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Ghostbusters: Sanctum of Slime

Rayos cruzados.

Bill Murray es una de las personas más geniales que existen: se acerca a desconocidos en la calle y sale de fiesta con ellos. Porque sí, porque le apetece, para darles una anécdota de contar. En Atari, sin embargo, han debido pensar que el cuarto de siglo que nos separa del estreno de la película original invalida al bueno de Bill para protagonizar una nueva aventura, por muy virtual que sea, así que va a ser hora de buscar a unos becarios. La decisión inicial de no utilizar a los protagonistas de la película original más que para un par de menciones en las viñetas ya nos revela la intención de este Ghostbusters: Sanctum of Slime.

La historia, que nos cuentan a través de unos cómics bien dibujados aunque torpemente narrados, es la misma que ya hemos visto/leído/jugado mil veces. Un villano de tiempos inmemoriales y nombre ridículo -Dumazu servirá- quiere volver entre los vivos para destruir el mundo y solo tú puedes evitarlo. En este caso el "tú" se sustituye por tres hombres (sosos) y una mujer (cargante).

El juego está compuesto por doce misiones de unos 15-20 minutos de duración, lo que se traduce en una o como mucho dos tardes. Pero todo parece hecho con muchísima desgana: apenas hay tres o cuatro escenarios originales (las alcantarillas, el hotel, el cementerio...) que se repiten por excusas varias. Tampoco en el armamento o el sistema de juego se han exprimido las neuronas los chicos de Behavior Studios (Naughty Bear): al más puro estilo Geometry Wars utilizaremos el stick izquierdo para movernos y el derecho para disparar en 360 grados; los botones LB y RB sirven para cambiar el arma que llevamos equipada (roja, amarilla o azul) y adecuarla al color del enemigo con el que nos enfrentemos. Siempre aparecen en pantalla los cuatro becarios de cazafantasma para ayudarse mutuamente, por lo que si se opta por el multijugador (ya sea local u online) la cosa mejora un poco.

De todas formas no todo es negativo. El diseño de enemigos resulta variado y hasta los niveles finales veremos nuevas incorporaciones. La vista cenital y los gráficos también resultan un acierto, todo va fluido y luce moderadamente bien para ser un título descargable. Durante dos misiones -que beben muy claramente de Gears of War- aparece el vehículo de los cazafantasmas, el Ecto-4WD, y se agradece la variedad que aporta a la mecánica habitual del juego. Pero su función es meramente testimonial: no podemos controlar el coche y una vez montados en él nuestra función se reduce a disparar a los enemigos que se acerquen.

Lo peor que se puede decir de Ghostbusters: Sanctum of Slime es que la frescura y las ideas duran apenas un tercio del juego, como si se les hubiera acabado el fuelle, lo cual resulta escandaloso teniendo en cuenta su corta duración. Una vez terminado quedan pocos motivos para volver a él y ni siquiera los más aficionados a las películas encontrarán alicientes para pasar por caja (las famosas trampas para atrapar a los fantasmas quedan reducidas a Quick Time Events para jefes finales). De hecho el mínimo esfuerzo puesto en el desarrollo evidencia que el título es un descarado "coge el dinero y corre" dirigido a los seguidores de la franquicia. Puede merecer la pena si vas a jugarlo en multijugador con unos amigos y echar unas risas, pero si se te presenta la oportunidad de salir de fiesta con Bill Murray, por muy viejo que esté, ni lo dudes: el sí era un cazafantasmas divertido de verdad.

5 / 10

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Ghostbusters: Sanctum of Slime

PS3, Xbox 360, PC

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Acerca del autor

Carlos Cerdeña

Contributor

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