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El Rey Arturo

Cóctel artúrico.

Los Caballeros de la Mesa Redonda son una orden indispensable para la reunificación británica, cierto, pero Arturo necesitará toda la ayuda posible, máxime si se tiene en cuenta que algunos de sus allegados se pasaban más tiempo bajo las faldas de Ginebra que en el campo de batalla –¿eh, Lancelot?. El jugador deberá formar un ejército reclutando a voluntarios en las provincias y poblados que irá visitando; el espectro de unidades disponibles no da lugar a sorpresas: pueblerinos, leñadores, jinetes, lanceros, arqueros...

Las unidades ganan experiencia, suben de nivel y pueden adquirir el ansiado estatus de "elite" –tropas mejoradas con hechizos y poderes únicos. El estratega tiene a su disposición una serie de habilidades que mejorarán temporalmente algunas de las estadísticas del ejército –ataque, defensa, puntería con el arma a distancia... Las estaciones también afectarán el rendimiento de los muchachos, ya que el invierno recortará la potencia de las ofensivas a la mitad. Quizás el único problema de este conglomerado inventivo es que sus ideas se presentan ante el jugador a una velocidad tan vertiginosa que éste no podrá hacer otra cosa que preguntar en vano "¿alguien ha pillado la matricula?".

Aunque parezcan elementos arcaicos, los textos y las decisiones a tomar resultan sorprendentemente estimulantes. Y recuerda, es FX, totalmente en castellano.

Afortunadamente, ni la adversidad más inesperada evitará que las batallas sean divertidas, especialmente porque el título casi siempre jugará sucio y se pondrá del lado del enemigo. Normalmente, tamaña artimaña se merecería una reprimenda, pero en esta ocasión la traición es tan explícita que el usuario no debería sentirse engañado, sino alzarse ante la injusticia y salir victorioso gracias a las herramientas de las que dispone. De esta forma, El Rey Arturo quiere cerciorarse de que nadie finalice la campaña sin ni siquiera haberse preocupado en gestionar su ejército –incluso la dificultad más baja es un infierno para los vagos.

Por ejemplo, el jugador deberá aprender que pasearse por Albión con un súper ejército no servirá de nada; los asaltos a ciudades enemigas sólo serán efectivos si el estratega divide su tropa en diversas formaciones comandadas por sus inestimables caballeros. Menos mal que las unidades heroicas no morirán si caen en medio de la refriega, sino que será necesario apoquinar dinero para pagar su "rescate". Aún así, lo más doloroso será perder a huestes experimentadas de golpe y por culpa de un error del jugador. La campaña es larga y compleja así que las pérdidas de esta índole serán frecuentes y difíciles de recuperar, mas la única forma de honrar los sacrificios será no volver a cometer los mismos fracasos.

Divide tus fuerzas y vencerás.

Otro factor necesario para solventar los obstáculos del juego consiste en entrenar a los Caballeros de la Mesa Redonda para que cada miembro de la orden se especialice en una función en concreto: uno puede comandar las tropas, el otro gestionar el sencillo sistema económico, un tercero centrarse en ir de aventuras... Si el usuario es previsor y prepara a sus hombres debidamente, Lancelot tendrá tiempo de perfilar su faceta más mujeriega y Galahad de cuestionarse su condición sexual.

El ambiente de fantasía artúrica fascinará al jugador desde el mismísimo comienzo, cuando sea testigo de cómo el sol del amanecer tiñe de dorado al mar verde de la campiña británica. La niebla eterna y la tonalidad oscura de los escenarios añaden una lograda sensación de misticismo que se ve parcialmente dañada por una serie de ilustraciones con una desconcertante influencia "warhammerica". La música prefiere quedarse refugiada en un segundo plano para sorprender a los presentes con algún que otro conseguido efecto sonoro.

El Rey Arturo no cuenta una gran historia, sino que la deja en manos del jugador para que éste decida lo que va a ocurrir. Debido a los problemas y ausencias del sistema de batalla, es muy posible que el usuario prefiera deleitarse con los textos y las aventuras que con los asedios y la conquista de una tierra diezmada por la confusión, pero, una vez superados los inconvenientes, el resultado divertirá tanto a los roleros como a los estrategas. Por si el título no fuese ya jugoso de por sí, FX Interactive vuelve a demostrar que es la reina de las distribuidoras con un precio asequible –20 míseros euros– y un manual que salvará al usuario en más de una ocasión. Ahora sólo hace falta una expansión que incluya caballeros que dicen "ni", la sagrada granada de mano de Antioquia y algún que otro número musical.

8 / 10

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King Arthur

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Acerca del autor

Daniel Cáceres

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