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Que siga la función

Analizamos el último y dramático episodio en la tragicomedia de Activision.

Pero Activision tiene Call of Duty, incluso aunque las escaramuzas públicas entre los fundadores de Infinity Ward y su distribuidora - seguida por un dramático retorno a Electronic Arts para crear una nueva franquicia - hayan puesto de manifiesto las grietas en los cimientos del gran blockbuster. La última entrega no fue desarrollada por Infinity Ward, y aún así han conseguido cifras de ventas que provocan la envidia de cualquier otra empresa de la industria. A Call of Duty todavía le queda mucha vida, aunque saber cuántos años aguantará el público pagando religiosamente cada Navidad es un misterio. Y conviene recordar que hace no muchos años no nos cansábamos de los Guitar Hero.

Activision también tiene Blizzard, aunque siempre se ha especulado con el grado de realidad de esa frase. No se cual es la relación entre los directivos de Activision y los de Blizzard, pero dada la naturaleza privativa de la segunda, dudo que mucha gente fuera de ella tenga mucha idea sobre como se llevan Mark Morhaime y el resto de Blizzard con Kotick y el resto de Activision. Por lo que sabemos, la relación debe ir sobre ruedas - hasta que veamos evidencias de lo contrario habrá que asumir que ese es el caso.

Pero Blizzard tiene una larga trayectoria de independencia sobre sus compañías madre, y es una gallina que ha dado tantos huevos de oro que nadie sería tan tonto de intentar cambiar su forma de trabajar. Aún así es fácil imaginarse las caras de enfado en Activision cuando Blizzard se niega a cerrar una fecha concreta (o incluso un año) para sus lanzamientos. Más allá de esos detalles, en todo caso, es muy poco probable que haya algún peligro real de que la relación se dañe.

Eso genera una pregunta: si Activision es feliz reduciendo su catálogo a los juegos de Blizzard y a una única franquicia de FPS... ¿quién lleva realmente los pantalones en esta relación? Kotick puede que sea el jefe de "Activision Blizzard", pero su compañía está ahora a solo un paso de convertirse en "Activision, división de Blizzard". En los tiempos en los que Blizzard estaba bajo el manto de Vivendi Games, había la sensación entre los observadores externos de que Vivendi era la red de seguridad que aseguraba la supervivencia de Blizzard ("son nuestro banco", me explicaba cándidamente hace unos años un trabajador de Blizzard), con un catálogo de juegos reconocido. ¿Está predestinada a repetirse esta historia?

Quizás no. Después de todo, no hay que olvidar que la estrategia de Activision no excluye la creación de nuevas franquicias - e incluso si no tienen paciencia para ello no les falta dinero para comprarlas. La reciente oleada de cierres ha llevado a pensar a muchos desarrolladores a ver a la compañía como un depredador - comprando estudios, exprimiendo sus franquicias y luego cerrándolos una vez ya han conseguido su propósito.

El éxito o fracaso de esta estrategia, sospecho, marcará su continuidad o caída en los próximos años - y llegados a este punto, creo firmemente que hay oscuras nubes en su horizonte. El trato de la compañía con Bungie, por ejemplo, es interesante. Bungie es una desarrolladora potente, confiada y con dinero, con una franquicia de éxito detrás - un objetivo claro para una compañía depredadora como Activision, relegada únicamente al papel de distribuidora. Obtendrá beneficios de la alianza con Bungie, pero no la clase de control sobre la franquicia que tenía, por ejemplo, con Infinity Ward.

¿Es ese el camino de los próximos tratos? No, desde luego. Bungie es un caso excepcional. Pero muchas otras desarrolladoras, viendo los acontecimientos de esta semana y observando los cambios graduales en la estructura de la industria, se preguntarán si quieren estar en la situación de depender de una empresa como Activision. Los millones de la compañía siempre atraerán a alguna desarrolladora (¿quién no quiere ser rico?), pero hay otras rutas en el mercado, otros modelos de beneficio, métodos de ganar dinero y formas de llegar al consumidor que no existían cuando el modelo de negocio de Activision (calcado al antiguo plan de EA) estaba en su punto álgido. En el futuro, quizás, las grandes distribuidoras encuentren más dificultades a la hora de encontrar estudios con talento que sucumban a sus cheques.

Traducción por Josep Maria Sempere.

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