no salir de casa porque hacer eso no contribuye en absoluto al canal, y para qué vas a hacer nada que no sea crear vídeos si la gente sólo piensa en los vídeos que crea. Como simulación de lo que es ser youtuber no sólo fracasa a la hora de plasmar siquiera los rasgos más superficiales sino que lo pervierte y tergiversa para convertir en algo mecánico. En "YouTube antes y ahora", Felipez360 se lamentaba de cómo la plataforma se había convertido en un lugar cínico donde se pensaba primero en el dinero y después, si eso, en la pasión. Es un sentimiento que comparten muchos y que sólo se ve acrecentado por vídeos sobre caraanchoas, Oreo con pasta de dientes y spray de pimienta en la cara de algún repartidor de pizza. La progresiva perversión de la plataforma y su transición de algo donde lo primero era el individuo hacia un lugar en el que cada día importan más las marcas y todo es más blanco, menos personal y más corporativo y ad-friendly, es algo bueno a ojos de Youtubers Life. Que las compañías te hagan encargos para analizar un juego o hacer un gameplay siempre es una buena noticia a pesar de las polémicas que haya podido haber con Xbox One o Sombras de Mordor. Tus análisis siempre son agradables a ojos del publisher y jamás te vas a buscar problemas por decir algo controvertido. Tu contenido es inocuo, de consumo fácil y rápido, pero eso no importa porque tienes dinero. Y qué más dará si eso es bueno o malo. Estás tan desconectado del mundo que vives en una colonia espacial.

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José Altozano

Contributor

José lleva dando vueltas de un lado a otro en esto del periodismo de videojuegos desde 2011 y, que Dios nos proteja, ha acabado aquí como colaborador. Cinéfilo él, hipster aunque se niegue a aceptarlo, tiene además un canal de YouTube donde se le conoce como Dayo.

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