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Sengoku Basara: Samurai Heroes

Yo contra 10.000.

Los objetivos de las misiones intentan camuflar, con más o menos éxito, la irremediable mecánica del juego. Aunque el objetivo común en todas las misiones es ir conquistando puestos de mando y evitar que los enemigos hagan lo propio, hay veces en las que se nos pone en la tesitura de ir directamente a eliminar al jefe principal o facilitar las cosas barriendo el mapa de enemigos y haciéndonos con todos los puntos de control. Incluso en uno de los primeros niveles, es imprescindible hacerse con varios de estos puestos para evitar que una variopinta pareja reciba alimento a distancia y se cure gracias al arroz que le mandan desde cada punto.

Entre misión y misión, hay tiempo para preparar la siguiente batalla. Para empezar, veremos un resumen icónico de lo que ha ocurrido en el resto de territorio nipón: las batallas acontecidas con su correspondiente ganador, las alianzas que han hecho algunos clanes, etc. Un pequeño fragmento de la historia se irá contando, normalmente con el clan del personaje como centro de atención. En la pantalla del personaje, podemos escoger qué arma usar, combinar materias primas para obtener objetos y potenciadores para incrustar en el arma, escoger entre varios guardaespaldas a partir de cierto punto del juego, seleccionar los movimientos especiales del personaje... Mucha variedad, pero poca profundidad, pues en el fondo todo se reduce a escoger el arma más potente que haya disponible y sintetizar un par de ingredientes para añadirle los potenciadores más útiles en cada momento.

El hecho de ir desbloqueando nuevos personajes conforme acabamos las campañas con los iniciales le añade horas de juego al título, pero no supone un gran aliciente para seguir jugando: algunas misiones se repiten desde el bando contrario, y cambiar el curso de la historia no es especialmente interesante cuando, en la realidad, siempre ocurrió lo mismo: el clan Tokugawa instauró un shogunato y el resto de clanes fueron engullidos por el primero o desaparecieron.

El apartado técnico cumple, sin más. Gráficos simplones, modelos con un nivel de detalle suficiente, escenarios grandes y bonitos aunque ligeramente vacíos de elementos para hacer hueco a los miles de enemigos que campan en ellos. Uno de los puntos a favor del título es que el nivel de frames por segundo se mantiene bastante constante, no hay ralentizaciones apreciables. Es algo lógico, por otra parte, puesto que los modelos de los enemigos son casi siempre los mismos, y eso suaviza enormemente la carga del procesador. El hecho de que a cada golpe se aticen a la vez a unos 20 enemigos causa que la animación de cada uno sea la misma, cosa que también contribuirá en cierta medida al alivio de la GPU. La música es cañera, como ha de ser en un beat 'em up. No destaca en nada, pero tampoco molesta. No es lo que uno se espera al ver la secuencia de introducción del juego, que es preciosa, ilusionante, y auténticamente alucinante.

Aquí tenéis un poco de gameplay.

Sengoku Basara: Samurai Heroes es un título divertido durante las primeras partidas, pero no tiene ningún elemento que elimine el estrés de carga que lleva a sus espaldas la ya mencionada repetitiva mecánica. No hay desafíos, no hay enemigos que pongan un punto y aparte y que nos obliguen a cambiar radicalmente el estilo de juego, algo que ayudaría mucho a no dejarse llevar. Los aficionados más exigentes del género lo jugarán, pero no lo recordarán por nada en particular. Los recién llegados probablemente disfruten durante algunas horas y luego lo olviden en la estantería. Se agradece que juegos como estos vayan llegando a occidente, pero sin elementos diferenciadores más allá de su puesta en escena, Sengoku Basara: Samurai Heroes no pasa el corte para rivalizar con sagas igualmente orientales pero más consagradas aquí, como los habitualmente geniales Dynasty Warriors.

6 / 10

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