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Análisis de Rock Band 4

Back in Black.

Eurogamer.es - Recomendado sello
Rock Band 4 es el regreso sólido, aunque conservador, de un género que creíamos muerto y enterrado.

Nada más empezar la década de los ochenta, pocos meses después de, al fin, alcanzar el éxito en Estados Unidos con Highway to Hell, el futuro de AC/DC parecía más negro que nunca. El grupo, de hecho, parecía abocado a su muerte.

No era por desavenencias entre sus miembros, ni por un conflicto con la maquinaria discográfica, ni tampoco porque el público les hubiese dado la espalda. El motivo fue que el 19 de febrero de 1980 encontraron a su cantante, Bon Scott, muerto en el asiento trasero de un Renault 5 por intoxicación etílica, tras una noche de auténtico desenfreno en una discoteca de Camden, en Londres. Ahora se considera unánimemente al escurridizo y eléctrico Angus Young como corazón de la banda, pero por aquel entonces parecía ser el arrollador carisma de Scott el motor que movía a AC/DC. Su personalidad y presencia sobre el escenario eran el núcleo sobre el que giraban el resto de componentes, y sin él la continuidad estaba en entredicho.

Pero contra todo pronóstico los australianos lograron renacer cual ave fénix de esa ominosa situación. Encontraron en el desconocido Brian Johnson un sustituto apropiado para Scott, se metieron en un estudio de grabación y sellaron su destino. De estar a punto de desaparecer pasaron a publicar Back in Black, un LP que acabó convirtiéndose en el segundo disco más vendido de toda la historia -tan solo superado por el Thriller de Michael Jackson- con más de cincuenta millones de copias.

Siendo realistas, Rock Band 4 jamás logrará alcanzar una cifra similar, pero en cierto modo es el Back in Black particular de Harmonix. El estudio de Massachusetts, junto al fabricante de periféricos RedOctane, inició en 2005 la fiebre por los videojuegos musicales con Guitar Hero, y en 2007 elevaba aún más el listón con Rock Band. Fueron años dorados en los que los ridículos instrumentos de plástico eran una mina de oro, pero su declive fue aún más rápido que su meteórico ascenso; en 2010 un mercado saturado dijo basta, Rock Band 3 se pegó un sonado batacazo comercial y la moda de los juegos musicales se dio por finiquitada, como si de un one hit wonder se tratara.

Ahora, tras un parón de cinco años, Harmonix vuelve a intentarlo con Rock Band 4. El nuevo juego es, ante todo, un regreso a las bases de la franquicia, a la accesibilidad y a los elementos de su ADN que le proporcionaron mayor gloria; un ejercicio de pureza y simplicidad como la de un concierto de Springsteen, donde la honestidad y las tablas nunca se ven superadas por el artificio. Atrás quedan, entonces, el exceso de ambición, las enrevesadas mecánicas, los experimentos y los instrumentos raros (¿de verdad alguien pensó que tocar un diminuto organillo electrónico resultaría atractivo?). Rock Band 4 es un regreso a lo básico, a esa diversión sin adulterar que experimentabas al jugar al primer Guitar Hero.

Guitarra, bajo, micro y batería; los componentes esenciales de una banda de rock 'n' roll son también los cuatro instrumentos que podemos jugar en lo nuevo de Harmonix. Y la mecánica es de sobras conocida: tenemos una pista a través de la que van bajando las notas y que indican el momento justo en el que debemos realizar la acción correspondiente al instrumento, con multiplicadores, rachas y el poder de estrella para obtener más puntos. Si has jugado a cualquier Guitar Hero o Rock Band anterior es un poco como volver a casa y encontrarlo todo tal y como lo dejaste al marchar, incluso a nivel visual pese al cambio de generación.

Eso no significa que Harmonix no haya incluido alguna novedad, desde luego. La más importante y destacable son, sin duda, la improvisación y los solos FreeStyle: en ellos la interfaz cambia para indicar con bandas de colores el tono y el tempo aproximado, pero se nos ofrece una libertad casi total para expresarnos musicalmente como nos plazca. Al principio pueden resultar algo confusos, pero una vez pillado el truco son una adición interesante que nos permite sacar al Jimi Hendrix que llevamos dentro... o a intentarlo, por lo menos.

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Otro aspecto que se ha cuidado bastante es el modo Carrera, aquí llamado Gira. Su objetivo es imitar, hasta cierto punto, el proceso de evolución de un grupo desde su formación tocando en garitos de mala muerte hasta el estrellato dando conciertos en grandes festivales con públicos multitudinarios. Y lo hace con cierta gracia, colocándonos ante situaciones como elegir entre el dinero que consigue un manager que domine nuestra carrera o la libertad musical de ir por libre sin estar atado al mainstream. Es un concepto potente, que además aporta un inevitable factor de rejugabilidad; en función de determinadas elecciones la carrera del grupo puede llegar a variar considerablemente y a llevarnos por muy distintos derroteros.

