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Ridge Racer Unbounded

Giro de (casi) 180 grados.

No solo un montón de hormigón se derrumba en Ridge Racer Unbounded. En este nuevo juego, el primero en cinco años de la desarrolladora finlandesa Bugbear, la propia definición de una saga caracterizada por los derrapes y los nitros también cae en pedazos. En los escombros que hay al final de una carrera es difícil identificar qué queda del mítico juego de carreras de Namco.

Atrás queda el mundo brillante, los trazos de luz y el excéntrico control de los viejos Ridge Racers. En su lugar hay un físico y divertido juego con un impacto muy literal. Es más sobre conducir a través de cosas que de rodearlas, y no podría parecer más lejano a lo que era antes.

Hubo no pocas quejas cuando se anunció Unbounded, y en cierto modo los quejicas están en lo cierto: como un Ridge Racer, en su sentido más tradicional, esto parece un fracaso.

Pero en todo lo demás Ridge Racer Unbounded parece un éxito atronador. Hemos echado de menos a Bugbear en un género muy atrofiado desde que publicaron su último juego. Unbounded, si acaso, es el triunfal regreso de los desarrolladores de la saga FlatOut, unos juegos que se calificaron como los primos macarras de Burnout. Unbounded recupera el estilo de acción propio de Bugbear: es más una divertida payasada que un refinado arcade, aunque lo han pulido con la intención de hacerlo más fiel al nombre Ridge Racer.

Las carreras se ambientan en Shatter Bay, una metropolis imaginaria que mezcla elementos de Nueva York y Chicago. El crepúsculo es constante, en contraposición con las noches de neón y los cielos azules característicos de la saga, pero es un lugar variado e inmersivo, y uno que también se pone en manos del jugador.

Un editor permite crear nuevos circuitos a través de un sistema basado en baldosas, con conjuntos de seis circuitos conformando una ciudad que se puede compartir online Bugbear explica que el editor es simple en su implementación, pero extremadamente potente en sus posibilidades.

Nombran a Christopher Nolan como influencia, para variar.

Ya sea en las creaciones de Bugbear o en las de los jugadores, Shatter Bay es una descarnada extensión muy alejada de la estéril belleza de Ridge City, y la acción es todavía más diferente. Las carreras son estruendosas y desordenadas, con un apetito para la destrucción en el que los escenarios son un aliado, un juguete que manipular y explotar a conciencia.

Las físicas se utilizan bien con este propósito. Los pilares de hormigón que sostienen los puentes caen como si fuese tiza, y el enfoque del juego en la destrucción requiere un pequeño cambio de chip en la mentalidad Aquí en vez de evitar el choque contra las columnas lo mejor es estamparte directamente contra ellos.

Y no es lo único que caerá bajo las ruedas del coche del jugador. Las vallas de alambre se destrozan como si fuesen de papel, puedes atravesar las paredes y - tras conseguir suficiente energía haciendo derrapes y saltos - activar un destructivo nitro apretando un botón. Esto aumenta considerablemente la carnicería, mientras un filtro muy tipo Hollywood ralentiza la acción.

La comparación con el Split/Second de la tristemente desaparecida Black Rock es inevitable, aunque aquí hay un importante punto de distinción. Mientras que allí la destrucción era un espectáculo lejano que se activaba pulsando un botón, aquí tú eres el agente causante, directamente responsable del caos que se desarrolla a tu alrededor.

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Ridge Racer Unbounded

PS3, Xbox 360, PC

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Martin Robinson

Editor-in-chief

Martin is Eurogamer's editor-in-chief. He has a Gradius 2 arcade board and likes to play racing games with special boots and gloves on.

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