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Análisis de Puzzle & Dragons Z + Puzzle & Dragons: Super Mario Bros. Edition

Operación dragón.

Eurogamer.es - Recomendado sello
Tras arrasar en el mercado móvil, el híbrido entre puzzle y RPG de GungHo demuestra en 3DS que su éxito no es fruto de la casualidad.

De un primer vistazo, Puzzle & Dragons Z se parece mucho a Pokémon. Resulta evidente que la franquicia de las mil y una mascotas de Nintendo, quizá junto a Tetris la principal responsable del éxito de la línea de consolas portátiles de la compañía, ha sido uno de los referentes inmediatos a la hora de trasladar uno de los pesos más pesados del mercado móvil a las pantallas dobles de 3DS. Por eso, resulta interesante detenernos en una curiosidad propia de la saga que a menudo se pasa por alto: En los títulos tradicionales de Pokémon, borrar una partida manualmente es un proceso curiosamente complejo.

Se trata de una decisión de diseño aparentemente absurda, que sin embargo esconde una lectura bastante clarificadora sobre la verdadera naturaleza de la saga y de otros títulos con los que comparte intención y motivaciones. En este tipo de juegos, y de manera radicalmente opuesta a una aplastante mayoría de propuestas mucho más centradas en la satisfacción inmediata, borrar una partida accidentalmente resulta dramático. Esa sensación de alcance, incluso de inversión a largo plazo, vincula tanto a Pokémon como a Puzzle & Dragons con títulos a priori muy diferentes como los simuladores de gestión o los títulos de estrategia 4X mediante una idea fundacional muy clara: la inversión de ingentes cantidades de tiempo intentando construir algo perdurable, sea un imperio galáctico, la Copa de Europa o la alineación de monstruitos definitiva.

Partiendo de una base así, resulta ciertamente sorprendente la decisión de GunHo Online Entertainment de elegir como pieza básica de la experiencia al que bien podría ser el máximo representante de todo lo contrario, el rey de los matarratos y las partidas fugaces en el metro, esto es, el puzzle basado en gemas, piruletas y demás esferas de colores. De esta manera, Puzzle & Dragons Z toma prestada la estructura clásica de Pokémon y añade a la recolección de criaturas y al desarrollo de jRPG clásico una capa de puzzle tradicional, asumiendo todas las convenciones del género en lo tocante a puntos de salud o ataques elementales pero intercambiando el combate mediante menús por acciones concretas sobre las fichas. Así, partiendo de la conexión básica de tres esferas, un ataque múltiple precisará de una fila de cinco, la eliminación de esferas rojas implicará un ataque de fuego y un combo elevado ejercerá de multiplicador de daño. Es una mecánica tremendamente sencilla, que en la práctica funciona como un tiro por dos motivos. Por un lado, ataja de manera radical uno de los problemas tradicionales de los sistemas por turnos, dando al jugador un papel activo más allá de la simple introducción de comandos. Por otro, obedece de manera encomiable la máxima "fácil de aprender, difícil de dominar".

Al final, un juego basado en puzzles es tan grande como su conjunto de mecánicas básicas, y en este sentido la saga Puzzle & Dragons acierta de pleno, justificando sus arrolladores números en el mercado free to play con un conjunto de reglas realmente inspirado. De hecho, la palabra conjunto no es del todo precisa, y quizá ahí radique su elegancia. En un ejercicio de diseño casi perfecto, todo el sistema se basa en una única regla explícita (agrupar conjuntos de tres o más fichas moviendo solo una cada vez), bajo la que subyacen decenas de reglas emergentes, que iremos aprendiendo con el paso de las partidas y que nadie se encargará de explicitar, si dejamos de lado los miles de vídeos de youtube dedicados a diseccionar estas tácticas avanzadas. Mi consejo es ignorarlos, porque hay una cierta belleza en esa sensación de crecimiento personal, de que nuestra capacidad para afrontar retos mayores no viene únicamente marcada por el incremento de nivel de nuestras criaturas. En cierto modo, somos nosotros mismos los que subimos de nivel con ellas, los que cada vez nos sentimos un poco más inteligentes. Es ese tipo de juego.

