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La mayoría de los jugadores son compulsivos, no adictos

El presidente de la única clínica en Europa que trata estas cuestiones nos lo explica.

Puede que, hasta este preciso momento, muchos de vosotros hayáis ignorado que en Amsterdam se encuentra la única clínica europea para el tratamiento de la adicción a los videojuegos.

Su nombre es The Smith&Jones Centre y está dirigida desde 2006 por Keith Bakker, quien ha realizado unas interesantísimas declaraciones publicadas hoy por la BBC y que consideramos un asunto bastante serio. Al menos lo suficiente como para que media plantilla de Eurogamer ya haya solicitado una plaza.

Según él, un 90% de los jugadores que pasan por su clínica no son precisamente adictos; son, más bien, compulsivos. Lo que nos deja un diez por ciento que Bakker relaciona con otras patologías como la adicción a drogas o alcohol.

Reconoce que la labor de los padres es fundamental para evitar ambos comportamientos, pero un abultado 87% de sus pacientes tiene más de 18 años.

Para ejemplarizar la situación, en la entrevista relata el caso de George (nombre falso para no revelar la identidad del paciente), que era capaz de pasar mas de 10 horas jugando a Call of Duty 4.

Tras su paso por el centro ha sido evidente dónde se encuentra la raíz de su obsesión por jugar.

“Este problema con los videojuegos es un resultado de la sociedad en la que vivimos hoy. El ochenta por ciento de los jóvenes que vemos han sido alguna vez intimidados en la escuela y se sienten aislados”, dice Bakker, “muchos de los síntomas que tienen pueden ser resueltos volviendo a una comunicación más tradicional”.

George asume que “Call of Duty fue un lugar donde me sentí aceptado por primera vez en mi vida. Yo nunca fui ayudado por mis padres o la escuela. En la clínica me he sentido aceptado y he logrado abrirme”.

Lejos de condenar el uso de videojuegos o demonizar a la industria, el fundador de Smith&Jones insiste en catalogarlo como un problema social. Algo que no reside exclusivamente en la existencia de un mundo virtual sino en que éste se presenta como lugar idóneo para cientos de jóvenes que no están satisfechos con su vida.

“Si continúo llamando adicción al hecho de jugar con videojuegos estaré descartando el factor de elección que estas personas tienen. Es un cambio completo en mi pensamiento, también en el de mi clínica y la forma de tratar a esas personas”.

Finalmente, Bakker argumenta que existe una relación evidente entre la violencia en los videojuegos y esta obsesión compulsiva. Lo que no quiere decir que muchos títulos causen un comportamiento agresivo, sino que los jugadores con estos problemas buscan ese tipo de estímulo.

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