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Steel Battalion: Heavy Armor

Tanques retro-futuristas.

No sólo los tanques parecen sacados de otra época. Los pilotos de los VTs parecen sacados de un drama de la segunda guerra mundial - son americanos tan exagerados que sólo pueden haber sido creados en Japón. Son una parte importante de Steel Battalion, además: acompañándote en los claustrofóbicos confines del tanque habrá tres compañeros, cada uno con su propia función.

Hay un artillero que te da potencia de fuego adicional y un técnico de comunicaciones que te proporciona informes de inteligencia. Hay varios entre los que escoger, cada uno con sus propios atributos. Y son persistentes durante toda la campaña, lo cual implica que si uno muere desaparece para siempre.

Mantenerlos vivos es un reto en si mismo, porque si hay algo que Steel Battalion ha aprendido durante su larga ausencia es a orquestar el caos del campo de batalla. Como en Call of Duty, aquí la guerra es ruidosa y omnipresente, y durante el combate la pantalla se emborrona con frecuencia a media que balas y más balas impactan contra el VT.

El pánico prevalece, y el juego es lo suficientemente hábil como para tener conocimiento de ello, aunque su respuesta sea algo excéntrica. Cuando las cosas se ponen demasiado duras los miembros de la tripulación pueden intentar escapar a lo suicida por la escotilla. Gracias a la magia de Kinect puedes cogerlos para arrastrarlos dentro otra vez y abofetearlos para que entren en razón.

Quizás sea demasiado exagerado - para mi desde luego lo es, y no pude evitar reír a carcajadas al verlo - pero puedes estar seguro que bajo esa experimentación con el control de movimientos hay mecánicas tradicionales de shooter muy hardcore. Dependes mucho del mando tradicional, con los dos sticks usados como si fuese un FPS y los gatillos para disparar.

Al final de un nivel puedes felicitar a los compañeros de equipo dándoles la mano. O no, pero te harán lamentar las consecuencias.

Es muy tradicional en otros aspectos; a pesar de su novedosa estética, Steel Battalion suele ser bastante genérico. En un nivel no se te pide mucho más que arrasar con todo lo que alcanza tu vista y, deprimentemente, hay la enésima revisión de la invasión en la playa de Normandía, esta vez en la ciudad de Nueva York. Dos clichés típicos de los videojuegos, vamos.

Es una sensación extraña. Los exagerados gestos que introduce Kinect no son sustitutos para el atractivo del plástico negro y los numerosos botones (lo cual suele oírse mucho cuando hablamos de los controles con movimientos).

Pero hay novedad y entusiasmo en la forma en la que Steel Battalion usa Kinect, y como juego hardcore para el sistema de Microsoft la verdad es que acierta en los puntos adecuados. No será recordado con tanto cariño como su predecesor, pero a su manera Steel Battalion: Heavy Armor es tan novedoso como ciertamente excéntrico.

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