Por encima de todo esto, del puzzle, del enfrentamiento inmediato y del masaje neuronal de corta duración, aparece el mencionado componente de construcción, ese objetivo a largo plazo basado en la recolección y cría de criaturas pensado para obsesionarnos durante meses incluso en los momentos que pasemos alejados de la portátil. En este sentido no inventa la pólvora, pero tampoco parece necesitarlo. Por fortuna, muestra la suficiente inteligencia para tocar todos los acostumbrados resortes de la adicción en el momento adecuado y con la efectividad de siempre, con nuevos aliados conseguidos mediante huevos sorpresa que nos apremiarán a volver a la base para rascar la tapa del yogur y árboles de evolución que plantearán constantemente una recompensa jugosa a relativamente corto plazo. Es la clásica mecánica del palo y la zanahoria, más vieja que el videojuego mismo, pero que pocos títulos llevan a la práctica con mayor maestría. Además, sabe valerse de ello para dotar de una mayor profundidad a los combates, haciendo convivir los puzzles con un sistema de poderes que pone en valor a ciertos componentes del equipo quizá más débiles a nivel de estadísticas pero dotados de habilidades estratégicas. A fin de cuentas, por algo llevan años convocando a Pepe Reina.

Y llegados a este punto es donde se agradece enormemente la inclusión en la misma tarjeta de la Super Mario Bros Edition junto a la entrega madre, porque pone de relevancia la importancia del factor contexto. Dejando de lado las diferencias evidentes en el terreno de la ambientación, la edición Super Mario funciona menos como la versión simplificada que podríamos esperar en un principio y más como una experiencia agilizada, que toma prácticamente las mismas mecánicas de la original y las entrega de manera desnuda, sin perder el tiempo con diálogos, cutscenes o interminables paseos por la plaza del pueblo. Existen diferencias, pero más allá del detalle puntual Puzzle & Dragons Super Mario Bros Edition es un ejercicio de síntesis que sabe ver que la fuerza está en sus mecánicas y no tiembla a la hora de eliminar lo que no aporta. Y en cierto modo termina resultando en un conjunto más satisfactorio, que deja en evidencia el principal punto flaco de un Puzzle & Dragons Z que acierta al plantear un marco más trabajado pero no parece haber sabido llevar la apuesta hasta sus últimas consecuencias.

Quizá se trate de un problema de presupuesto, o de una herencia de su origen ligado al free to play, pero lo cierto es que tras unos primeros compases esperanzadores el componente de rpg tradicional de Puzzle & Dragons Z pierde fuelle rápidamente. Apetecía, como digo, disfrutar de la aventura en un contexto con cierto componente argumental que dotara de enjundia a la simple sucesión de combates, pero la experiencia final no es algo muy diferente. La estructura es terriblemente lineal, y los frecuentes diálogos o la aparición de numerosos NPC no consiguen maquillar lo que en esencia es una sucesión de mazmorras sin demasiado donde rascar. El argumento no pasa de ser una capa de pintura absolutamente prescindible, aunque algunos secundarios tienen sus momentos, y encontrarse con bosses que se debaten entre usar calzoncillos ajustados o dar el salto a los boxers siempre es algo de agradecer.

Salvado este pequeño escollo, tanto Puzzle & Dragons Z como su edición Super Mario resultan experiencias altamente satisfactorias por separado, y una oferta realmente difícil de rechazar contempladas en conjunto. Dos aproximaciones diferentes que compartiendo una base suficientemente sólida para soportar cualquier encarnación futura, aprueban con nota la traslación al mercado retail y provocan un cierto sudor frío cuando uno se las imagina de la mano de un overworld más ambicioso y un argumento a la altura. Queda confiar en que se trate solo de un primer bocado de un festín por venir. Por el momento, y como en aquellos enormes puzzles que regalaban las abuelas de los ochenta cuando cumplías los nueve años, lo que tenemos sobre la mesa es un dibujo al que puede que le falten algunas piezas, pero que ya deja ver un paisaje esperanzador.

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