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El nacimiento de PlayStation

Crónica de la traición y la venganza que cambiaron el mundo de los videojuegos.

Hoy día sería difícil concebir una nueva generación de consolas sin la presencia de la poderosa Sony y su correspondiente PlayStation. Sin embargo, Sony no fue precisamente una pionera en el negocio del ocio interactivo doméstico: el lanzamiento de la primera PlayStation se produjo hace ahora 18 años, cuando languidecía la era 16 bits y daba inicio la considerada quinta generación de consolas. Lo que sí es cierto es que su irrupción fue sonada y supuso una gran revolución además de no estar exenta de polémica. Ésta es la historia que subyace tras la consola que arrasó desde mediados de los 90 hasta la posterior generación. Una historia que cuenta con los elementos de las buenas tramas: superación, esfuerzo, fracasos, una apuesta a todo o nada y, sobre todo, una traición y una venganza. Porque puede decirse que PlayStation, y el éxito arrollador que cosechó -fue la primera consola en superar los 100 millones de unidades vendidas-, son fruto de una traición de Nintendo hacia Sony y de la venganza que cocinó a fuego lento un tal Ken Kutaragi, a quien pronto conoceremos.

Sony: Del infierno al cielo

Sony Corporation actualmente es una de las compañías más importantes a nivel mundial, un gigante nipón en la electrónica de consumo con casi 70 años de historia a sus espaldas, aunque su origen no puede ser más humilde. Su fundación data en 1946, recién terminada la Segunda Guerra Mundial. En las ruinas de los grandes almacenes Shirokiya se establece un taller de reparación de radios de onda media y receptores de onda de cualquier longitud cuyos trabajos son remunerados las más de las veces con arroz en lugar de dinero. Con el paso del tiempo y la recuperación económica de Japón la empresa crece creando sus propios productos, hasta llegar al emporio que conocemos hoy mundialmente y que engloba todo tipo de actividades; como el cine, la música, la telefonía o los videojuegos.

Ken Kutaragi

Como suele ocurrir con las empresas que buscan expandirse, Sony siempre ha tenido asociados y ha colaborado en diversos sectores con otras grandes multinacionales. A finales de los años 80, Nintendo ocupa un lugar de liderazgo en el mercado de las consolas, mientras que a su vez Sony goza de gran reconocimiento por sus productos de audio, en concreto gracias al pujante auge de los CDs. En estos momentos la Gran N triunfa con Super Famicon, la consola de 16 bits éxito en todo el mundo, pero los de Kioto , lejos de querer estancarse, ya tienen puesta la vista en el futuro con la sana intención de mantenerse en la cima. De hecho, ya llevan un tiempo estudiando la posibilidad de incorporar un lector de CDs a Super Famicom que sea compatible con los tradicionales cartuchos de la consola. De este cruce de intereses nace la que se promete una fructífera relación entre las dos grandes corporaciones, y cristalizaría en 1991 un proyecto dirigido por uno de los responsables de la división de ingeniería de hardware en Sony: Ken Kutaragi.

La visión de Kutaragi

Ken Kutaragi, procedente de familia japonesa media, vivió su infancia desguazando y volviendo a montar los cacharros tecnológicos que caían en sus manos en la pequeña imprenta que regentaban sus padres. Calificado como un estudiante brillante y aplicado, nada más graduarse en Electrónica en la universidad Denki Tsushin fue fichado por el laboratorio de investigación digital de Sony. Este departamento gozó de un gran empuje con su llegada, ya que pronto adquirió una reputación de excelente solucionador de problemas e ingeniero "con visión". Entre otros proyectos en los que tuvo un buen peso específico estuvo relacionado con las primeras pantallas de cristal líquido (LCD) y las primeras cámaras digitales.

Norio Ohga, ex-presidente de Sony y ex-cantante de ópera

A finales de la década de los 80, Kutaragi observa a su hija jugando a la Famicom y advierte un gran potencial en los videojuegos. Sony, en ese momento, no está por la labor de introducirse en el mercado de los videojuegos, así que cuando Nintendo hace pública la necesidad de un chip de audio con tabla de ondas para su siguiente sistema de 16 bits -la futura Super Famicom-, Kutaragi no se lo piensa un instante y acepta el reto, sabiendas de que el proyecto, de hacerse público, chocaría con la política de su empresa. Así pues, Kutaragi diseña y construye a escondidas el chip de sonido SPC700. Nintendo queda encantada con un chip de 8 bits que era muy avanzado para la época y que, en cierto modo, puede decirse que rivaliza con las actuales tarjetas de sonido de síntesis mediante tabla de ondas, que será el equipado en la consola. El proyecto del chip SPC700, sin embargo, queda comprometido al descubrirse que Kutaragi trabaja en el en secreto, momento en que los ejecutivos de Sony montan en cólera. Gracias a la intervención del Consejero Delegado de Sony, Norio Ohga, gran valedor del trabajo de Kutaragi, éste pudo finalizar el proyecto y mantener su puesto de trabajo y, de paso, convencer entre ambos al resto de directivos que una colaboración entre Nintendo y Sony reportaría pingües beneficios a la compañía.

En estos momentos, la cúpula de Sony ve "eso de los videojuegos" como una moda pasajera, nada que merezca la atención real de sus recursos. Incluso ya trabajando con Nintendo los departamentos implicados se consideran prescindibles. A pesar de este ambiente hostil, Kutaragi persuade a Sony para que le financie el siguiente gran proyecto que surge de la colaboración con Nintendo: un periférico que permita incorporar a la Super Nintendo juegos en CD. Los ejecutivos de la firma seguirán siempre reacios, pero nuevamente con la ayuda del Consejero Norio Ohga, que siempre será el mayor apoyo de Kutaragi, el proyecto saldrá adelante y eso nos lleva a la histórica Consumer Electronics Show (CES) de Junio de 1991.