Luego están los Conciertos, un modo peculiar pero atractivo modo multijugador. En él el setlist se decide entre todos los miembros del grupo, y al acabar de tocar cada tema se votan los siguientes. El público aquí también juega su papel, porque nos pedirán bises o canciones en concreto e incluso corearán los estribillos de algunos temas si están lo suficientemente animados.

Tanto la Gira como los Conciertos se apoyan en una track list compuesta por sesenta y cinco temas muy variados, que abarcan diferentes estilos y épocas. No puede decirse que sea la mejor que ha tenido la franquicia -no lo es, en mi opinión- pero incluye a clásicos como The Who, Van Halen, Elvis Presley, Lynyrd Skynyrd, Aerosmith o Scorpions y conocidos grupos actuales como de Foo Fighters, The Killers, Arctic Monkeys, The Black Keys o Jack White. Hay alguna sorpresa agradable, como la inclusión de la divertidísima The Impression That I Get de los Mighty Mighty Bosstones o el estreno de los irlandeses U2 con I Will Follow y Cedarwood Road, aunque también algunos grupos desconocidos de relleno y alguna elección poco comprensible, como el Uptown Funk de Bruno Mars y Mark Ronson, divertidísimo pero que aquí se nota fuera de lugar.

Pero si la selección de canciones no te convence, tranquilo. Quizás el mayor valor del juego y acierto por parte de Harmonix es hacer de Rock Band 4 un título modélico a nivel de retrocompatibilidad. Todas aquellas canciones que compraste de Bad Religion, Queen, Pearl Jam, Green Day, Bob Marley, Iron Maiden, The Police o Blink-182 y las de anteriores entregas (excepto Rock Band: Beatles, por problemas en los derechos) se pueden importar gratis -aunque el proceso es un poco farragoso- en el nuevo juego, y en la tienda tienes miles de temas para descargar, con un precio más que razonable (entre 0,79€ y 1,49€). Así, las posibilidades de Rock Band 4 se amplían de forma exponencial y pasa a ser una experiencia mucho más personalizable, completa y, por qué no, considerada con el usuario que ha apoyado la franquicia durante todos estos años.

Algo parecido ocurre con los instrumentos; Mad Catz se ha encargado de la fabricación de los nuevos modelos que acompañan al juego en las tiendas (una guitarra que imita la icónica Fender Stratocaster y posee más sensibilidad en los botones, una batería mejorada con un pedal reforzado con metal y un micro con cable), pero Rock Band 4 es también compatible con casi todos los instrumentos para Rock Band, Guitar Hero y SingStar vendidos hasta la fecha, con lo cual puedes sacar tu vieja batería cubierta de polvo del fondo del armario y aprovecharla de nuevo.

En 1991, agobiados tras el tremendo éxito de The Joshua Tree y al borde de la disolución por las tensiones internas y el cansancio acumulado durante el LoveTown Tour, U2 dio un giro de ciento ochenta grados y se reinventó con uno de los álbumes más redondos e influyentes de la década de los noventa, Achtung Baby. En 2000, sin embargo, tras la experimentación de Zooropa y el exceso electrónico de Pop optaron por hacer todo lo contrario, volviendo a una fórmula de lo más conservadora con All That You Can't Leave Behind para ganarse otra vez a los fans de toda la vida, aquellos que amaban Where the Streets Have No Name y destestaban Numb.

Harmonix parece seguir tal cual los pasos de Bono, Edge y compañía; Rock Band 3 fue su Zooropa y Rock Band 4 es su How To Dismantle an Atomic Bomb. Mientras su máximo rival opta por el camino inverso, Rock Band 4 entiende el regreso del género musical como una vuelta a los orígenes apoyada en gran medida -y de forma muy acertada- en un enorme catálogo de canciones construido con mimo durante muchos años. Seguramente no les servirá para alcanzar un nuevo público, pero sí para recuperar a los fieles que echaban de menos aquellas amenas noches de cerveza, instrumentos de plástico y rock 'n' roll a todo volumen. A mi, desde luego, me vale.

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Rock Band 4

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Acerca del autor
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Josep Maria Sempere

Director

Jose es fundador de Eurogamer España y el director de su línea editorial y de contenidos. Ama el punk-rock, el cine palomitero de Hollywood, los simuladores de submarinos, la sci-fi, los cacharros de Apple y la década de los 80. Puedes leerlo también en Twitter o verlo charlar en su canal de Twitch.
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